Por operativos lanzados en 2006 en México por el presidente Felipe Calderón, y mayores controles en Colombia, poderosos cárteles usan cada vez más a países como Guatemala, Honduras y Panamá para almacenar drogas cuyo destino es Estados Unidos.
Ciudad de Guatemala/México DF. Con instituciones débiles y a menudo corruptas, una extendida pobreza y una posición geográfica clave, Centroamérica se ha convertido en centro de operaciones de los narcotraficantes mexicanos, que han propagado hasta allí su ola de violencia.
Por operativos lanzados en 2006 en México por el presidente Felipe Calderón, y mayores controles en Colombia, poderosos cárteles usan cada vez más a países como Guatemala, Honduras y Panamá para almacenar drogas cuyo destino es Estados Unidos.
La región, castigada por largas guerras civiles que duraron hasta entrada la década de 1990, ha sido utilizada tradicionalmente como zona de tránsito sobre todo para la cocaína producida en Sudamérica en los tiempos en que los narcotraficantes colombianos controlaban el negocio.
Pero en los últimos años, el creciente poder de los mexicanos, armados hasta los dientes y decididos a todo en la lucha por las rutas de las drogas, ha llevado además a altísimos niveles de violencia, que superan los de los tiempos de guerra medido en número de homicidios, según autoridades.
Cerca de 250.000 personas murieron durante la guerra civil en Guatemala, que duró 36 años hasta 1996; y el conflicto armado en El Salvador cobró unas 75.000 vidas entre 1980-1992.
"Tanto los Zetas como Sinaloa (dos de los principales cárteles mexicanos) están estableciendo operaciones allí porque pueden sobornar e intimidar a los gobiernos muy fácilmente", dijo Bruce M. Bagley, académico experto en seguridad de la Universidad de Miami, a Reuters.
En un hecho recientes, el 15 de mayo, 27 campesinos fueron asesinados por miembros de los Zetas en Petén, en la frontera norte de Guatemala con México, que alberga imponentes sitios arqueológicos mayas y está sobre una zona selvática considerada tierra de nadie, vigilada por militares mal equipados.
A muchas de las víctimas les cortaron sus cabezas y fueron regadas en el campo, uno de los modus operandi de los Zetas -cártel fundado por desertores de cuerpos de elite del Ejército mexicano- para sembrar el terror.
Días después, y mientras algunos Zetas eran detenidos, el cuerpo de un fiscal auxiliar que participó en el caso era hallado descuartizado en la norteña ciudad de Cobán.
Por aire, tierra y mar. Según la DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos, Panamá -fronterizo con Colombia-, Honduras y Guatemala son los principales territorios donde los cárteles almacenan drogas como cocaína y heroína, así como sustancias químicas para producir metanfetaminas, y hasta entrenan a sicarios.
"La presencia de los cárteles de las drogas mexicanos y de pandillas en la región ha minado mucha de la estabilidad del sistema político y judicial que emergió luego de la resolución de las guerras civiles", dijo el jefe de operaciones de la DEA, Thomas Harrigan, en un informe esta semana a una comisión del Congreso estadounidense.
Los narcotraficantes también controlan gran parte del tráfico de inmigrantes a Estados Unidos, un fenómeno constante en países como Honduras, de los más pobres de América.
La mayoría del tráfico de estupefacientes se transporta desde Colombia -el mayor productor mundial de cocaína- en barcos de carga o lanchas hasta Panamá y Guatemala. Panamá es señalado a menudo también como un centro de lavado de dinero en bancos y construcción.
A Honduras, con escasa vigilancia aérea, las drogas llegan sobre todo por vuelos no comerciales desde Venezuela, que junto con Ecuador han pasado a ser salidas alternativas para la cocaína por fuertes controles en Colombia, según expertos.
Ultimamente, en Honduras se han descubierto además laboratorios para fabricar cocaína y metanfetaminas, una señal de que la región ha dejado de ser sólo zona de tránsito.
La droga procedente de Colombia se almacena en los países centroamericanos y se deja "enfriar", lo que significa que se reducen los riesgos de rastreo por parte de las autoridades, para luego seguir camino hacia México por vía terrestre y de allí a Estados Unidos.
Tanto los Zetas como Sinaloa utilizan a las temibles "maras" centroamericanas, que ya dejaron de ser pandillas juveniles para transformarse en grupos de sicarios profesionales, para vigilar cargamentos y enfrentar a rivales.
Hasta ahora, solamente Nicaragua parece estar a salvo de la violencia, según su Ejército que dice que ha evitado que el crimen organizado almacene drogas en su territorio, el mayor de Centroamérica.
S.O.S. El presidente de Guatemala, Alvaro Colom, dijo esta semana que la región debe formar una especie de OTAN -la Organización del Tratado del Atlántico Norte que incluye a Estados Unidos, Canadá y Europa- como forma de enfrentar al crimen organizado.
"Nos juntamos todos los países de Centroamérica para luchar contra ellos, o nos derrotarán, acabarán con nuestras democracias", advirtió Colom.
Presidentes de la región acordaron días atrás la formación de un fideicomiso para reunir fondos extras para combatir a los cárteles, mientras funcionarios reclaman ayuda de Washington.
"A México le ha dado una ayuda extraordinaria y a los países como Honduras, en Centroamérica, la asistencia para combatir el narcotráfico es bastante pobre", se quejó el presidente de la comisión de Defensa del Congreso hondureño, Rodolfo Zelaya.
Según cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la región gastó en el 2010 cerca de US$4.000 millones en seguridad y refuerzo institucional, mientras que sólo recibió US$100 millones en asistencia externa.
Especialistas y algunas autoridades coinciden en que la falta de confianza mutua entre los gobiernos de la fragmentada región es una de causas de la grave situación actual.
"Se nota a la legua que (...) hay una descoordinación total entre los países de Centroamérica entre las autoridades de cada país", dijo Alberto Islas, especialista mexicano de la consultora de riesgo Risk Evaluation.
Incluso países tradicionalmente estables como Costa Rica no han podido escapar al avance de la violencia proveniente de México, y su tasa de homicidios se duplicó entre 2004 y 2009.
En El Salvador, el más pequeño de la región, se divulgó recientemente información sobre el llamado cártel de Texis, en referencia a la ciudad de Texistepeque, que trabaja indistintamente tanto para los Zetas como para el cártel de Sinaloa, la mayor organización criminal de México que dirige el capo Joaquín "el Chapo" Guzmán.
"Estamos hablando de un cártel que tiene una capacidad organizativa (...) ha logrado penetrar estructuras del Estado: se mencionan alcaldes, diputados, incluso, de elementos de la policía que pudieran estar involucrados", dijo recientemente el presidente salvadoreño, Mauricio Funes.
En México, la ola de violencia ha dejado cerca de 40.000 muertos desde que Calderón lanzó operativos frontales contra los cárteles del narcotráfico a finales del 2006.