El triunfo de Gustavo Petro en Bogotá despertó en muchos de los antiguos militantes del desmovilizado grupo insurgente el fervor por el proyecto político que una vez fue su gran ideal.
Que la llegada de Gustavo Petro a la Alcaldía de Bogotá activó la cadena de afectos de quienes en el pasado fueron militantes del M-19, es una realidad que se comenzó a vivir desde la misma campaña electoral y que hoy se reafirma en el proceso de empalme que se surte entre los Progresistas y la actual administración de Clara López. Un entusiasmo similar al que se dio de cara a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, que lideró el entonces recién desmovilizado movimiento guerrillero y que en su momento le dio una lección al país de que sí es posible cambiar la historia por fuera de la lucha armada.
Francisco Cardona (quien fuera conocido como Pacho Paz), Héctor Tico Pineda, Jaime Navarro, Belfor García, José Miguel Sánchez, Guillermo Asprilla, Augusto Rodríguez y Mauricio Trujillo son algunos de los ‘ex eme’ que hoy caminan al lado de Petro, acompañándolo en la labor de acoplamiento con la saliente alcaldía y, al mismo tiempo, tratando de construir gobernabilidad en su futuro mandato. No se trata del “resurgir del M-19 como estructura política”, se apresura a aclarar uno de quienes fueran militantes y ahora participa en dicho empalme, pidiendo el anonimato. “Sólo que estando Petro, mucha gente reapareció y se sumó para ayudar”, agrega.
Resurgir o no, lo cierto es que todo está cimentado en la esperanza de que un ‘ex eme’ haya ganado la Alcaldía de Bogotá, después de lo que para muchos fue un rotundo fracaso del proyecto político que en un principio se buscó después de la desmovilización, en marzo de 1990. Porque si bien la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente representó una victoria por los 19 escaños obtenidos, con 992.613 votos, para la elección del nuevo Congreso, en octubre de 1991 el M-19 perdió el 50% de dichos votos, pues obtuvo 454.467, lo que le dio nueve curules en el Senado.
¿La razón? Así la explica Armando Novoa, ‘ex eme’ y hoy director del Centro de Estudios Constitucionales Plural: “En un acuerdo muy controvertido, la Alianza Democrática M-19 y el Gobierno acordaron disolver el Congreso elegido en 1990, convocar elecciones para senadores, representantes y gobernadores en la misma fecha y establecer que los constituyentes quedarían inhabilitados para participar en ellas. Esa fórmula fue desventajosa para los constituyentes, pues su liderazgo colectivo y sus figuras principales quedaban por fuera del escenario político, mientras que los congresistas revocados lograron reagruparse y hacer campaña, no sólo para su retorno, sino también para hacerse al control de los departamentos”.
De los nueve senadores elegidos, sólo dos eran de las entrañas del ‘eme’: Vera Grabe y Eduardo Chávez. Los demás, gente de otras corrientes y que fue puesta de emergencia ante la inhabilidad de quienes habían estado como constituyentes: Carlos Albornoz, Gerardo Ardila, Pedro Bonett, Bernardo Gutiérrez, Mario Laserna, Samuel Moreno Rojas y Aníbal Palacio.
Fue el punto de quiebre y el comienzo de la caída como proyecto político. En las elecciones a Congreso de 1994, el M-19 sólo obtuvo dos curules en la Cámara y ninguna en el Senado. En las presidenciales, su candidato, Antonio Navarro Wolf, alcanzó poco más del 3% de los votos. Con el paso de los años sus más enérgicos militantes se difuminaron en lo que fue el Polo Democrático y una que otra fuerza política minoritaria, e incluso hubo algunos que hasta aterrizaron en el uribismo, caso Rosemberg Pabón Pabón y Everth Bustamante.
Hoy, después de tantos años de desencanto, en un momento político diferente, muchos ven en la figura de Gustavo Petro el resurgir de lo perdido. Se trata -dice Novoa- de un “nuevo espectro cuyo núcleo central es alguna de la gente que viene del ‘eme’, pero hay que tener en cuenta que en el proceso de Progresistas se pegaron muchos que vienen de otros procesos. No se trata pues del revivir del M-19”. Y es en este nuevo escenario donde en la actualidad se da una puja de poder, porque sea como sea -izquierda, centro o donde se quiera ubicar a los progresistas- se trata del juego de la política.
Según conoció El Espectador, hay quienes están tratando de sacar a los que vienen del ‘eme’ y acompañan al alcalde electo en el empalme. “La principal fuerza de trabajo en la campaña fue la gente del antiguo M-19, pero ahora eso lo están utilizando contra nosotros. En este proceso hay distintas procedencias políticas, lo que está en juego es la posibilidad de estar en el gobierno y quieren estigmatizar todo lo que viene del ‘eme’ para deslegitimarlo. Hay malas intenciones en algunos y es como si quisieran colgarle a la gente la lápida del M-19, cuando fuimos los que nos echamos la campaña al hombro”, enfatizó otro de los ex miembros del grupo guerrillero cercanos a Petro, pidiendo también la reserva de su nombre.
Por cierto, en la lluvia de rumores que corren por estos días, el nombre de Antonio Navarro Wolf -junto a Petro, sin duda el dirigente político que más relaciona la ciudadanía con el M-19, como quiera que fue uno de los que negociaron la paz y su candidato presidencial en el 94- suena con insistencia para llegar a la Secretaría de Gobierno del Distrito. “He tomado la decisión personal de hacer lo que pueda para ayudar a la ciudad. Allí me han tratado muy bien siempre. Cuando fui representante a la Cámara, los bogotanos fueron muy generosos conmigo. Por esa razón puedo aportar mi experiencia para que las cosas se hagan bien. Pero le digo que todo está en manos del alcalde electo”, le dijo Navarro al periódico El Tiempo, abriendo la puerta a esa opción.
Otro ‘histórico’ del M-19 que ha sonado para acompañar a Petro es Otty Patiño, quien en estos momentos ya hace parte del gobierno distrital como director del Observatorio de Culturas de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes. Fuentes consultadas por este diario confirmaron que es una persona que goza del aprecio de todos los ‘ex eme’ y que es muy cercano al alcalde electo, aunque hasta el momento no se conoce ninguna señal ni sobre Patiño, ni sobre Navarro, ni sobre nadie, de lo que será el nuevo gabinete de la administración bogotana a partir del 1° de enero.
La expectativa ronda y en algunos sectores hasta se expresan temores por el papel protagónico que podría darles Petro a los ‘ex-eme’ que hoy le hablan de cerca, así no hayan sido combatientes en el monte sino que hubiesen hecho parte de las redes urbanas del desaparecido grupo guerrillero como simples colaboradores, sin empuñar un arma. En una entrevista pasada, el mismo Petro habló de levantar de nuevo una bandera que no debió arriarse y que es la lucha democrática que el M-19 libró contra el Frente Nacional y contra el Estado de Sitio. Y para esos antiguos militantes que hoy lo acompañan, quizás llegó la hora de revivir los ideales que creían sepultados.
El gabinete de Petro: rumores por doquier. Aunque Petro no ha dicho quiénes estarán en su gabinete, son muchos los rumores que corren. Y entre los nombres que se han mencionado están, como era de esperarse, antiguos militantes del M-19 o familiares de estos, algunos reconocidos, otros no tanto.
La lista es larga. Por ejemplo, se dice que Antonio Navarro y Otty Patiño, dos de los que negociaron la paz con el gobierno Virgilio Barco en 1989 y 1990, estarían en las secretarías de Gobierno y de Cultura, respectivamente. También que Héctor Tico Pineda, exconstituyente, podría llegar a algún cargo de importancia. Que Laura García, exesposa de Carlos Pizarro, ha estado en conversaciones con Petro y podría desempeñarse en temas de participación de la mujer. Que Gerardo Ardila, uno de los principales estrategas de la desaparecida guerrilla, podría ser secretario de Educación y hasta que Jorge Iván Ospina, hijo de Iván Marino Ospina -quien fuera uno de los principales líderes del ‘eme’-, llegaría a la Secretaría de Salud.