Con la Asamblea Nacional en contra se anticipa un choque de poderes en el Legislativo. Oposición dice que llega sin revanchismo. Chavismo comienza a hacer el balance de la dura derrota.
Uno de los temores que surge en Venezuela, tras 17 años de chavismo, es que la oposición ¬gran triunfadora de las elecciones legislativas del domingo¬ tome revancha política. Voces nacionales e internacionales hacen un llamado al diálogo y a la unión para sacar al país de la crisis económica, la inseguridad y la polarización de los venezolanos, razones que llevaron a la sociedad a pasarle la cuenta de cobro al gobierno chavista.
Tras la noche victoriosa, varias voces de la Mesa de Unidad Democrática (que reúne a varios partidos de oposición) descartaron los ánimos revanchistas. Julio Borges, titular del partido Primero Justicia, aseguró que no se iniciará “una cacería de brujas”. El excandidato presidencial y gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, afirmó que “no pondrán sal a las heridas que hay en Venezuela. No venimos con una factura, no venimos a una cacería de brujas ni a restregarle el triunfo a nadie. Nosotros somos los primeros que estamos asumiendo este triunfo con humildad”, declaró Capriles a la emisora Televen.
Sin embargo, declaraciones del sector más radical de la oposición hacen prever que la confrontación está a la vuelta de la esquina. Líderes de la MUD plantearon que los principales objetivos de la nueva Asamblea Nacional serán la revocación del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y una amnistía para los políticos encarcelados. Medidas que, dicen analistas, deberían ser estudiadas con calma. Le recomiendan al nuevo Parlamento atender y presionar la solución de los problemas de la gente.
“El chavismo se toma una cucharada de su propia medicina”, explicó el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León, a la revista Panorama. “La oposición gana en votos y en diputados a la AN por una brecha de 16 puntos y obtiene seguro 108 diputados y pelea cinco más. La batalla por los siguientes cinco diputados no definidos será total, pues cuatro de ellos harían la supermayoría calificada del Parlamento”, analizó León.
Con mayoría calificada (108), la representación parlamentaria puede aprobar leyes habilitantes para el Poder Ejecutivo —como la que actualmente dispone Nicolás Maduro, que le permite legislar en materias de economía y seguridad nacional—; o emitir votos de censura contra los integrantes del gabinete ministerial y el vicepresidente ejecutivo de la República. Pero con la supermayoría (113) la oposición contaría con los votos suficientes para designar o remover a las autoridades de otros poderes, como los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) o los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE). Además, con dos tercios de la Asamblea se pueden promover referendos, reformas constitucionales y asambleas constituyentes. Por eso, dicen analistas, será inevitable un choque de poderes en el país a partir del 5 de enero, cuando tome posesión la nueva Asamblea.
La estrategia de Maduro. ¿Cómo gobernará el presidente con una Asamblea en contra? Desde el chavismo, que apenas asimila la derrota, se levantan voces que advierten que el Ejecutivo tiene poder de veto ante las decisiones que puedan salir del Parlamento.
En declaraciones a la televisión venezolana, el analista político Jesús Silva expresó que si la nueva Asamblea aprueba una ley contra el interés nacional, el presidente ejercería su derecho a vetar esa ley, un escenario hipotético supone grandes movilizaciones del pueblo en la calle”. Ya lo había advertido Maduro antes de las elecciones: “Si se diera ese escenario hipotético negado, negado y transmutado, yo gobernaría con el pueblo, siempre con el pueblo y en unión cívico-militar”.
El abogado constitucional Oleg Oropeza, le dijo al portal Contrapunto que los opositores le podrían torpedear al Ejecutivo la aprobación de créditos públicos y del presupuesto nacional, aunque en este último caso señala que sería para 2017 porque el presupuesto de 2016 quedará sancionado por la actual Asamblea.
“La oposición sabe que si ellos se arriesgan a darle reverso a diversas leyes aprobadas y en vigencia que tienen que ver con políticas públicas del Gobierno a favor de las clases populares, si ellos quisieran retrotraerse en estos temas, es allí donde entra la frase del presidente Maduro de gobernar en unión cívico-militar. La oposición tendría al chavismo en la calle en función de mantener las conquistas sociales de los últimos 16 años, leyes que tienen que ver con políticas públicas, salud, educación y alimentación”, detalló.
Pero hay otras interpretaciones. En el mismo portal, el docente de la Universidad Católica Andrés Bello, Gerardo Fernández, considera que la Asamblea Nacional tiene los mecanismos para obligar al Gobierno a negociar. “Cualquier escenario es complicado para la gobernabilidad del país. Si la AN deroga una ley económica, el Ejecutivo la veta y devuelve al Parlamento, el TSJ decide; pero más interesante es el conflicto financiero de poderes porque el Gobierno no puede vivir sin créditos adicionales”.
¿Qué pasará dentro del chavismo? Tras el reconocimiento de la derrota por parte de varias figuras fuertes dentro del gobierno, vendrá un balance de qué fue lo que pasó. De acuerdo con León, “la derrota contundente afecta directamente al presidente Maduro, quien se percibirá internamente como el principal responsable”. Lo explicaba recientemente Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario: “Nicolás Maduro es la gran víctima del chavismo y el victimario de Venezuela, obligado a sostener una boliburocracia nepotista, no tiene el carisma de su padre político ni es un caudillo electoral”. Eso quedó demostrado el domingo.
Los siguientes días, explica el politólogo John Magdaleno, el chavismo se unirá para aguantar el temporal. “Pero las fracturas internas serán inevitables en el tiempo. Una prueba de fuego para el actual liderazgo chavista”.
Si luego de la posesión de la nueva Asamblea llegara a presentarse un conflicto entre oposición y Gobierno en la AN, el Tribunal Supremo de Justicia, a través de la Sala Constitucional, se convierte en el árbitro. Pero los venezolanos esperan no tener que necesitar un árbitro.