Raúl Castro introdujo algunas nuevas libertades sociales en el país cuando oficialmente reemplazó en la presidencia a su hermano mayor, Fidel, en 2008, aunque mantuvo el sistema de partido único que posee el monopolio de los medios y ofrece poca tolerancia a la disidencia pública.
La Habana. La mayor parte de la familia de Camilo Condis emigró de Cuba a Estados Unidos en busca de una mejor vida, pero el hombre de 32 años decidió permanecer en la isla luego de que Raúl Castro asumió como presidente hace una década y emprendió un cambio.
Buscando hacer el socialismo sostenible, Castro introdujo una serie de reformas de mercado en la economía estatal y abrió una histórica distensión con Estados Unidos. Facilitó viajes de los cubanos al exterior, permitió tener propiedades, teléfonos celulares, computadoras y amplió el acceso a Internet.
Condis, que se graduó de la universidad en el 2011, el año en que Castro anunció la mayoría de las reformas, tiene actualmente una vida digna en La Habana, trabajando para un restaurante del sector privado en Cuba, donde también renta una habitación.
Sin embargo, Condis, quien se ha beneficiado más que la mayoría con los cambios, está preocupado por el futuro debido a que Castro se prepara para dejar su cargo esta semana como presidente y entregar el timón del país a una generación más joven de líderes comunistas.
“Decidí que aquí también podría apostar por un buen futuro (...) pero hay mucha incertidumbre”, dijo Condis en una calle de cafés y tiendas privadas, fruto de los cambios.
Al igual que la mayoría de los cubanos, su mayor preocupación es la economía en crisis, que sigue siendo un tercio más pequeña que en 1985 cuando recibía subsidios de su aliado, la Unión Soviética, según el execonomista del Banco Central de Cuba Pavel Vidal.
Raúl introdujo algunas nuevas libertades sociales en el país cuando oficialmente reemplazó en la presidencia a su hermano mayor, Fidel, en el 2008, aunque mantuvo el sistema de partido único que posee el monopolio de los medios y ofrece poca tolerancia a la disidencia pública.
En cuanto a la economía, su Gobierno solo ha implementado una fracción de las reformas de mercado planificadas, que apuntan a profundizar una apertura que Fidel había comenzado tras el colapso de la Unión Soviética en 1991. Incluso ha retrocedido en algunas medidas.
Aquellos que dieron la bienvenida a los cambios propuestos culparon por esto a la resistencia al cambio por parte del Partido Comunista cubano, y a una burocracia arraigada a medida que aumentaba la desigualdad social y disminuía el control del Estado.
“(Raúl) ha creado las grandes líneas, las instituciones, pero lo que no pudo es acabar con la vieja mentalidad”, dijo Carlos Alzugaray, un diplomático cubano jubilado.
Más de dos tercios de los cubanos laboran en un ineficiente sector estatal, ganando como promedio mensual US$30, aunque la educación y la salud son gratuitas y algunos alimentos y la vivienda subsidiados compensan los bajos salarios en cierta medida.
En entrevistas en la isla, cubanos dijeron a Reuters que siguen luchando por sobrevivir. Los viajes y el uso de Internet, cuyo servicio cuesta un dólar la hora, son lujos que muchos no pueden costear.
Los beneficios de la apertura económica se han concentrado en el sector de servicios privados en las ciudades, especialmente La Habana, donde las mejores relaciones con Estados Unidos impulsaron el turismo.
Sin embargo, las posibilidades se vieron reducidas el año pasado cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, revirtió parcialmente la distensión y, al parecer, unas regulaciones más estrictas frenarán aún más los nexos.
La economía ha crecido como promedio un 2,4% por año en la última década, según estadísticas oficiales. Y el Gobierno dijo en el 2014 que era necesaria una expansión anual de al menos un 7% para desarrollar el país.
Por otra parte, las exportaciones se estancaron.
Algunos analistas sostienen que Castro pudo haber perdido una oportunidad histórica de promulgar cambios dada su autoridad como líder de la revolución de 1959. Otros dicen que su legado pende de un hilo.
Mucho dependerá ahora el camino que siga su sucesor -que probablemente sea Miguel Díaz-Canel, de 57 años- y de la medida en que Raúl Castro tenga una mano en la política, ya que continúa como jefe del gobernante Partido Comunista hasta el 2021.
¿Una nueva Cuba? Mientras que los críticos sólo vieron a otro Castro cuando Raúl reemplazó a su hermano más carismático, fallecido en el 2016, su ascenso fue visto por algunos como una luz de esperanza para la reforma.
Alguna vez considerado un estalinista implacable, se comenta que Raúl se volvió más pragmático después de que el colapso soviético empujó a Cuba al borde del caos económico.
Era ministro de Defensa en ese momento y empresas del Ejército se convirtieron en la primera institución cubana desde la revolución en introducir prácticas comerciales capitalistas, pasando a administrar grandes sectores de la economía.
Como presidente, Castro recortó la abultada plantilla estatal, arrendó tierras ociosas en usufructo y expandió el sector privado.
El número de cubanos que trabajan por cuenta propia se ha más que triplicado hasta alrededor de 580.000, de una población total de 11,2 millones de habitantes. Algunos cubanos han comenzado a ganar -y gastar- mucho más que los demás.
Castro supervisó también la creación de un parque industrial de estilo chino y durante su gobierno se aprobó una nueva ley que ofrece recortes de impuestos a los inversores extranjeros.
Para avanzar en la reintegración de Cuba a los mercados globales, renegoció su deuda externa, logrando que el Club de París perdonara el 76% de sus US$11.100 millones en obligaciones oficiales.
La distensión con Washington, alcanzada con el expresidente estadounidense Barack Obama y anunciada en el 2014, despertó el interés de los inversores globales en Cuba.
Un aumento en el turismo impulsó al sector privado y las remesas sirvieron como capital inicial para muchos cubanos que formaron pequeñas empresas, pero eso significó que las oportunidades emergentes fueron para personas que invirtieron correctamente o con familiares en el exterior.
Cambio rural. Sin embargo, en las zonas rurales, los agricultores siguen dependiendo del Estado que asigna escasos equipos, como tractores. La producción agrícola se estancó en la última década, según el centro de estudios Brookings Institution, y Cuba aún importa entre el 60 y 70% de los alimentos que consume.
“Aquí lo que nos hace falta es un buen equipo de riego”, dijo el agricultor Mario Cruzata, de 45 años, que utiliza arados tirados por bueyes para trabajar en sus campos de yuca, berenjena y lechuga en el sureste de la provincia de Santiago de Cuba.
Y si bien las reformas han tenido más éxito en la estimulación del sector de servicios, todavía hay obstáculos para las empresas privadas, como la falta de un mercado mayorista y el derecho a importar o exportar.
“Me gustaría que dejaran crecer a las personas”, dijo Yusbely Andino, de 40 años, que se gana la vida arreglando computadoras en la oriental provincia de Holguín. Él tiene que comprar viejas computadoras para usar como piezas de repuesto.
Además, Cuba ha autorizado el autoempleo solo en ciertas categorías altamente específicas, y dejó de emitir temporalmente nuevas licencias el año pasado para ciertas actividades populares como administrar restaurantes y alojamientos con desayuno.
De hecho, un borrador de nuevas regulaciones visto por Reuters propone restringir el sector privado. Una medida que limitaría las licencias a una sola actividad comercial por persona, perjudicando a empresarios como Condis.
La economía en general sigue distorsionada por un sistema de doble moneda bizantina con múltiples tipos de cambio que Castro ha prometido unificar.
Algunos analistas sostienen que su enfoque en el cambio generacional e intentar fomentar un debate más crítico dentro del Partido Comunista puede generar dividendos a largo plazo. Ha propuesto límites de edad para los dirigentes y además instó a no permanecer en cargos del Gobierno por dos períodos sucesivos de cinco años.
Ha desplegado un estilo de liderazgo más colectivo, después de décadas de dominio por una sola figura, Fidel Castro.
Si el sucesor de Raúl Castro continúa en su camino de reforma, aún podría ser recordado como la versión cubana de Deng Xiaoping, quien transformó a China de una planificación central fallida al socialismo de mercado, dijo William Leogrande, profesor en la American University.
“Pero si la actualización falla, Raúl será recordado como un comunista reformista más que no pudo obligar al sistema a cambiar a pesar de sus mejores esfuerzos”, señaló.