Si bien la Fiscalía fue enfática en endilgarles responsabilidad por los presuntos delitos de peculado por apropiación, cohecho, fraude procesal, falsedad documental y concierto para delinquir, los abogados de quienes se consideran víctimas de su defraudación se mostraron dispuestos a no ceder un ápice en sus reclamos.
No la tienen fácil los primos Miguel, Guido y Manuel Nule.
Es la primera conclusión de la intensa audiencia de imputación de cargos en su contra, que desde la tarde de este jueves se desarrolló en los juzgados de Paloquemao.
Si bien la Fiscalía fue enfática en endilgarles responsabilidad por los presuntos delitos de peculado por apropiación, cohecho, fraude procesal, falsedad documental y concierto para delinquir, los abogados de quienes se consideran víctimas de su defraudación se mostraron dispuestos a no ceder un ápice en sus reclamos.
Desde la una de la tarde, la antesala de la esperada audiencia se delineó a traves de un hervidero humano apostado en los umbrales de los juzgados de Paloquemao. Tanto que fue necesario cambiar la sala de audiencias para albergar a todos los que querían estar presentes.
Ante el tropel de gritos, reclamos e improperios, el juez Juan Pablo Lozano impuso su autoridad y advirtió que no iba a permitir que la audiencia se convirtiera en un circo. Dos horas más tarde, vestidos de saco y corbata, pero portando chalecos antibala, ingresaron los Nule.
Con ellos llegó el cuñado de Manuel, Mauricio Galofre. Luego, en su primera actuación, el abogado de los Nule, Andrés Garzón, se opuso a que sus clientes aportaran los generales de ley por razones de seguridad. Pero si este detalle causó sorpresa, más desconcierto crearon varios ediles del Distrito declarándose víctimas, y después los abogados de la aseguradora Seguroexpo argumentando el mismo derecho porque fue la firma que terminó respondiendo en uno de los contratos incumplidos en Bogotá.
El juez Lozano no aceptó el reclamo de los ediles, reveló que contra dos de los imputados, Rafael Hernández y Alberto Calderón, no habría imputación porque estaban en proceso de conciliación con la Fiscalía y, casi a las cuatro de la tarde, la diligencia contra los Nule cobró forma.
Entonces el fiscal Germán Pabón resumió el monto de los contratos en el Distrito que tuvieron los Nule y entraron en caducidad, para advertir que en medio de su crisis, los Nule se dedicaron a prestarse dinero entre sus empresas para blindar y disimular riesgos.
En ese momento, el fiscal Pabón comenzó a detallar las conductas ilegales. Habló del manejo ilegal de los anticipos en los contratos de la Fase III de Transmilenio y la malla vial; detalló cómo se configuró el peculado por apropiación en calidad de intervinientes en la conducta de los Nule, sacando a relucir la evasión de impuestos. Después mencionó las dádivas que le otorgaron al subdirector técnico del IDU, Inocencio Meléndez, con lo cual incurrieron en un presunto cohecho. Tras detallar cada conducta ilegal, el fiscal Pabón tasó la máxima pena en 15 años.
Los detalles de la multimillonaria defraudación abundaron. La forma como utilizaron los anticipos para hacerse préstamos, adquirir empresas, cubrir contratos o pagar comisiones.
Una camioneta y un apartamento que supuestamente le dieron a Inocencio Meléndez para pagar sus favores y $4.500 millones más que nunca se concretaron porque se vino el escándalo.
El fraude procesal, la alteración de documentos, la unión de voluntades para cometer delitos y la condición semejante del cuarto abordo: el cuñado Mauricio Galofre.
Cuando les llegó el turno a las víctimas, el asunto se puso más duro para los Nule. En representación del IDU, el abogado Camilo Sampedro, expuso por qué como contratistas los Nule deben responder como funcionarios que manejaron dineros del Estado; y después los voceros de la firma Segurexpo también contraatacaron pidiendo que las conductas de quienes les hicieron pagar por lo que defraudaron deben ser agravadas porque malversaron dineros públicos que tenían como destino el interés de todos los ciudadanos.
El representante de Segurexpo, Carlos Gómez, fue más allá y reclamó que a los Nule les imputaran cargos de enriquecimiento ilícito y lavado de activos. El momento fue difícil y los abogados de los Nule argumentaron que sus clientes ya habían dado muestras de colaboración con la justicia regresando al país y acudiendo a la audiencia pública.
En medio de la tensión, empezó a ventilarse la idea del principio de oportunidad y de la posibilidad de que cada uno de los imputados negociara su conducta por separado.
El reloj ya marcaba las nueve y cuarenta de la noche y, después de un receso, el abogado de los Nule pidió dos días para decidir si sus clientes aceptaban los cargos.
La Procuraduría estuvo de acuerdo, pero el abogado del IDU, Camilo Sampedro, se negó rotundamente manifestando que los Nule llevaban muchos años recapacitando. A su vez, el abogado de Segurexpo, Carlos Alberto Gómez, recalcó que la decisión se debía tomar antes de 36 horas porque de lo contrario se estarían desconociendo las leyes y favoreciendo a los procesados.
El fiscal Germán Pabón pidió un justo medio, es decir, “Unas horas más”. Y el juez Lozano, visiblemente incómodo con la situación, manifestó que el abogado de los Nule había empezado pidiéndole veinte minutos, luego tres horas, después treinta minutos más, y que si pedía dos días después iba a reclamar un mes.
Entonces, utilizando una frase coloquial observó que lo mejor era que “el justo medio era que consultaran con la almohada” y que volvieran a las ocho de la mañana con una decisión muy clara sobre su suerte inmediata.
Así las cosas, cuando el reloj marcaba las 10:03 de la noche, el juez cuarto de garantías, Juan Pablo Lozano, levantó la audiencia y ordenó que se reanudara este viernes a partir de las dos de la tarde, a solicitud de Guido Nule, después de una rogatoria del procesado, quien argumentó que era muy importante lo que estaban decidiendo. De inmediato, entre comentarios de cansancio, la presencia de los agentes del CTI custodiando celosamente a los procesados y las miradas entre perdidas y nerviosas de los Nule, se disolvió la audiencia.
En la sala de audiencias número cuatro de Paloquemao quedaron los ecos de lo que viene en los próximos días.
El comentario del fiscal Germán Pabón, advirtiendo que hoy sucede es apenas el abrebocas, porque aparte de su despacho hay 14 procesos más contra los Nule por los presuntos delitos de lavado de activos, captación masiva y hasta injuria; o la clara intención de las víctimas de los Nule, sin que aparezca el contingente de acreedores, de que los tres empresarios y su cuñado Mauricio Galofre paguen muy cara su osadía.
Por ahora, los primos Manuel, Guido y Miguel Nule, además de sindicados, son testigos protegidos de la Fiscalía General de la Nación, pero difícilmente van a salvarse de un carcelazo. Pero el asunto apenas comienza y la radiografía de la audiencia de imputación de cargos de ayer demuestra el tono que va a tomar uno de los procesos más sonados en la historia reciente del país. El carrusel de la contratación en Bogotá empieza por fin a develarse, pero se aguardan secretos de otras estaciones donde la corrupción campeó a sus anchas.