La rueda de prensa que siguió al acto oficial de instalación de la mesa de diálogo reflejó las tensiones subyacentes que existen tras el compromiso asumido por ambas partes este año para buscar la paz en el país sudamericano.
Hurdal, Noruega. Colombia y las FARC mostraron este jueves las profundas diferencias que deberán zanjar para firmar un acuerdo de paz, luego que el delegado del gobierno rechazó por completo discutir el modelo de desarrollo económico del país como planteó la guerrilla en el inicio del diálogo en Noruega.
Las conversaciones se trasladarán a Cuba partir del 15 de noviembre, donde se comenzará a tratar confidencialmente el capítulo agrario, el primero de la agenda pactada en este nuevo intento por poner fin al sangriento conflicto de casi medio siglo que ha cobrado miles de vidas.
La rueda de prensa que siguió al acto oficial de instalación de la mesa de diálogo en Hurdal, un poblado en las afueras de Oslo, reflejó las tensiones subyacentes que existen tras el compromiso asumido por ambas partes este año para buscar la paz en el país sudamericano.
"Quiero reiterar a propósito de la cuestión minero energética que no estamos discutiendo el modelo de desarrollo económico, no estamos discutiendo la inversión extranjera", dijo el jefe del equipo del Gobierno, Humberto de la Calle.
"Para que eso se discuta en la agenda colombiana las FARC tienen que dejar las armas, hacer política y ganar las elecciones, pero en este momento eso no hace parte de la mesa", advirtió.
En el proceso, y bajo el principio de "nada está acordado hasta que todo esté acordado", las partes discutirán políticas de desarrollo agrario, garantías para el ejercicio de la oposición política, el fin del conflicto, la solución del narcotráfico y la reparación de las víctimas.
De la Calle dijo que no pretende que las FARC depongan sus ideas sino que luchen por ellas en democracia.
"Este es un momento de esperanza, no es una esperanza ingenua, sabemos que hay dificultades enormes, tenemos una dosis de optimismo, pero es un optimismo moderado", aseguró previamente.
"Creemos que existen oportunidades reales para la paz (...) venimos dispuestos a hacer nuestro mejor esfuerzo", precisó el abogado de 66 años, quien en el pasado tuvo contactos con la guerrilla.
Críticas de las FARC. La posibilidad de que se selle un pacto que ponga fin a la lucha armada en el país mantiene a la sociedad colombiana a las expectativa, en una mezcla de sentimientos de esperanza y de escepticismo.
Por su parte, el líder de los negociadores de las FARC, Iván Márquez, criticó las reformas agrarias que impulsa el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, así como la exploración y explotación de petróleo y minerales como el carbón y el oro por parte de empresas multinacionales.
"Hemos venido con un sueño colectivo de paz, con un ramo de olivo en nuestras manos. Venimos a buscar la paz con justicia social para Colombia por medio del diálogo, en donde el soberano, que es el pueblo, tendrá que ser el protagonista principal", dijo Márquez en su primera aparición pública desde el 2007.
"La locomotora minero energética es como un demonio de destrucción socio ambiental que si el pueblo no la detiene en menos de una década convertirá a Colombia en un país inviable", sostuvo el jefe rebelde.
La exploración y explotación de petróleo y minerales ha sido el principal motor de la economía del país de 46 millones de habitantes, que tiene en la exportación de crudo, carbón y ferroníquel a algunos de sus pilares. Colombia creció un 5,9% en el 2011 y espera este año una expansión de al menos un 4,8%.
"En Colombia no hay economía nacional, quienes exportan el petróleo, el carbón, el ferroníquel, el oro y se benefician con ellos son las multinacionales, la prosperidad entonces es de estas y los gobernantes vendidos, no del país", aseguró Márquez.
El naciente proceso es el primer intento en más de una década para buscar una solución política negociada a la confrontación que impide a la cuarta mayor economía de América Latina aprovechar al máximo su auge en los sectores de materias primas, sustentado en la inversión extranjera.
Una serie de duros golpes militares en los últimos años debilitaron a las FARC con la muerte de varios de sus más influyentes comandantes y la deserción de miles de combatientes, pero no lograron el objetivo de aniquilar a la insurgencia.
Ante esa situación, el presidente Santos, después de conversaciones secretas con la guerrilla que comenzaron desde que asumió el poder en agosto del 2010, tratará de romper la racha de fracasos de varios de sus antecesores y lograr la anhelada paz.