Una vez más el ingreso de Venezuela al Mercosur quedó varado. Ni siquiera la fuerte presión internacional pudo hacer que el parlamente paraguayo acepte el chavismo en la comunidad.
Asunción. Una vez más el ingreso de Venezuela al Mercosur quedó varado. Ni siquiera la fuerte presión internacional pudo hacer que el país caribeño forme parte de inmediato del bloque regional.
La movida, verbalizada por el presidente de Uruguay, en principio contaba con el guiño cómplice del presidente Fernando Lugo. Con ese convencimiento participó de la reunión de presidentes en Montevideo. Sin embargo la realidad política le sacó vértigo al proceso y terminaron aprobando una modesta comisión negociadora. El temporal que eventualmente desataría en el ámbito político nacional la inclusión forzada de Venezuela persuadió al Jefe de Estado de avanzar.
La decisión claramente incomodó al Presidente de la República, que en la primera aparición pública posterior a la reunión con sus colegas de la región dejó en claro su apoyo a Venezuela y la necesidad de que forme parte del bloque por ser un país con recursos petroleros importantes.
Más allá de esta declaración de lealtad, Lugo no tiene mucho más que hacer para forzar la incorporación de Venezuela. Los números en el Congreso no le alcanzan para forzar posiciones. Necesariamente tendrá que entrar a buscar consensos con los partidos políticos. Eso supondrá ceder espacios. La emoción y el afiebrado interés que muestra lo dejarían en una posición vulnerable donde los costos de un respaldo político serán demasiado altos. No podrían cubrirse con la generosidad económica que ha mostrado tener el Gobierno del país caribeño.
Lo que está por verse es la conveniencia de entrar en este tipo de negociaciones en un año plenamente electoral donde se definirá el control del poder en los próximos cinco años. Lograr la incorporación de Venezuela al bloque regional dejando jirones en la mesa de negociación no parece ser la fórmula más adecuada. Incluso una cesión descuidada o inadecuada de espacios podría significar la pérdida de todo poder en un futuro cercano. Con ello el proceso de consolidación de los sectores de izquierda que trabajosamente se pretende llevar adelante desde el Ejecutivo se vendría abajo.
Los partidos políticos tradicionales siguen de cerca todo el proceso sin perder de vista las conversaciones para conformar equipos políticos de cara al 2013. La prioridad por ahora no es la inclusión de Venezuela al bloque regional. Incluso no son pocos los que creen que esas negociaciones deberían quedar para después de las elecciones presidenciales para no contaminar las internas partidarias.
Por ahora Venezuela pasará a segundo término y la disputa por candidaturas tomará toda la discusión política.
Los colorados navegan en aguas difíciles. Las candidaturas no terminan de definirse y los equipos políticos se sostienen en una delicada base que a cada paso amenaza con quebrarse. La postulación presidencial de Víctor Bogado, titular de la Cámara de Diputados, es un indicativo de que no todo está dicho. Confirma que podría haber sorpresas. El electorado parece exigir algo más que los colores del Partido Colorado para ir a depositar votos en favor de los candidatos de la ANR.
Los primeros meses del próximo año serán cruciales para conocer realmente cómo quedarán los equipos electorales. Por ahora todavía sigue abierto el libro de pases y hay un pequeño margen de tiempo para tomar decisiones.
Para los liberales los procesos parecen estar más ordenados; lo que no supone que estén exentos de conflictos. No todos están de acuerdo en que la encuesta controlada de abril sea la que defina la candidatura presidencial. Bien se puede presagiar que el año que viene será tremendamente difícil para los liberales. Jugarán al filo de sus posibilidades.
Paralelamente el Ejecutivo transitará su propio camino, sin reparar en la agenda de los aliados, teniendo como meta retener el poder en las presidenciales de 2013.
Encontrar el candidato que pueda suceder a Lugo es la tarea fundamental que tienen que resolver los sectores de izquierda. Saben que mientras no encuentren a esa persona difícilmente podrán pensar en continuar el proceso. Este escenario de internas prácticamente demora al menos por dos años más la discusión sobre Venezuela.
En el corto plazo no se vislumbra que nada pueda hacer cambiar posiciones. Solo intereses comunes que puedan unir al menos a dos partidos políticos podrían obligar a revisar las cosas en el futuro inmediato.