Diplomáticos estadounidenses han adelantado que no esperan avances espectaculares de la reunión en un lugar no revelado de La Habana.
La Habana. Negociadores de Cuba y Estados Unidos abrieron este miércoles una nueva ronda de conversaciones migratorias, un raro contacto cara a cara opacado por el arresto hace más de un año en la isla de un contratista estadounidense.
Ambas delegaciones comentarían los resultados al final de la jornada, pero diplomáticos estadounidenses han adelantado que no esperan avances espectaculares de la reunión en un lugar no revelado de La Habana.
"Las conversaciones empezaron", dijo una fuente de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana.
La delegación de Estados Unidos es encabezada por Roberta Jacobson, asistente adjunta del Departamento de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental. No quedó inmediatamente claro quién es el negociador cubano sentado del otro lado de la mesa.
Es la cuarta ronda desde que las conversaciones migratorias fueron reanudadas a mediados de 2009 por el presidente Barack Obama tras un paréntesis de seis años.
Pero lo que empezó como un acercamiento entre las naciones sin relaciones diplomáticas plenas se empantanó en diciembre de 2009 con el arresto de Alan Gross, un contratista estadounidense acusado de distribuir en Cuba equipos ilegales de comunicación satelital.
Los negociadores estadounidenses han aprovechado reuniones anteriores para exigir la liberación de Gross, detenido desde hace 13 meses sin cargos. Pero Cuba no respondió.
Estados Unidos dice que el contratista de 62 años estaba facilitando el acceso satelital a internet a grupos judíos en Cuba.
Pero Cuba ha sugerido que podría ser un espía. Gross trabajaba para un programa financiado por el Gobierno de Estados Unidos para promover cambios en la isla de Gobierno comunista.
Las conversaciones del miércoles buscan supervisar un acuerdo migratorio para evitar éxodos como el de los balseros cubanos en 1994.
Una ronda sostenida en La Habana en febrero de 2010 terminó en un incidente cuando los enviados estadounidenses aprovecharon el viaje para reunirse con disidentes, irritando a las autoridades cubanas.