Reos sin condena firme votaron en las elecciones nacionales en cárceles del país, según informó el Servicio Penitenciario Federal.
Buenos Aires. Los reclusos pudieron sufragar con boletas especiales con las que sólo eligieron presidente, gobernadores y legisladores nacionales. Cada mesa tenía boletas únicas de cada provincia, en las que figuraban los candidatos de todos los partidos de esas tres categorías.
Como en cada mesa votaban presos de diferentes distritos, cada uno debía solicitar a las autoridades de mesa la boleta de su provincia de origen y la marcaban con sus preferencias dentro del cuarto oscuro, para después depositarla plegada en la urna.
Las autoridades de mesa fueron docentes de las mismas unidades carcelarias convocados por la justicia electoral.
En la unidad 31 del complejo penitenciario federal de Ezeiza viven 187 internas y 35 niños de hasta cuatro años al cuidado de sus respectivas madres. Sólo 55 de ellas son argentinas y apenas 17 estaban en condiciones de votar. De las demás, 60 no hablan español. En su mayoría fueron detenidas por narcotráfico.
Adriana Veloso tiene 34 años y tres hijos de 14, 12 y 9 años.
Pasó los últimos dos años procesada por una causa de estupefacientes y todavía no sabe cuántos años más verá a sus hijos sólo en las visitas. Este domingo fue su primera votación presa.
"Trabajaba de costurera", dijo y agregó que tras ser despedida, "en la desesperación por darle un plato de comida a mis hijos me equivoqué y terminé acá".
Contó que "acá adentro trabajo y le mando plata a mi mamá para mis hijos, estoy terminando la primaria y estoy mejor de salud porque por los controles me enteré que soy diabética y me tratan".
"Estando en la calle, las últimas veces la voté a Cristina (Fernández de Kirchner) porque es mujer y nos entiende un poco más", sostuvo.
Rosa Padilla tiene 30 años y vivió los últimos nueve en la unidad 31. Este domingo es la segunda vez que vota tras las rejas. "Y me parece justo que podamos ejercer nuestro derecho a elegir", opinó.
Padilla explicó que hubo "charlas donde nos explicaron qué boleta nos correspondía y cómo había que completarla, además de informarnos sobre todos los candidatos que hay".
Rosa resaltó que "este último tiempo me dio más ganas de charlar de política. Vi propuestas diferentes y eso me animó más. Acá adentro hay muchas posturas distintas. Hay chicas que están de acuerdo con las medidas que se toman y otras no, aunque todas tratamos de seguir las novedades por televisión. Yo miro 6-7-8".
En la unidad 1 de máxima seguridad del complejo de Ezeiza hay más de 1800 presos, incluidos 350 extranjeros, de los cuales 134 no hablan español. Allí, dos mesas circularon por los seis módulos, para que los casi 100 presos habilitados pudiesen votar.
Ulises Quinteros, de 35 años, tiene tres hijos de 8, 7 y 4 años, y está procesado por secuestro extorsivo. Pasó los dos últimos años preso, esperando que se confirme su inocencia o culpabilidad.
Quinteros dijo a Télam que "es bueno que podamos votar a nuestros dirigentes, porque afuera tenemos a nuestras familias y dependen de las decisiones que ellos tomen".
"Esta es la primera vez que estoy preso y es un clic en mi vida. Estoy terminando la secundaria e hice el curso de apicultura", reveló.
Ulises aseguró que "acá trabajamos y estudiamos, y eso te abre la cabeza; yo me fijo mucho en las propuestas sociales y laborales de cada candidato".
"Nosotros nos enteramos mucho de las cosas por la televisión o la radio, pero ahora con la televisión es muy complicado informarse porque todo el día lo que hay son hombres y mujeres bailando en bolas", criticó.
Marcos Barrios, de 29 años, tiene una hija de 9 y un varón de 7 y su mujer espera mellizos. Hace dos años y medio que está procesado y trabaja en uno de los talleres del complejo.
"Acá adentro se habla mucho de política, de a quién votás y a quién no y por qué. Notamos que afuera las cosas parecen estar un poco mejor y cuando salga voy a buscar trabajo en un taller como el que hago acá adentro", comentó.
Claudio Giacobelli tiene 31 años y una hija de 2, hace tres años que espera que la justicia decida su futuro y mientras tanto dice que "cuando uno cae se da cuenta de muchas cosas".
"Yo acá aprendí qué cosas valen la pena y qué cosas no, y votar es una de las cosas que sí valen", sostuvo.
Giacobelli refirió que "acá adentro aprendí mucho de gastronomía y cuando salga voy a trabajar para mantener a mi familia, porque mis amigos ya me dijeron que si salgo con ganas de ser honrado me van a dar trabajo".