Para el ex vocero del gobierno de Andrés Pastrana (1998 - 2002) en el Caguán, Fabio Valencia Cossio, las FARC siguen siendo arrogantes y a pesar de estar golpeadas, hoy cuentan con el apoyo de Venezuela.
En lo primero que insistió el presidente Juan Manuel Santos, al reconocer acercamientos exploratorios con las FARC, fue en que se debe aprender de los errores del pasado para no repetirlos.
Aunque no lo dijo, es claro que se refería al fallido proceso de paz del ex presidente Andrés Pastrana en la zona de distensión del Caguán, donde Fabio Valencia Cossio estuvo durante más de dos años como vocero y principal negociador del gobierno.
El diálogo con El Espectador, el también ex ministro de Álvaro Uribe habla de esos errores, advirtiendo que el cese de hostilidades debería ser la primera muestra de buena voluntad de la guerrilla.
Asimismo, dice que la presencia de Venezuela y Cuba como garantes es un riesgo, que las FARC siguen siendo arrogantes e insiste en que un eventual proceso de paz debe estar lejos de protagonismos y vanidades de muchos que siempre quieren figurar.
- ¿Cómo analiza el anuncio del presidente Santos de diálogos exploratorios con las FARC?
- Siempre he estado de acuerdo con el diálogo como instrumento de negociación. Me parece que si se dan las condiciones y se trata de una posibilidad seria que conduzca a la paz, no hay ningún colombiano que se oponga o no esté de acuerdo.
Ahora, lo que si no queremos es que esto sea una nueva frustración para Colombia y creo que allí radica la preocupación de todos los colombianos. Después de las experiencias del Caguán y otras que he vivido con las FARC, me parece que todavía falta un trecho para terminar de debilitarlas, aunque debo decir que es un criterio personal y no tengo todos los elementos que pueda tener el gobierno.
Eso sí, me preocupa que el anuncio se haga en un momento en que hay un deterioro de la seguridad y esto puede conducir a que la guerrilla no se presente como se debería presentar: como una guerrilla golpeada y disminuida, sin mucho espacio político.
- ¿Qué errores del pasado, como dice el presidente, no se deben repetir?
- De ninguna manera hay que pensar en una zona de distención. Eso fue un error, pues no se reglamentó debidamente y condujo a que las FARC abusaran y la convirtieran en un terreno para fortalecerse. Afortunadamente el presidente Pastrana paralelamente fortaleció a las Fuerzas Militares y logró el Plan Colombia.
La guerrilla desperdició esa oportunidad e hizo que el país volviera a reclamar mano dura. Ello le permitió al presidente Uribe hacer lo que hizo con la seguridad democrática, logrando restablecer la confianza en las instituciones políticas y democráticas del país.
Creo que el hecho de que se vaya a negociar afuera es importante, la participación de la comunidad internacional es fundamental, pero debe ser una comunidad internacional imparcial.
- ¿Lo dice por Venezuela?
- Sí, y también por Cuba, porque hay unos intereses políticos. Siempre ha habido una conexión histórica de solidaridad de esos gobiernos con la guerrilla y para nadie es un secreto que las FARC están en Venezuela y que han tenido apoyo político y en algunos casos financiero por parte de Cuba.
Son países que tienen un interés en el proceso del lado de la guerrilla y no del Estado colombiano. Durante el proceso del Caguán, cada vez que hablábamos de una participación internacional, la guerrilla pedía a Venezuela. ¿Por qué? Es evidente que con Hugo Chávez son de alguna manera aliados en la lucha política, que él ha querido extender a nivel latinoamericano su Movimiento Bolivariano, incluyendo a Colombia. Es grave vincular gente que tiene intereses políticos y Chávez le va a sacar a esto una tajada en su campaña reeleccionista.
- ¿Es posible negociar en medio de la guerra?
- No se puede negociar en medio del conflicto, ese es un error gravísimo. Debe haber cese al fuego y cese de hostilidades, lo acaba de decir en una muy breve declaración quien era el delegado de la ONU en el Caguán, Jan Egeland.
Eso para nosotros fue fatal. La gente no entendía cómo estábamos dialogando con cierta soltura y tranquilidad con la guerrilla, cuando al mismo tiempo estaban atacando pueblos, haciendo retenes, secuestrando, extorsionando y atentando contra la infraestructura económica del país.
Otro aspecto que me preocupa es que, según lo dijo un medio de comunicación, la discusión se iniciará en Cuba pero con la posibilidad de llevarla a cabo en otros países y que se podrá llamar a personas para que opinen. Eso se va volver una cosa interminable. Y otro error es no ponerle término a las negociaciones. Eso se puede convertir en una ‘dialoguitis’ que no conduce a nada, cuando ya todo está descubierto.
- ¿Cómo así?
- Es que el Caguán cubrió todo eso. Allá fue todo el país y estuvo la comunidad internacional. Ahora lo que hay es que negociar, si es que tienen verdadera voluntad, y definir qué es lo que se va a negociar: si se trata de territorio, si van a pedir sitios donde puedan tener una especie de representación política o si se va a cambiar el modelo económico o el sistema político del país, como lo plantearon las FARC en el Caguán.
Hay que ver si lo que quieren es pasar de una democracia de libre empresa a un socialismo como el de Chávez. ¿Será que el país está dispuesto a eso? Yo creo que las experiencias que hemos tenido necesariamente hay que tomarlas en cuenta, porque por lo que se ve, se trata de un esquema igualito al del Caguán.
- ¿La alianza de las FARC con bandas criminales en algunas regiones puede ser un obstáculo?
- Sin duda y es que si se da el cese de hostilidades, viene un problema adicional igualmente grave y es que tiene que haber una verificación clara, lo cual, en las actuales condiciones de la guerrilla, es muy difícil de hacer. ¿Cómo se va a verificar eso? ¿Quién lo va a hacer? ¿Si se rompe el cese el fuego, cómo distinguir entre la guerrilla pura, si es que existe, y la alianza que hay con las bacrim?
Pero además, hay otra cosa que nadie puede desconocer y es que las FARC están vinculadas claramente con el narcotráfico, y hay otro elemento internacional que también debe sopesar el país y es que cuando nosotros dialogamos en el Caguán, la guerrilla era considerada un movimiento político; hoy es considerada por el mundo entero como terroristas. O sea, el diálogo va a ser con terroristas.
- Se le ve muy pesimista…
- No, estas observaciones las hago con ánimo positivo, porque me dolería mucho que el país volviera a intentar la paz y no la consiguiera. La violencia le ha costado muchas muertes a Colombia y todos queremos la paz, pero no puede ser a cualquier costo.
- Es indudable que las FARC del Caguán no son las mismas de hoy ¿qué diferencias encuentra?
- La guerrilla sigue siendo arrogante. A pesar de los golpes contundentes que han recibido, ellos tienen una manera de enterrar sus muertos y sustituirlos. Allá es: muere el rey, viva el rey.
Como tienen una estructura dinámica y colegiada, simplemente van reemplazando. Y esa guerrilla que esta tan golpeada tiene hoy un factor que no tenía la del Caguán y es la solidaridad y el apoyo de Venezuela. Todo lo que han perdido aquí lo han ganado allá. Por algo el presidente Chávez permanentemente ha querido intervenir en los asuntos internos de Colombia a través del ofrecimiento como mediador de paz.
- Intervención que han aceptado, en muchos casos, los gobiernos colombianos, incluido el de Uribe…
- Pero hoy es ya evidente. Lo está diciendo el ministro de la Defensa, así lo regañe la Canciller. Están allá y están a sus anchas, protegidos. Por allá andan dos de los negociadores más importantes que están en la palestra: ‘Fabián Ramírez’ y ‘Joaquín Gómez’.
- ¿Conoció en el Caguán a ‘Timochenko’? ¿Es alguien más inclinado a la solución negociada?
- Él no participó en las conversaciones. Con ‘Alfonso Cano’ se mantuvieron alejados. Quien dirigió las conversaciones fue ‘Raúl Reyes’ y a la sombra estuvo ‘Tirofijo’.
Pero les digo algo más: si uno mira hoy retrospectivamente lo del Caguán, ellos tenían más interés en el acuerdo humanitario y en lograr algunos acuerdos, más que en el tema mismo de la negociación política. Si hubiera habido una real vocación de negociar, con dos años y medio de conversaciones, creo que se hubiera logrado algo. Por eso digo que esto no debe durar más de seis meses, Más allá es carreta.
- De los negociadores que hoy se mencionan ¿a quién conoció?
- A ‘Andrés París’, ‘Joaquín Gómez’ y ‘Fabián Ramírez’, que fueron protagonistas desde el principio, con ‘Raúl Reyes’. Ellos fueron los tres que pesaron, aunque todos son iguales y actúan colegiadamente. Cuando veo que se habla ahora de que iba a haber cinco plenipotenciarios, no creo eso.
En las FARC todo es al referendo del Secretariado. Cada vez que nosotros llegábamos a un acuerdo en la mesa, teníamos que esperar que ellos lo llevaran al Secretariado. Ese es otro problema de la negociación, si no hay realmente delegados plenipotenciarios que puedan tomar decisiones de lado y lado, será muy complicado lograr acuerdos.
- ¿En qué sentido iban los acercamientos o exploraciones que se hicieron en el gobierno Uribe con el ELN y las FARC?
- Hay que aclarar una cosa: desde un principio el presidente Uribe tuvo abiertas las puertas de la negociación, tanto para los acuerdos humanitarios como para un posible acuerdo de paz, con una condición: que ello tenía que ser sobre la base del cese al fuego y de hostilidades. Lo que él llamaba el cese de los actos criminales.
Yo nunca tuve reuniones, como lo ha dicho un medio de comunicación, directamente con la guerrilla, sino con delgados suizos, entre ellos Jean Pierre Gontard, quien estuvo muchas veces en mi casa. También me reuní con funcionarios de la cancillería suiza. Se buscaron caminos, pero siempre dentro del espíritu de la seguridad democrática.
- ¿No hubo algo en Roma también?
- Sí, en alguna oportunidad estuvo Luis Carlos Restrepo en Roma, con autorización del presidente, como también antes de posesionarse Uribe y por solicitud mía, él se entrevistó con la comunidad de San Egidio, que ha participado en 10 procesos de paz a nivel mundial, muchos exitosos. Se les dijo lo mismo a las FARC, pero nunca hubo respuesta. Y en lo que a mí me correspondió, eso nunca fue secreto.
- ¿Usted no estuvo en una ronda de negociaciones con el Eln en Cuba?
- Nunca.
- ¿Es válido decir que los recientes ataques de las FARC son un intento de mostrarse fuertes de cara a una posible negociación?
- Eso siempre lo han dicho, pero es que llevamos dos años de demostraciones. Si uno analiza, el incremento de las actividades terroristas de las Farc comienza en 2010. Lo que creo es que ellas consideran que están en guerra y están haciendo la guerra.
- Un tema que necesariamente estará en la mesa es el de la participación política ¿qué piensa?
- Hay un elemento también que es distinto al de la época del Caguán: hoy el Tratado de Roma está totalmente vigente y eso implica que todos los crimines de lesa humanidad no pueden quedar impunes.
- ¿Y el llamado Marco Legal para la Paz no podría subsanar eso?
- Es que no pueden quedar impunes, tiene que haber una condena. Puede que haya algunos subrogados penales, pero si no se juzga, la competencia la tiene la justicia internacional. Por eso el presidente Pastrana aplazó por siete años la aplicación del Tratado de Roma en Colombia, pensando en la posibilidad de hacer la paz.
- Es que es difícil pensar, por ejemplo, que ‘Timochenko’ va a dejar las armas para irse así sea cinco años a una cárcel…
- Por eso le digo que el marco jurídico cambió totalmente, que las condiciones han variado y hay que tener en cuenta todos esos aspectos para demostrar que este juego no es como tan fácil como se quiere hacer aparecer. Dios quiera que se logre la paz, pero no es fácil.
- ¿Usted cree que los intentos de paz del presidente Santos apuntan a su reelección?
El tema de la paz es muy atractivo, a todo el mundo le gusta, pero sinceramente no creo que alguien anteponga su interés personal al interés de todos. Me resisto a creer que ese el propósito y si es así, sería muy mezquino.
- ¿Cree que es necesario involucrar a las víctimas y a la sociedad civil?
Depende de lo que se vaya a negociar. Como le digo, si va a ser el sistema político, sería de una dimensión que superaría inclusive la capacidad misma de compromiso del propio presidente de la República.
Ahora, si se trata de la manera como se van a desmovilizar y a entregar las armas, eso es otra cosa. Según lo que sale en los medios, se están metiendo en una agenda de fondo, como la que quedó planteada en el Caguán y siendo así, según los tiempos de la guerrilla, podemos estar en tres años hablando del primer punto.
- ¿Cómo ve a Sergio Jaramillo, quien supuestamente está liderando hoy los acercamientos?
- Todo depende del poder de autonomía que tenga quien vaya a negociar. Al final, el presidente es quien tiene el poder real y el que toma las decisiones. Aquí puede haber un excelente negociador pero tiene que tener poder y un diálogo permanente con el presidente. Un acuerdo de paz implica decisiones de Estado que solamente el presidente puede asumir. Mejor dicho, todo depende del liderazgo presidencial.
- ¿Y le ve ese liderazgo a Santos?
- No sé, por ahora se está proponiendo solo el mecanismo y no me quiero adelantar. No quiero ser crítico y lo que digo es porque estoy preocupado como colombiano. Siento la obligación moral y política de hacerlo.
- ¿Qué tan fundamental es la discrecionalidad?
- Ese fue otro error, lo de los medios de comunicación fue fatal, porque el Caguán se convirtió en una pasarela de vanidades. Con decirle que los guerrilleros se cambiaban el camuflado y se bañaban para salir en televisión. Esto tiene que ser discreto pero no puede ser secreto. La opinión pública tiene el derecho de estar informada, pero sin protagonismos. Las cosas de fondo tienen que saberse en que van.
- El ex presidente Uribe ha sido crítico diciendo que se van a negociar con terroristas, olvidando que el negoció con quienes cometieron las peores masacres en este país, los paramilitares ¿de verdad toca tragarse muchos sapos para alcanzar la paz?
- Toda negociación implica eso. Yo creo interpretar al presidente Uribe en el sentido de que lo que está diciendo es que no ve real voluntad política de negociar en la guerrilla. Eso fue lo que faltó en el Caguán, allí hubieran podido hacer una negociación muy buena para el país e incluso para ellos, y no quisieron creyendo que dilatando iban a llegar al poder por sus propios medios.
Ahora hay que preguntarse si de verdad quieren la paz o es una estrategia para fortalecerse.
- ¿Santos rompió con los huevitos de Uribe?
- Pregúntenle al presidente Uribe, por qué son los de él.
La paz con las FARC de cara a la justicia internacional.
- Los recientes ataques de las FARC son un intento de mostrarse fuertes de cara a una posible negociación?
- Eso siempre se ha dicho, pero es que llevamos dos años de demostraciones. Creo es que ellas consideran que están en guerra y están haciendo la guerra.
- Un tema clave es el de la participación política, ¿qué piensa?
- Hay un elemento que es distinto al de la época del Caguán: hoy el Tratado de Roma está totalmente vigente y eso implica que los crímenes de lesa humanidad no pueden quedar impunes.
- ¿Y el llamado Marco Legal para la Paz no podría subsanar eso?
- Es que no pueden quedar impunes, tiene que haber una condena. Puede que haya algunos subrogados penales, pero si no se juzga, la competencia la tiene la justicia internacional. Por eso el presidente Pastrana aplazó por siete años la aplicación del Tratado de Roma en Colombia.
- Es difícil pensar, por ejemplo, que ‘Timochenko’ va a dejar las armas para irse, así sea, cinco años a una cárcel…
- Por eso le digo que el marco jurídico cambió totalmente, que las condiciones han variado y hay que tener en cuenta todos esos aspectos. Dios quiera que se logre la paz, pero no es fácil.
“La paz hay que sembrarla”: presidente Santos
El presidente Juan Manuel Santos siguió dando durante este fin de semana puntadas de sus intenciones de paz.
El sábado, en la inauguración de la Plaza del Café, en Génova (Quindío), dijo que lo que quiere su gobierno es ir “sembrando la paz” con políticas como la de reparación a las víctimas, la de restitución de tierras, en el ámbito internacional, la atención a los más pobres, el programa de viviendas gratis, el aumento en la cobertura del servicio de salud y la gratuidad educativa para los estudiantes del grado cero al 11, entre otras.
“La paz no se da de un día para otro, hay que sembrarla y hay que estimularla”, manifestó el jefe de Estado, enfatizando en que conseguir la reconciliación es uno de los deberes de todos los gobernantes, lo cual parte de generar prosperidad y distribuirla entre todos los ciudadanos.
“En la medida en que el Gobierno Nacional, los gobiernos departamentales y también los alcaldes, trabajemos juntos para lograr ese objetivo, lo vamos a lograr”, puntualizó.