Un evangelista de mensaje redentor, una panadera que rehuye los medios, un ex compañero de armas de Chávez y un sindicalista desencantado son los "otros" contendores por la silla presidencial de Miraflores.
Caracas. Cualquiera que siga la campaña electoral venezolana creería que no hay más voces que las del presidente Hugo Chávez y su rival Henrique Capriles; pero en medio de la feroz polarización, un insólito grupo de candidatos sueñan con dar la sorpresa en los comicios de octubre desafiando todas las probabilidades.
Un evangelista de mensaje redentor, una panadera que rehuye los medios, un ex compañero de armas de Chávez, un sindicalista desencantado con la revolución e incluso una educadora que promete un millón de dólares para cada venezolano son los "otros" contendores por la silla presidencial de Miraflores.
El propio mandatario se consagró como la viva historia de la "cenicienta electoral", cuando tras salir de la cárcel por su fallida asonada de 1992 inició una travesía política por el desierto casi sin recursos y escaso eco en los medios para, contra todo pronóstico, acabar arrasando con seis décadas de bipartidismo en 1998.
Pero, a menos de dos meses de la cita con las urnas, Venezuela se debate únicamente entre el militar retirado y el joven gobernador. Casi todos los sondeos dan una ventaja de dos dígitos al líder socialista, pero ningún estudio le da más de un uno por ciento al resto de los pretendientes en conjunto.
"Nosotros somos una alternativa. Sembramos el cristianismo como opción de vida, como opción política y económica frente al capitalismo y el socialismo", dijo a Reuters Luis Reyes, quien desde su pequeña oficina en el centro de Caracas no desiste en su visión de fundar la República Cristiana de Venezuela.
El programa de su partido Organización Renovadora Auténtica (ORA) propone medidas tan excéntricas como el desarme total del país, incluyendo a los cuerpos de seguridad del Estado, y la supresión del Impuesto al Valor Agregado (IVA).
Por su parte, el líder sindical Orlando Chirinos se muestra más combativo y se define como un "guerrero principista e intransigente" que acusa a Chávez de "desprestigiar el socialismo".
Su promesa de impulsar una "verdadera revolución" cuenta con postulados como dejar el 100% del sector petrolero en manos del Estado a través de empresas dirigidas directamente por los trabajadores y obreros de la industria.
Sin recursos, pero con esperanzas. Sin recursos para pagar espacios publicitarios o impulsar una campaña a nivel nacional, los aspirantes alternativos recurren a la ayuda de familiares y amigos, y al esporádico acceso que puedan tener en los medios para propagar su mensaje.
Paradójicamente, la panadera y abogada María Bolívar evita las entrevistas para promocionar las bondades de su "Partido Democrático Unidos por la Paz y la Libertad", cuyo comando general está ubicado en la planta alta de su negocio en Maracaibo, la segunda mayor ciudad del país petrolero.
"Juntos todos los venezolanos y Dios ayudaremos a crear una Venezuela próspera para tener un mejor país donde siempre va a haber unión, paz y libertad", dijo Bolívar a un medio local en una de sus escasas declaraciones, cuya campaña parece limitarse a un gigantesco cartel en su panadería "Mayami".
Los que pueden, recurren a su prominencia pública, como Yoel Acosta Chirinos, militar retirado conocido por su participar en el golpe de Estado que lideró Chávez. El aspirante rompió con el oficialismo y propone volver a los orígenes del "movimiento bolivariano".
Expertos apuntan a que estos "candidatos sin posibilidades" son un fenómeno común en las democracias con polos dominantes y sus motivaciones son tan diversas como los propios postulantes y van desde el deseo de figurar a cumplir un sueño personal.
Pero si algo tienen en común estos "outsiders" son las grandes dosis de esperanza que destilan por los poros.
"Capriles y el presidente Chávez tienen todo. Tienen la maquinaria, yo no la tengo", dijo a Reuters Reina Sequera, una educadora que ha optado por llamar la atención con una inusitada y jugosa promesa electoral para solventar los problemas del país: un bono de un millón de dólares para cada venezolano.
"Pero tengo la esperanza, como la tiene ese gran grueso de venezolanos, de ver un país con equilibrio. Nosotros tenemos riquezas para salir adelante", agregó convencida la también ex sindicalista, cuya victoria le costaría al país US$29 billones.