Azuaje es uno de los más de 3.000 activistas -principalmente jóvenes- que han sido detenidos desde que comenzaron las manifestaciones contra el presidente Nicolás Maduro a principios de abril, según grupos de derechos humanos. Casi la mitad de ellos permanecen tras las rejas.
Wilmer Azuaje acababa de salir de su oficina a bordo de un automóvil y estaba pasando por una iglesia cuando furgonetas de los cuerpos de seguridad del Estado le cerraron el paso.
Horas después, la madrugada del 3 de mayo, fue puesto en un avión militar con rumbo desconocido. El legislador regional de 40 años, una de las figuras de la oposición más conocidas en el estado natal del ex presidente venezolano Hugo Chávez, no ha sido visto desde entonces.
"Está desaparecido. Lo secuestraron. Hay un silencio total sobre su caso", dijo su madre, Carmen Cordero, que ha estado viajando entre el estado Barinas y la capital, Caracas, para buscar información sobre él en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).
No ha habido ninguna declaración oficial sobre el caso de Azuaje, y las solicitudes de información hechas por Reuters a las autoridades quedaron sin respuesta.
Azuaje es uno de los más de 3.000 activistas -principalmente jóvenes- que han sido detenidos desde que comenzaron las manifestaciones contra el presidente Nicolás Maduro a principios de abril, según grupos de derechos humanos. Casi la mitad de ellos permanecen tras las rejas.
Además, su "desaparición" ha generado protestas diarias a favor de su liberación en Barinas y su caso se ha vuelto tema de conversación en cada mesa de la ciudad.
Los opositores dicen que Maduro se ha convertido en un "dictador" que usa la represión de los cuerpos de seguridad para intimidar a una población harta de las dificultades económicas y que exige elecciones adelantadas.
Pero el sucesor de Chávez juzga los arrestos como una reacción legítima a la "insurrección armada" que lideran opositores para desbancarlo.
Azuaje, un político de carrera que siempre ha coqueteado con la controversia, apoyó al "chavismo" en los primeros años de su gobierno desde 1999. Pero, años después, se separó de Chávez y acusó a sus familiares, cada vez más ricos, de corrupción en Barinas, un estado agrícola en los llanos.
En el 2010, Azuaje fue brevemente puesto bajo arresto domiciliario por agredir a una mujer policía en un incidente relacionado con la recuperación de un vehículo robado.
Un ávido nadador y miembro del partido de oposición Primero Justicia, aspira a postularse a la gobernación de Barinas, actualmente en manos de un hermano de Chávez.
"Ha sido una piedra en el zapato para este Gobierno durante mucho tiempo", dijo su madre, vistiendo una camisa blanca con el rostro de su hijo, antes de conducir a Caracas en su búsqueda.
"EL TERRORISTA DE BARINAS"
Simpatizantes dicen que Azuaje, que también ayuda a dirigir un negocio familiar de comida y turismo, dio un enérgico apoyo a los manifestantes antigubernamentales durante abril, el primer mes de los dos y medio que acumula la ola de protestas.
A menudo, era el único político en el lugar de las protestas, transmitiendo en vivo por redes sociales, dicen.
Funcionarios y partidarios del Gobierno acusaron a Azuaje de fomentar y financiar la violencia, e instaron a investigarlo.
En las redes sociales, algunos lo calificaron de "El Terrorista de Barinas" y "Capitán malandro", mostrando fotos de él junto a presuntos pandilleros, algunos encapuchados.
"Ese señor no es ningún ángel, para nada. Él está detrás de todo esto, así que tiene que pagar", dijo Leonardo González, de 33 años, con una camiseta roja con la imagen de Chávez, en la destartalada capital del estado, también llamada Barinas.
A fines de mayo, la ciudad fue sacudida por el peor episodio de disturbios durante la actual ola de protestas en el país, cuando siete personas murieron y cientos de tiendas fueron saqueadas en una serie de enfrentamientos.
Alrededor de 70 personas han muerto en todo el país.
Azuaje fue visto por última vez siendo embarcado en un avión militar en plena madrugada, después de ser arrestado el día anterior y llevado a la sede local del Sebin con su asistente.
Amigos y parientes gritaron su nombre desde la cerca perimetral. "Ver a la persona que amas tratado así, es atroz", dijo su esposa, Kelly García, abrazando a sus dos niñas en su casa. "El delito de mi esposo es soñar y trabajar por una mejor Venezuela".