El golpe emocional y la belleza estética de los avisos y su clara superioridad sobre la propaganda de cualquier otro candidato podrían asegurar más que cualquier otro factor que Rousseff mantenga su ventaja de 20 puntos porcentuales en los sondeos de intención de votos.
Sao Paulo. Parecen estilizados avisos de televisiónproducidos en Hollywood para fomentar el turismo en Brasil: relucientesplayas, rostros sonrientes y tomas panorámicas de rascacielos ycataratas.
Pero en realidad se trata de lapropaganda por televisión de la campaña de Dilma Rousseff, la candidatadel oficialista Partido de los Trabajadores (PT) para las eleccionespresidenciales del 3 de octubre.
El golpeemocional y la belleza estética de los avisos y su clara superioridadsobre la propaganda de cualquier otro candidato podrían asegurar másque cualquier otro factor que Rousseff mantenga su ventaja de 20 puntosporcentuales en los sondeos de intención de votos.
Las siete semanas finales de campaña política en Brasil son dominadas por la propaganda en televisión.
El gobierno manda a que todos los canales de televisión agreguen un bloquegratuito de 50 minutos cada tarde y noche, excepto los domingos, paraque los candidatos a presidente, a gobernador y a otros cargospresenten sus propuestas.
En términos deproducción, la propaganda de Rousseff es comparable a cualquiera de lasrealizadas durante la campaña presidencial de Barack Obama en EstadosUnidos en el 2008.
Durante los avisos de diezminutos, Rousseff, de 62 años, describe su paso de ser una encarceladalíder de protestas estudiantiles en la década de 1960 -"Brasil teníaque cambiar", dice con una nostálgica sonrisa-, a jefa de gabinete delpresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Posteriormenteaparece Lula, quien asegura a los votantes en un estilo "abuelesco" quesu protegida está mejor posicionada para continuar con la bonanzaeconómica de Brasil.
A los líderes opositores lespreocupa que los avisos estén creando una falsa mitología alrededor deuna tecnócrata de carrera que, afirman, carece de experiencia ejecutivay está posicionada más hacia la izquierda política que Lula.
Sinembargo, el apoyo a Rousseff en los sondeos ha aumentando en más de10% desde el comienzo de la propaganda electoral portelevisión la semana pasada.
La abanderadaoficialista podría no tener que disputar una segunda ronda para vencera su principal contendor, el ex gobernador de Sao Paulo José Serra, delopositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Elverdadero golpe es el modo en que los avisos captan la atención delbloque más crucial de votantes en la carrera presidencial: laascendente clase media-baja, que ha sido la más beneficiada durante losocho años de Gobierno de Lula.
Este grupo,conocido como "Clase C" en Brasil, con un ingreso familiar de entre US$655y US$2.820 mensuales, ha aumentado de 32 millones a 90 millones depersonas en los últimos cinco años, o a cerca de la mitad de lapoblación del país, según la revista IstoE.
"Brasiltiene una oportunidad única de seguir creciendo", dice confiadamenteRousseff en su propaganda electoral. "Tengo una oportunidad deconsolidar este proceso de inclusión, de mejorar las vidas de todas laspersonas", agrega.
Propaganda sin brillo. Enun país con un bajo índice de lectura de periódicos y donde los debatespresidenciales generalmente acaparan poca audiencia, no está claro cómolos rivales de Rousseff podrán superar la ventaja generada por sucampaña política en televisión.
Incluso algunosbrasileños que creen que la candidata carece del toque popular de Lulase han visto ensimismados por su propaganda televisiva.
"Mesiento patriota cuando veo sus avisos", dijo Pia Muqutabi, una ama decasa en Sao Paulo. "Eso me recuerda cuánto espacio hemos cubierto, cómoBrasil realmente está cambiando para bien", agregó.
Encontraste, la propaganda de Serra no ha hecho mucho por cambiar sureputación de figura rígida, aunque exitosa en la administración, queestá más en contacto con la élite empresarial de Brasil que con elvotante común.
Sus avisos de menor presupuesto,comparativamente, son construidos con imágenes tomadas con cámarasportátiles que muestran a Serra reuniéndose con simpatizantes en suscasas y en lugares como hospitales, un posible reflejo de los recientesproblemas de su campaña para recaudar dinero en la medida en que caecada vez más en los sondeos.
El ex ministro deSalud del ex presidente Fernando Henrique Cardoso se ha concentrado enproblemas como la epidemia de crack en las ciudades y en políticas queaplicó cuando integró el gobierno, en la década de 1990, historiaantigua para muchos en un país con una edad promedio de 28,9 años.
"Laverdad es que Serra podría tener a Steven Spielberg y George Lucascreando sus avisos y no lo ayudaría mucho. Lo esencial está en sucontra", opinó el analista político Luiz Guilherme Piva.