Un especialista canadiense cree en “la posibilidad de envenenamiento”. El ministro Mario Carroza aguarda otro informe para decidir sobre la exhumación solicitada por el Partido Comunista.
En un informe firmado el 8 de marzo el doctor Germán Tapia Coppa, médico legista tanatólogo del Servicio Médico Legal de Santiago, sostiene, tras examinar los principales antecedentes contenidos en el sumario de la causa rol 1.038-2011, que Pablo Neruda falleció a consecuencia del cáncer de próstata que padecía.
“Se puede plantear que la forma médico legal de la muerte del señor Pablo Neruda se correspondería con una muerte no violenta (es decir, muerte natural) del tipo muerte por enfermedad”, detalla.
Esto fue lo que anotó el doctor Roberto Vargas Zalazar en su certificado de defunción: “Caquexia cancerosa. Cáncer próstata. Metástasis cancerosa”.
En el documento que elaboró a solicitud de Mario Carroza, ministro en visita extraordinario a cargo de esta investigación desde su apertura en junio de 2011, este especialista expone que “no existen elementos suficientes que pongan en duda” que el Premio Nobel de Literatura de 1971 murió debido a causas naturales.
Además, agregó que su caso “puede clasificarse dentro de las llamadas muertes repentinas, es decir, aquellas muertes naturales cuyo desenlace fatal –si bien era esperable- no contaba con elementos objetivos que hicieran sospechar que ocurriría en un corto periodo de tiempo”.
Respecto a la exhumación de sus restos, solicitada el 5 de diciembre por el Partido Comunista, el doctor Tapia Coppa precisa en su informe de siete páginas que “un eventual análisis de la osamenta de la víctima podría aportar antecedentes necesarios para conferir un mayor sustento científico al diagnóstico de cáncer prostático”.
En cambio, subraya que la exhumación difícilmente serviría para confirmar la denuncia de asesinato hecha por Manuel Araya, el último chofer del poeta, quien sostiene que agentes de la dictadura militar le inyectaron una sustancia misteriosa la tarde del 23 de septiembre de 1973 que causó su muerte pocas horas después.
“Existen escasas posibilidades (de) que análisis toxicológicos de los restos óseos demuestren la presencia de alguna sustancia química administrada a la víctima que hubiera interferido de alguna manera en su estado de salud, ya sea provocando o acelerando su muerte”, precisa.
“Incluso, aun si se lograra identificar una sustancia química exógena en el hueso, el resultado del análisis toxicológico tendría el carácter de cualitativo, por lo que sólo detectaría la presencia de una sustancia, pero no se lograría establecer la concentración de la misma”, agrega.
A partir de ahí, el doctor Germán Tapia Coppa concluye que “en otras palabras y con el estado de la ciencia actual, no es posible esperar que un estudio toxicológico realizado a ciegas (sin conocer las posibles sustancias sospechosas) sobre restos óseos con una data de muerte de 38 años logre certificar o descartar la presencia y concentración de alguna sustancia (química o medicamentosa) que pudiera haber participado en la muerte de la víctima”.
Tras recibir este documento del Servicio Médico Legal (SML) en marzo, el ministro Mario Carroza decidió encargar a otro organismo especializado chileno un nuevo informe, enfocado principalmente en averiguar el grado de deterioro que el cáncer de próstata había producido en el poeta en septiembre de 1973.
Cuando conozca sus conclusiones, es muy probable que decida si solicita la exhumación y el análisis científico de los restos de Pablo Neruda (como ya hiciera en 2011 en el caso del presidente Salvador Allende) para esclarecer la causa de su fallecimiento.
Por otra parte, Eduardo Contreras, abogado del Partido Comunista, ha entregado a Carroza un escrito de dos páginas en el que unos eminentes especialistas de Canadá expresan su disposición a participar en la posible exhumación de los restos de Neruda. Después de examinar los aspectos centrales del expediente, el doctor Bhusham Kapur (miembro del Departamento de Medicina de Laboratorio y Patobiología de la Facultadde Medicina de la Universidadde Toronto) señala que cree en “la posibilidad de envenenamiento”.
Sobre la utilidad de la posible exhumación para confirmarlo o desmentirlo, difiere de la opinión del especialista del Servicio Médico Legal, aunque sin renunciar a la cautela.
“Para proceder, tendremos que exhumar el cuerpo y tener a nuestra disposición varios tejidos para poder efectuar el análisis de ADN y de las drogas. Sin embargo, debo recalcar que, a pesar de nuestra buena voluntad y de contar con tecnologías sofisticadas y colegas especialistas dispuestos a ayudarnos, vamos a trabajar con restos que han sido trasladados del lugar de sepultura 19 años después hacia un nuevo lugar de sepultura y que han estado internados por más de 39 años. No tenemos la certeza (de) que las drogas o los metabolitos hayan podido sobrevivir a este periodo”, determina.
El caso Neruda se aproxima a su encrucijada decisiva. La investigación judicial, histórica y periodística debe continuar con rigor, alejada del sensacionalismo, apoyada sólidamente en todas las fuentes disponibles y en las nuevas que puedan aparecer, para avanzar hacia el esclarecimiento de la muerte del gran poeta que representa a Chile en todos los rincones de la tierra.
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