El mandatario, dos veces divorciado y con cuatro hijos, propugna un "anticapitalismo" radical que controle de cerca el sector privado y asegura que su contendor pretende aplicar un paquete de medidas de ajuste fiscal que deshará los beneficios de su modelo socialista.
Caracas. Un año atrás, con Venezuela sacudida por los rumores sobre la salud presidencial, nadie esperaba ver a Hugo Chávez montado en lo alto de un camión, prometiendo a gritos y con el puño en alto que llevará su revolución socialista a un punto de no retorno si consigue su tercera reelección el 7 de octubre.
Tres cirugías y dos extenuantes tratamientos contra el cáncer en apenas un año lo obligaron a dosificar su legendaria hiperactividad, pero el hombre fuerte de Venezuela ha tenido que apretar el paso en la recta final de la campaña para enfrentar al joven Henrique Capriles, su mayor desafío en las urnas desde que ganó la presidencia hace 14 años.
La enfermedad, cuyos detalles son secreto de Estado, ha hecho mella evidente en el militar retirado y sus mítines han sido más cortos y espaciados que en las otras 13 campañas que ha liderado desde 1998, en las que sólo sufrió dos derrotas y por un estrecho margen.
Pero el cáncer reforzó la conexión con sus seguidores, que lo siguen viendo como un protector de los excluidos y reivindican su historia de muchacho pobre que soñaba con ser beisbolista en Estados Unidos y acabó rigiendo los destinos de la nación caribeña, donde lo cambió casi todo.
"No se equivoquen con este viejo. Más viejo es el viento y todavía sopla", responde con sorna a los que dudan que, con 58 años y la salud debilitada esté condiciones de dirigir al país otros seis años.
Para sus adversarios, Chávez es un megalómano al frente de un gobierno ineficaz y corrupto que arrasó con cuatro décadas de institucionalidad democrática y dividió a Venezuela azuzando el odio entre pobres y ricos.
El mandatario, dos veces divorciado y con cuatro hijos, propugna un "anticapitalismo" radical que controle de cerca el sector privado y asegura que su contendor pretende aplicar un paquete de medidas de ajuste fiscal que deshará los beneficios de su modelo socialista.
"Imagínate la aplicación de un paquete neoliberal, que es la propuesta inviable que tiene la burguesía. Por eso, ofrezco un seguro que impida volver atrás", dijo en una entrevista, en la que prometió un "poderoso cerrojo" para blindar su proyecto socialista, que podría traducirse en más medidas radicales.
Dramático, espontáneo, imprevisible, su controvertida política exterior ha copado titulares en todo el mundo con sus feroces invectivas contra "el imperio yanqui", sus alianzas con países bajo escrutinio internacional como Cuba, Irán y Siria y su empeño en construir un frente socialista en América Latina.
EL presidente "de las dificultades". A Chávez le gusta equiparar su "revolución" con la gesta independentista de Simón Bolívar y, emulando al Libertador venezolano, se califica como "el hombre de las dificultades".
Su relicario de crisis incluye haber sobrevivido a un fugaz golpe de Estado, a un paro petrolero que casi quiebra al país, haber triunfado en un referendo activado por la oposición para revocar su mandato y superar un cáncer que, según sus propias palabras, lo tuvo al borde de la muerte. Conocido por sus maratónicos discursos que pueden prolongarse por nueve horas, saltó a la fama con una improvisada alocución de pocos segundos en la que el entonces espigado teniente coronel asumía su responsabilidad por un fallido golpe de Estado el 4 de febrero de 1992, por el que pasó dos años en la cárcel.
Tras recuperar su libertad, sin recursos ni eco en los medios, recorrió el país predicando su mensaje de cambio bolivariano y justicia social para, cuatro años después, lograr con los votos lo que no pudo con las armas.
Fiel a su controvertido estilo militar, Chávez ha impulsado radicales cambios en el país con las mayores reservas mundiales de crudo. Aprobó una nueva Constitución, nacionalizó amplios sectores de la economía y lanzó masivos planes sociales de salud, alimentación y vivienda financiados con el petróleo.
Su lenguaje llano y a veces procaz hace las delicias de sus simpatizantes e irrita a sus enemigos, que lo acusan de hablar mucho y hacer poco para atender los problemas del día a día de los venezolanos, como la criminalidad desatada, el alto costo de la vida y las fallas en los servicios públicos.
Llamado por la izquierda a ser el "heredero político" de su amigo y aliado cubano Fidel Castro, el mandatario nunca ha dicho quién podría ser su sucesor si la enfermedad ataca de nuevo.
Mientras tanto asegura, una y otra vez, que el chavismo ya no es sólo cuestión de Chávez.
"Chávez ya no soy yo. Tú también eres Chávez, muchacha. Tú también eres Chávez, muchacho. ¡Todos somos Chávez!", clamó en la campaña con la que busca sellar dos décadas en el poder entonando, cada vez que le preguntan, "que veinte años no es nada". (Reporte de Enrique Andrés Pretel. Editado por César Illiano)