En el centro de la nueva crisis está la disposición cada vez mayor de Arabia Saudita de confrontar militarmente a Irán y sus aliados desde que el Rey Salman asumió el poder hace un año.
Riad. La última vez que Arabia Saudita rompió relaciones con Irán, después de que su embajada fue atacada por manifestantes en 1988, se necesitó un cambio en el equilibrio de poder de la región que implicó la invasión de Saddam Hussein a Kuwait en 1990 para superar la disputa.
Ahora, es complicado determinar cómo un evento menor podría resolver la rivalidad más amarga de la región, que ha sido un factor determinante en conflictos y riñas políticas en todo Oriente Medio, en momentos en que Riad y Teherán respaldan bandos en oposición.
La expulsión por parte de Riad del embajador iraní tras otro ingreso violento a su sede diplomática en Teherán, esta vez en respuesta a la ejecución en el reino del clérigo musulmán chií Nimr al-Nimr, volvió a encender los ánimos, haciendo aún más difícil de solucionar el conflicto latente.
En el centro de la nueva crisis está la disposición cada vez mayor de Arabia Saudita de confrontar militarmente a Irán y sus aliados desde que el Rey Salman asumió el poder hace un año, de acuerdo a diplomáticos, ya que junto a su hijo, el príncipe heredero Mohammed bin Salman, decidió abandonar años de políticas entre bastidores.
El año pasado, Arabia Saudita intervino militarmente en Yemen para evitar que una milicia aliada a Irán tomara el poder en su vecino del sur y reforzó su apoyo a rebeldes sirios que luchan contra el presidente Bashar al-Assad, un aliado de Teherán. La ejecución de Nimr también es parte de una confrontación abierta con el país islámico, según analistas.
"No permitiremos que Irán desestabilice la región. No dejaremos que Irán dañe a nuestros ciudadanos o a los de nuestros aliados, así que reaccionaremos", dijo a Reuters el lunes el ministro de Relaciones Exteriores saudí, Adel al-Jubeir.
Reacción en cadena. Las decisiones de Arabia Saudita sobre Siria y Yemen también responden en parte al acuerdo nuclear entre Irán y las potencias globales, que permitirá levantar las sanciones sobre la república islámica y en teoría le darán acceso a más fondos e influencia para concretar sus ambiciones políticas.
La crisis que estalló la semana pasada agudizó la rivalidad abierta entre las coaliciones de aliados en Oriente Medio. Algunos de los países que apoyan a Arabia Saudita también cortaron relaciones con Teherán tras el ataque a su embajada, mientras que Irán ha advertido sobre repercusiones.
La reacción en cadena podría complicar las complejas negociaciones sobre la formación de un Gobierno en el Líbano, los esfuerzos por llevar a la mesa de diálogo a las partes en conflicto de Siria, las estancadas conversaciones para poner fin a la guerra civil de Yemen y el proceso de reconciliación entre Bagdad y Riad.
La riña deja al descubierto los puntos de discordia que podrían descarrilar en partes de Oriente Medio donde Irán y Arabia Saudita tienen influencia, mientras Riad utiliza vías diplomáticas en las comunidades árabes y musulmanes en su intento por aislar a Teherán, según analistas.
"Desde 1979 los dos países han luchado en numerosas guerras por poder en Oriente Medio y a menudo intercambian amenazas e insultos. Pero han evitado el conflicto directo y finalmente acceden a una suerte de reconciliación distante", dijo Karim Sadjadpour, socio del programa regional Legado Carnegie para la Paz Internacional.
El conflicto a gran escala es algo que incluso las autoridades más radicales de Arabia Saudita e Irán buscarían evitar. No obstante, esta reciente crisis entre las dos principales fuerzas de la región muestra cómo a veces los sucesos pueden salirse de control y escapar de los planes establecidos.