Esta semana fue detenido en Miami por fraude inmobiliario, pero tiene una larga historia en la organización del cartel del norte del Valle. Parte de su historia fue contada en la serie de TV ‘El cartel de los sapos’.
Sin que trascendiera mucho, el pasado jueves fue detenido en Miami por fraude inmobiliario el médico colombiano Carlos Ramón Zapata. Un fiscal de Florida lo sindicó de participar en una empresa ilegal que, a través de documentos falsos, defraudó a varias firmas hipotecarias. También se le acusó de lavar dinero. Lo que no se dijo en los reportes policiales fue que junto a él fue arrestado Víctor Julián Patiño Asprilla, hijo del narcotraficante Víctor Patiño Fómeque, y que el propio Zapata tiene una larga historia en el mundo de la mafia.
Nacido en Pamplona pero criado en Medellín, Carlos Ramón Zapata estudió medicina en la Pontificia Universidad Bolivariana, pero al tiempo que empezó a ejercer su profesión se vinculó al narcotráfico, primero en Antioquia y después en el norte del Valle, en momentos en que esta organización tomó el liderazgo del envío de toneladas de cocaína hacia Europa. Era el momento en que las autoridades estaban concentradas en combatir el cartel de Cali y los narcos del norte del Valle se habían convertido en los zares del ilícito negocio.
Pero así como los grandes capos de las dimensiones criminales de Orlando Henao o Víctor Patiño Fómeque prosperaban en la actividad, a su sombra también empezaron a hacerse millonarios los más jóvenes de la organización, entre quienes estaban Juan Carlos Ramírez, alias Chupeta; Árcangel Henao, Andrés López, alias Florecita; Miguel Solano y el mismo Zapata, que por obvias razones empezó a ser llamado El Médico. Como él mismo lo reconoció, en un año llegaron a coronar hasta 40 toneladas de cocaína desde el Pacífico en rutas hacia Europa y Estados Unidos.
El negocio marchó sin inconvenientes hasta que vinieron las guerras intestinas. Aunque al tiempo de la captura de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, entre junio y agosto de 1995, los más notorios capos del norte del Valle se habían entregado a la justicia para saldar sus cuentas con exiguas penas, a causa de las delaciones y las suspicacias por el manejo del poder empezaron a matarse. El primero en caer fue Efraín Hernández, alias Don Efra, en noviembre de 1996, pero ese mismo año se dieron dos atentados que marcaron el rumbo de la mafia.
El primero en marzo de 1996, cuando en la vía entre Cali y Rozo fue baleado Wílber Varela, alias Jabón, jefe de sicarios de Orlando Henao, alias El Hombre del Overol. Se salvó de milagro por la reacción de sus escoltas Javier y Luis Enrique Calle Serna, quienes lo llevaron herido a una clínica de Cali. Dos meses después, estos mismos sujetos ingresaron a bala al restaurante Rodizio Río de Enero y asesinaron al cuñado de Miguel Rodríguez y a tres de sus escoltas. El hijo del capo, William Rodríguez Abadía, sobrevivió mal herido.
Al tiempo que las mafias de Cali y el norte del Valle libraban su guerra sin cuartel, los desapercibidos como Carlos Ramón Zapata disfrutaban las utilidades del negocio y hacían los suyos. Según lo relataría años después, por esa misma época Zapata importó de España un programa para realizar experimentos y buscar un tratamiento contra el sida. Compraba de contrabando micos del Amazonas para realizar sus exámenes, en compañía de otros dos médicos. De paso, seguía vinculado con los narcotraficantes y su red de negocios ilícitos.
A finales de 1997, producto de la presión de Estados Unidos, vía Congreso, el gobierno Samper revivió la extradición de nacionales. Este nuevo ingrediente incentivó aún más la violencia entre las mafias de Cali y el Valle. Con diferencia de pocos días, a finales de 1998 fueron asesinados los capos Hélmer Pacho Herrera y Orlando Henao. El primero en la cárcel de Palmira y el segundo en La Picota de Bogotá. Un año después, en octubre de 1999, vino la ‘Operación Milenio’, fueron capturados más de 30 narcotraficantes y se formó la estampida.
Aunque temporalmente cesó la guerra mafiosa, todos terminaron huyendo de la extradición. Entre ellos Carlos Ramón Zapata y quienes como él no eran muy conocidos. Pero como la avaricia rompe el saco, algunos de los narcotraficantes que habían saldado sus penas con la justicia volvieron a reincidir. El caso más notorio fue el de Víctor Patiño Fómeque, quien después de activar sus rutas, fue capturado en abril de 2002 y extraditado a Estados Unidos en diciembre del mismo año. No tardaría en reiniciarse la guerra a muerte.
Con unas nuevas condiciones judiciales, a cambio de su delación Patiño Fómeque recibió beneficios. Pero este camino, que pronto empezó a ser imitado por otros mafiosos, fue considerado por los nuevos capos como una traición y la réplica fue violenta. La familia de Patiño sufrió las consecuencias y el nuevo capo de capos en el Valle, Wílber Varela, impuso su ley. Su principal opositor fue Diego León Montoya, alias Don Diego, y entre ‘Rastrojos’ y ‘Machos’, sicarios de ambos bandos, sembraron la muerte en el occidente del país.
En parte huyendo de la guerra y también para saldar sus cuentas en Estados Unidos, uno de los primeros en migrar y entregarse a la justicia norteamericana fue Carlos Ramón Zapata. Por cosas del destino terminó compartiendo celda con Andrés López, alias Florecita. Zapata dice que él empezó a escribir un libro sobre su vida, pero que se lo mostró a López, quien decidió salirle adelante y escribió el suyo. Se tituló El cartel de los sapos, que fue un best seller editorial y luego un éxito en la serie del Canal Caracol del mismo nombre.
Con un elenco de lujo, la serie de televisión contó los pormenores de un cartel de narcotraficantes que terminó diezmado por las delaciones y los asesinatos. El papel de Carlos Ramón Zapata fue encarnado por el talentoso actor Andrés Parra, quien a cambio del alias de El Médico, actuó bajo el seudónimo de Anestesia. La ficción resultó taquillera, pero la realidad siguió siendo violenta. Sólo que los dos colosos de la guerra terminaron mal. Wílber Varela fue asesinado en enero de 2008 y Diego León Montoya extraditado a finales de ese mismo año.
El heredero del cartel del norte del Valle, ahora llamado la banda de ‘Los Rastrojos’, es Javier Antonio Calle Serna, alias Comba o Combatiente. Su mano derecha es su hermano Luis Enrique, pero su monopolio criminal fue súbitamente alterado por el retorno de otro capo dispuesto a recobrar su poder: el mismísimo Víctor Patiño Fómeque, quien cumplió sus cuentas con la justicia de Estados Unidos en junio de 2010. Ahora, no se sabe si desde Colombia o desde México, está vengando lo que le hicieron a su familia.
Y tiene como principal apoyo a alias Martín Bala, quien además de haber sido uno de los lugartenientes de Diego León Montoya, y por ende enemigo a muerte de Jabón y por supuesto de los Comba, quiere cobrar su propia venganza como quiera que fue víctima de un atentado en agosto de 2005 en Cali y tuvo que pasar varios años en Europa. Se dice que volvió el año pasado y que se unió a Víctor Patiño para combatir a sus archienemigos de ayer y socios de los años 90 en el tenebroso cartel del norte del Valle.
En estas vueltas, según las autoridades, en los últimos meses viajó a Colombia en dos ocasiones Víctor Julián Patiño Asprilla, el hijo de Víctor Patiño Fómeque, para orquestar planes con Martín Bala. Sólo que el jueves pasado fue arrestado en Miami junto a Carlos Ramón Zapata, quien después de saldar sus cuentas con la justicia, demuestra una vez más que el que entre la miel anda, algo se le pega. Se dice que fue el hombre que le guardó el dinero a Patiño Fómeque. Lo cierto es que por ahora tendrá que responder por fraude y lavado de dinero.
La entrega de los hermanos ‘Comba’. Desde hace cerca de un mes, entre autoridades, abogados y narcotraficantes viene surgiendo el rumor de que los hermanos Javier Antonio y Luis Enrique Calle Serna estarían en negociaciones para entregarse a la justicia de Estados Unidos. Según el diario El País de Cali, los encargados de manejar el asunto por parte de la justicia norteamericana son la fiscal Carolyn O’Connor del Distrito Este de Nueva York (Brooklyn) y dos agentes especiales de la DEA.
Aunque algunas autoridades en Colombia han negado que exista negociación para una futura entrega, el diario vallecaucano ha señalado que Javier Antonio Calle Serna ya cuenta con la asesoría de abogados tanto en Colombia como en Estados Unidos y todo se encamina a un eventual desmantelamiento de la organización, garantías jurídicas y protección de los familiares.
Calle Serna y nueve hombres de su grupo son acusados por tráfico de 25 toneladas de cocaína, lavado de dinero y asesinato.
El sometimiento de Víctor Patiño Fómeque. El 24 de junio de 1995 se entregó a las autoridades el narcotraficante Víctor Patiño Fómeque. En el momento de su rendición, alías El Químico tenía orden de captura por los delitos de narcotráfico y enriquecimiento ilícito. Era el gobierno del entonces presidente Ernesto Samper y su ministro de Defensa, Fernando Botero.
Patiño fue miembro de la Policía Nacional, pero una vez se retiró de la institución registró un inusitado aumento patrimonial. Con sólo educación básica primaria, casi de la noche a la mañana resultó propietario de empresas de inversiones financieras, exportadoras mineras, hoteles, firmas pesqueras y embarcaciones.
Una vez se produjo su entrega había expectativa entre las autoridades por la de otros capos del narcotráfico, como Miguel Rodríguez Orejuela, José Santacruz Londoño, Hélmer Pacho Herrera y Phanor Arizabaleta. Patiño manejaba en el cartel la refinación de la droga en el Chocó.