El congreso llega en un momento extremadamente tenso en la región, tras la cuarta prueba nuclear norcoreana en enero pasado, a la que le siguió el lanzamiento de un misil.
Medios internacionales informaron, en octubre de 2015, que Corea del Norte pretendía celebrar a inicios de año, y por primera vez desde 1980, un congreso del gobernante partido comunista. Pero no se sabía ni cuándo se celebraría, ni de qué se trataría la cita, tal y como acostumbra el gobierno norcoreano, obsesionado con regular con exactitud el flujo informativo y manejar a su favor el factor sorpresa.
Como de costumbre, cursaron especulaciones del gobierno surcoreano y la agencia surcoreana de noticias Yonhap, que apuntaban respectivamente al 5 y al 7 de mayo como fechas probables del inicio del presunto mega-evento de miles de delegados (tampoco se sabe aún cuántos miles). Finalmente, Corea del Norte anunció –a través de sus medios estatales– que el congreso comenzará este 6 de mayo, como punto culminante de la gubernamental campaña "70 días de fidelidad", una acción para "apoyar fervorosamente la autoridad del liderazgo".
Tensión en la península coreana. El Partido del Trabajo de Corea (PTC) es la asociación política central del país y cuenta, según estimaciones, con entre tres y cuatro millones de miembros, en una población de alrededor de 25 millones. El congreso llega en un momento extremadamente tenso en la región, tras la cuarta prueba nuclear norcoreana en enero pasado, a la que le siguió el lanzamiento de un misil.
"Se supone que Kim Jong-un quiere dar una señal, mostrar que ha consolidado su poder. Quiere volver a situar al partido en el centro, como la más importante institución política", comenta Eric Ballbach, del Instituto de Estudios Coreanos de la Universidad Libre de Berlín. En este sentido, el estilo del actual mandatario se distancia del de su padre y predecesor, para acercarse más bien al de su abuelo, el "Presidente Eterno" y fundador del Estado Kim Il-sung. "Kim Jong-un quiere emplear más fuertemente al partido en su gestión de gobierno, mientras (su padre) Kim Jong-il confió en el Ejército como la más importante institución", analiza este experto.
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Todo gira en torno a Kim. Kim Jong-un tratará sobre todo de celebrarse a sí mismo en escena, opina Ballbach. "Un congreso del partido se trata generalmente del partido, pero este girará más bien en torno a la persona de Kim. Será más bien una especie de ceremonia de coronación." Al joven mandatario le gusta escenificar. "Está por verse si, además, hay resultados concretos en el sentido de algún cambio o relajamiento político", agrega el estudioso, convencido –eso sí− de que se anunciarán cambios en la cúpula del partido: "Ese es uno de los motivos fundamentales por los que se celebra este tipo de congresos en países socialistas."
Cuando Kim Jong-un asumió el poder tras la repentina muerte de su padre a fines de 2011, era apenas una hoja en blanco. Se repitieron especulaciones sobre si el joven político inexperto podría gobernar o solo sería la cara de un poder en las sombras. "Eso debe acabar de una vez y por todas", aclara Ballbach. "El congreso está pensado como una demostración de poder. Lo mismo que las provocadoras medidas de política exterior de estos últimos meses: la prueba nuclear, los lanzamientos de misiles. Todo gira en torno a dar forma desde ya al legado político de Kim Jong-un."
Rodeado de secretismo. Se trata, también, de cara al exterior, de documentar la unidad popular bajo el liderazgo de Kim. Pero el congreso intenta sobre todo fijar una clara señal en el ámbito doméstico. El VI y hasta ahora último Congreso del PTC tuvo lugar en 1980, aún bajo la batuta del padre fundador del Estado norcoreano, Kim Il-sung, fallecido en 1994. "En aquella oportunidad, Kim Jong-il fue presentado por primera vez ante la opinión pública norcoreana como el sucesor de su padre Kim Il-sung, si bien la decisión había sido tomada ya desde 1972", relata Ballbach.