Si bien es cierto que, gracias a su abierta política migratoria, Argentina ha sido en la última década un generoso receptor de colombianos, también empieza a ser evidente que están llegando algunos a delinquir.
Las alarmas están encendidas, y así el supuesto plan para atentar contra el expresidente Álvaro Uribe en el teatro Gran Rex de Buenos Aires haya derivado en el hallazgo de un artefacto de bajo poder, las autoridades argentinas han exteriorizado su preocupación sobre lo que algunos medios de comunicación han denominado “la colombianización del país”.
En otras palabras, el incremento de hechos que demuestran coletazos de la guerrilla, el paramilitarismo o el narcotráfico en Argentina.
Si bien es cierto que, gracias a su abierta política migratoria, Argentina ha sido en la última década un generoso receptor de colombianos, en especial estudiantes —incluso hoy se calcula que más de 40.000 nacionales viven en este país haciendo estudios de posgrado o negocios legítimos—, también empieza a ser evidente que están llegando algunos a delinquir. Una sola cifra oficial basta para corroborar esta última sospecha: en lo que corrido del año, 130 colombianos han sido detenidos en Buenos Aires por conductas delictivas.
En principio se han detectado delincuentes dedicados al robo de apartamentos en Buenos Aires u otras ciudades del interior, un dilema que de alguna manera ya enfrentan las autoridades de policía.
Sin embargo, la preocupación mayor, que ya ha sido motivo de reuniones entre el Ministerio de Seguridad y la Embajada de Colombia en la capital argentina, es la presencia del narcotráfico colombiano. No sólo trasladando sus ajustes de cuentas y conexiones con el paramilitarismo, sino también aumentando las redes de lavado de activos.
La primera señal se produjo el 29 de julio de 2008, cuando en el estacionamiento subterráneo del Unicenter Mall, ubicado en el sector de Martínez, al norte de la provincia de Buenos Aires, fueron asesinados a tiros por un sicario motorizado los colombianos Héctor Édilson Duque Ceballos y Alexánder Quintero Gardner. El primero de ellos, conocido como Monoteto, fue socio del extraditado jefe paramilitar Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, y además estaba registrado en los anales delictivos como miembro del grupo ‘Cordillera’.
Semanas antes del doble asesinato, la policía había encontrado los cadáveres descuartizados de dos colombianos y por la misma época trascendió que uno de los hombres más buscados en Colombia, Carlos Mario Aguilar, más conocido con el alias de Rogelio, se había entregado a la DEA en Buenos Aires. Desde entonces, para las autoridades colombianas fue claro que el narcotráfico había encontrado en Argentina una especie de retaguardia para ponerse a salvo de la guerra entre los distintos carteles.
A principios de 2010, una vez más, el narcotráfico colombiano fue noticia en Argentina. En esta ocasión, por la captura en el sector de Palermo del narcotraficante Luis Caicedo Velandia, asociado a la red de Daniel Barrera, alias El Loco. Esta captura permitió desmantelar una poderosa organización en Colombia, pero de paso condujo a nuevas capturas en territorio argentino. Asimismo, permitió aclarar que el asesinato del colombiano Juan Galvis Ramírez en noviembre de 2009 en Buenos Aires, también estaba relacionado con estos hechos.
El 26 de mayo de 2010 el panorama tomó ribetes de escándalo cuando en Mar del Plata fue detenida la exreina de belleza colombiana Ángela Sanclemente, acusada de hacer parte de una organización de narcotraficantes en el sur del continente. Desde entonces se incrementaron las investigaciones en colaboración con las autoridades colombianas y lo sucedido en los últimos meses da cuenta de que el desafío sigue creciendo, así como la reacción de la justicia para neutralizar a los narcos.
Una presión que dio resultados el pasado 6 de abril, cuando en desarrollo de la llamada ‘Operación Luis XV’ fueron capturadas 25 personas que trataban de negociar 280 kilos de cocaína ocultos en muebles de estilo. Once de los detenidos resultaron ser colombianos y la sorpresa fue detectar que entre los aprehendidos se encontraban María Claudia Gómez, esposa del abatido jefe narcotraficante y paramilitar Pedro Guerrero Castillo, alias Cuchillo, y Ruth Martínez, exesposa de El Loco Barrera.
Once días después de la operación, en un sector exclusivo de Buenos Aires fue asesinado otro colombiano. Y resultó ser Héctor Jairo Saldarriaga Perdomo, alias El Mojarro, un personaje con un prontuario criminal de vieja data. Se inició como guerrillero de las Farc en el Meta, llegó a ser uno de los hombres de confianza de alias Romaña en los frentes 27 y 53, pero al llegar a la cárcel Modelo de Bogotá en 2001, entró en contacto con el narcotraficante Miguel Arroyave, quien logró que se cambiara de bando.
Cuando El Mojarro salió de prisión, entró a trabajar con los paramilitares de Arroyave y los narcotraficantes de El Loco Barrera. Hace algunos meses se había salvado de morir asesinado en una cancha de fútbol a la salida de Villavicencio. Desde entonces viajaba a Venezuela, Brasil y Uruguay, pero últimamente residía en Buenos Aires. Las autoridades creen que colaboró con el desmantelamiento de la banda en las que cayeron las esposas de Cuchillo y El Loco Barrera. A este último se atribuye el asesinato de El Mojarro.
La última noticia sucedió apenas una semana después del crimen de El Mojarro. En desarrollo de la llamada ‘Operación Relojes Blancos’, en el sector de Campana, al norte de Buenos Aires, fueron capturados dos narcotraficantes con 23 kilos de cocaína. Uno de ellos era el colombiano Cristian Londoño Cifuentes, de 30 años de edad. Había entrado al país el 12 de febrero y en el momento de su detención se movía en un Alfa Romeo último modelo. Hoy se investigan sus nexos con otras organizaciones del narcotráfico.
Las preocupaciones en Argentina ya son válidas. De hecho, recientemente el Departamento de Estado de Estados Unidos incluyó a este país entre los 67 con más alto nivel de lavado de dinero. Pero también están quedando evidencias de que desde Argentina están saliendo contenedores con coca hacia África para terminar en Europa. Como lo dijo el director antinarcóticos de la Policía, general Luis Alberto Pérez, los narcotraficantes colombianos han querido sentirse seguros en el país austral. No obstante, para las autoridades argentinas, este refugio debe terminar.