El día libre, otorgado por solicitud del Papa Benedicto XVI en su reciente visita a la isla, se tradujo en calles más tranquilas que de costumbre, pero sólo en una escasa asistencia a misa.
La Habana. Las campanas de las iglesias católicas repicaron este viernes en toda La Habana para recordar la muerte de Jesucristo, mientras los cubanos conmemoraban el Viernes Santo por primera vez en más de medio siglo.
El día libre, otorgado por solicitud del Papa Benedicto XVI en su reciente visita a la isla de Gobierno comunista, se tradujo en calles más tranquilas que de costumbre, pero sólo en una escasa asistencia a misa en la principal catedral de la ciudad presidida por el cardenal Jaime Ortega.
Cerca de 100 personas, varias de ellas turistas, asistieron al evento, pero muchos cubanos podrían haberla visto por la televisión estatal en una transmisión tan inusual para la iglesia y el país como la fiesta en sí.
El Gobierno cubano puso fin a los feriados religiosos después de la revolución de 1959 que puso a Fidel Castro en el poder.
El reinstauró la Navidad como festivo en 1998, por solicitud del entonces Papa Juan Pablo II durante una visita a la isla, y su sucesor y hermano menor, el presidente Raúl Castro, declaró viernes como día libre después del viaje del Papa Benedicto XVI a Cuba la semana pasada.
Aún no se ha decidido si el Viernes Santo se convertirá en un feriado permanente, dijo el Gobierno.
Ortega, quien es arzobispo de La Habana y líder de la Iglesia Católica de Cuba, habló sobre la crucifixión de Cristo en una homilía que se centró en la importancia de la religión y desprovisto de política obvia.
La humanidad ha sido perdonada por Cristo por sus muchos errores, pero aún no ha logrado establecer "un reino de justicia, de paz, de libertad y de amor entre todos los seres humanos", dijo en la catedral de estilo colonial en La Habana Vieja.
Los cristianos, dijo Ortega, aún son perseguidos en muchos lugares del mundo, incluida América Latina, "por haber luchado por la justicia".
Cuando comenzaron a repicar las campanas, él dijo solemnemente, "son las tres y están doblando las campanas de todas nuestras iglesias de La Habana en señal de duelo, porque es la hora de la muerte de Jesús".
Relaciones más cálidas. Las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno cubano han mejorado bajo la presidencia de Raúl Castro, quien ha iniciado reformas económicas desde que reemplazó a su hermano en 2008, las que podrían aumentar el desempleo y conllevar problemas sociales mientras intenta modernizar el sistema de estilo soviético de la isla.
El Papa Benedicto XVI, quien estuvo en Cuba del 26 al 28 de marzo, pidió que la Iglesia pueda ampliar sus programas sociales y educativos, que sostuvo podrían ayudar a la isla en su momento de cambio.
La Iglesia también quiere más acceso a los medios masivos, que son controlados por el Estado, y lo tuvo, al menos el viernes, con la transmisión de la misa. Durante años, la Iglesia estuvo excluida de la televisión, la radio y los periódicos.
Las personas que asistieron a la misa de Ortega dijeron que está ocurriendo una renovación de la religión en el país, que desde 1976 y por 15 años fue declarado oficialmente ateo por el Gobierno. La Iglesia dice que cerca de 60% de los cubanos han sido bautizados católicos, pero sólo 5% asiste regularmente a misa.
"Pienso que, gracias a la visita del Papa, muchas cosas están brotando en Cuba", dijo Rubén Pérez, de 26 años. "Es bueno que se palpe la religiosidad del pueblo, un pueblo que lo necesita mucho", agregó.
Mario González, un santero, estuvo de acuerdo.
Vestido con ropas blancas de la religión afrocubana y rodeado de figuras de sus santos, muchos de los cuales comparte con la Iglesia Católica, miró atentamente la misa en televisión desde su casa en La Habana Vieja, el sector histórico de la capital.
Fue un momento feliz para Cuba después de años de supresión de la religión, declaró.
"Pienso que todo el pueblo religioso está de fiesta en estos momentos", dijo González. "Veo con mucho beneplácito la decisión del Gobierno cubano con la petición del Papa", agregó.
Pero en otros lugares de La Habana, la gente caminaba por el Malecón, el paseo junto al mar de Cuba, trabajaba en vehículos, barría las aceras y jugaba béisbol en los parques.
La mayoría dijo que apreciaba el feriado, que son pocos en Cuba, pero no eran religiosos o nunca iban a la iglesia.
Alma Cabrera, una dueña de casa, dijo que si bien sabía el significado del Viernes Santo, la mayoría de quienes son activamente religiosos en su vecindario en el centro de La Habana son personas de mayor edad.
"Muchos dijeron que lo iban a ver en televisión, pero yo no lo hice. Tuve que lavar la ropa y limpiar la casa", comentó.