"Estamos listos, tranquilos y preparados, esperemos que el domingo sea otra fiesta democrática, (...) que sean las elecciones presidenciales más tranquilas en 30 años", dijo el ministro de Defensa, Gabriel Silva.
Bogotá. Colombia votará el domingo por un nuevo presidente en unas elecciones que según los sondeos serán las más disputadas en su historia reciente, pero los dos hombres con mayores posibilidades de suceder a Alvaro Uribe se mantienen en un empate técnico que forzaría una segunda vuelta el próximo mes.
El candidato oficialista del Partido de la U, Juan Manuel Santos, y el líder del Partido Verde, Antanas Mockus, encabezan las encuestas sobre intención de voto pero lejos del 50% más un voto que necesitan para definir el comicio este domingo.
Si los pronósticos de las encuestas se cumplen, ambos deberán ir a una segunda vuelta el 20 de junio y las alianzas con los partidos y movimientos derrotados serán decisivas para alcanzar el triunfo.
Las Fuerzas Armadas permanecen en estado de máxima alerta para garantizar el normal desarrollo de las elecciones y evitar posibles ataques de la guerrilla, que acostumbra a ejecutar actos de sabotaje y de violencia para demostrar poder militar, de acuerdo con fuentes de seguridad.
"Tenemos un cubrimiento del 99,9% de los puestos de votación. Estamos listos, tranquilos y preparados, esperemos que el domingo sea otra fiesta democrática, (...) que sean las elecciones presidenciales más tranquilas en 30 años", dijo el ministro de Defensa, Gabriel Silva.
Las autoridades reportaron la muerte de dos niños durante un hostigamiento de guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a un pueblo del departamento del Cauca, al suroeste del país.
Tanto Santos, ex ministro de Defensa de Uribe y miembro de una aristocrática familia vinculada a la política y el periodismo, como Mockus, un matemático y filósofo de origen lituano que fue alcalde de Bogotá en dos ocasiones, han prometido dar continuidad a las políticas del actual Gobierno.
Los dos prometieron durante la campaña mantener la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico, atacar el déficit fiscal, el desempleo e impulsar reformas sociales para reducir las profundas desigualdades en este país de más de 44 millones de habitantes exportador de petróleo, carbón, café y flores.
Pese a las diferencias en sus orígenes sociales y a sus posiciones políticas, Santos y Mockus se han declarado amigos del libre mercado y de las políticas pro empresariales en una campaña que no ha generado temores entre inversores y empresarios.
Quien resulte elegido tendrá además el desafío de recomponer las deterioradas relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela, después de que el presidente Hugo Chávez las congelara en protesta por un acuerdo militar entre Bogotá y Washington que Chávez considera una amenaza.
También deberá normalizar las relaciones con Ecuador y mantener la cooperación de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico y los grupos armados ilegales, que se viene reduciendo lentamente en medio de los problemas financieros que afronta la mayor economía del mundo.
Momentos de temas sociales. Los comicios se presentan en un momento en el que los colombianos están más preocupados por el desempleo, la crisis de la salud y el escaso acceso a la educación de calidad que por la inseguridad, de acuerdo con encuestas.
Santos, quien como ministro de Defensa propinó los mayores golpes a la guerrilla FARC y se destacó como ministro de Hacienda y de Comercio en otros dos gobiernos, jamás ha ganado un cargo de elección popular.
El candidato del Partido de la U es considerado el heredero político de Uribe, situación que le da apoyo pero al mismo tiempo lo afecta en momentos en que un amplio sector de la población reclama un cambio, cansada por recientes escándalos al interior del Gobierno.
Santos tiene un amplio apoyo en las zonas rurales y entre los pobres, pero su punto débil está en las ciudades, en la clase media y alta, según analistas.
Mockus impulsó desde la alcaldía de Bogotá campañas de educación para reducir la violencia, aumentar la tolerancia, mejorar el caótico tráfico de vehículos y logró recuperar las finanzas fomentando la cultura de pago.
Sus victorias electorales fueron consideradas un voto de protesta contra la ineficiencia de la clase política tradicional para solucionar los problemas de la capital.
Su discurso de legalidad, honestidad, transparencia y respeto por las leyes ha sido bien recibido entre los electores, hartos de los permanentes escándalos de corrupción de los políticos tradicionales.
El profesor que usa como símbolos un girasol, la Constitución y un lápiz, que representa la educación como base de la transformación, tiene un sólido apoyo en los jóvenes y en las ciudades, pero su punto débil está en las zonas rurales.
Casi 30 millones de personas están habilitadas para sufragar en el país donde el voto no es obligatorio y que históricamente registra una abstención de más del 50 por ciento.