El silencio que caracteriza la vida neoyorquina de la ex presidenta chilena es entendido por analistas y colaboradores como un signo de que volverá a su país en el debido momento para convertirse en la abanderada de la oposición.
Se sabe de ella que hoy vive en Nueva York, que mora en Estados Unidos porque es la primera secretaria general adjunta y directora ejecutiva de ONU Mujeres; que junto a su madre interpusieron acciones judiciales por las tortura sufridas por Alberto Bachelet, su padre, en tiempo de dictadura; y que será llamada a declarar por segunda vez por la fallida alerta de tsunami durante el sismo sufrido en febrero de 2010, cuando expiraba un mandato que se había iniciado en 2006. También existe el dato que, en una eventual elección, las ganaría con total tranquilidad. Aunque recién la presidencia de Sebastián Piñera se encuentra en su ecuador, los chilenos ya se preguntan por Michelle Bachelet, figura clave de la política y de la centroizquierda del país. Ella, por ahora, guarda silencio y discreción.
Cuando terminó su labor de cuatro años en La Moneda, Bachelet se marchó a esa encantadora ciudad estadounidense para ponerse al frente de ONU Mujeres, entidad dentro del gran organismo internacional que quedó establecida en julio de 2010. La primera presidenta de la historia de Chile se llevaba en su salida, además, 84 % de aprobación popular. Un apoyo que nunca dejó de hacer sombra tanto en su partido, la Concertación –que vive tiempos de crisis desde antes de la victoria de Piñera tras dos décadas en el gobierno–, como en un oficialismo que está lejos de contar con el calor del pueblo.
“Bachelet va a ser candidata. El hecho de que no haya anunciado su candidatura confirma precisamente sus intenciones. En su puesto en la ONU no puede anunciar su candidatura. Tiene que renunciar primero. Posiblemente renuncie después de las elecciones municipales del 28 de octubre en Chile. Bachelet va liderando las encuestas, así que quiere retrasar el inicio de la campaña lo más posible. Mientras más tarde anuncie ella, más tarde empieza de facto la campaña y menos tiempo tienen sus rivales para alcanzarla y debilitarla”, dijo a El Observador, Patricio Navia, analista chileno de la Liberal Studies de Nueva York y de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales de Santiago.
Las encuestas que nunca faltan muestran esa realidad. La ex mandataria ganaría con amplio margen, de casi 30 puntos, si los comicios se celebraran en estos momentos. Según un sondeo difundido a mediados de julio por el diario La Tercera, Bachelet alcanzaría 42 % de los votos frente al 15 % que obtendría Laurence Golborne, el ministro de Obras Públicas y el político mejor posicionado del gobierno de Piñera. Golborne, quien tampoco ha manifestado públicamente intenciones de candidatearse, fue la cara visible del éxito en el rescate de los 33 mineros del Atacama en octubre de 2010.
"La Concertación no tiene más candidatos. En parte, la poca renovación en la Concertación es resultado del silencio de la propia Bachelet. Si ella hubiera anunciado su retiro de la política, la Concertación habría visto crecer a otros candidatos. Pero mientras ella no anuncie su retiro, hace sombra a otros posibles candidatos”, añadió Navia.
En tercer lugar, con 10 % en la intención de voto, se ubicó un personaje que sí ya ha dicho que se presentará para las elecciones de diciembre de 2013. Se trata de Franco Parisi, un desconocido fuera de Chile, pero que en el país es seguido por sus programas de televisión y radio junto a su hermano Antonino, audiencias que tratan sobre asuntos económicos. Este ingeniero comercial pretende representar a los que no se sienten parte de la Concertación de centroizquierda o de la Alianza de derecha a la que pertenece el presidente Piñera. En el sondeo Parisi superó a figuras con mayor trayectoria política, como Marco Enríquez Ominami (8%) y el ministro de Defensa, Andrés Allamand (7%).
Los chilenos apenas saben de la vida que lleva Bachelet en el barrio de Queens, en Nueva York. Desde hace un año viaja poco a Chile y casi nadie se entera. Sus compatriotas la ven en eventos y actividades de ONU Mujer, órgano que tiene el cometido de trabajar “en materia de igualdad de género y empoderamiento de la mujer en el ámbito mundial y regional”, como afirma su página web. No se llevó a Estados Unidos ni a su madre Ángela Jeria de casi 86 años ni a ninguno de sus tres hijos. La discreción se debe en buena parte a que la política socialista está al frente de una pretendida superagencia que va camino de convertirse en una de las principales entidades dentro de la ONU con un presupuesto de US$ 1.000 millones.
Antes de tomar posesión de ese cargo y después de haber traspasado el mando a Piñera, la ex presidenta recibió el título de doctora honoris causa por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y creó la Fundación Dialoga en Santiago, cuyo objetivo es difundir ideas, reflexiones y diálogo en la arena política, económica y social de Chile. Una plataforma por la que canaliza por ahora, sin exponerse, sus pensamientos y reflexiones sobre el país y el mundo.
Así, ese silencio que caracteriza la vida neoyorquina de Bachelet, es entendido por analistas y colaboradores como un signo de que volverá a su nación en el debido momento para convertirse una vez más en candidata presidencial. Su popularidad se mantiene alta, su carisma prende entre los jóvenes –muchos de los cuales votarán por primera vez a fines del año que viene–, la Concertación precisa de ella para volver a la vida y el gobierno de Piñera transita por caminos tumultuosos, aún golpeado por el estallido social de 2011 con protestas a lo largo de toda la temporada de estudiantes que piden una reforma educativa. Pese a un crecimiento sostenido en los últimos tres meses, el actual jefe de gobierno tiene apenas 36% de aprobación.
El oficialismo sabe que si Bachelet retorna al ruedo, la posibilidad de contar con un segundo mandato consecutivo es casi nula. La ex presidenta, cuyo gobierno fortaleció las políticas sociales aunque no estuvo libre de polémicas (también sufrió una gran marcha estudiantil y una dura resistencia al plan de transporte público conocido como Transantiago), parece ser la única que escapa a un gran descrédito que existe entre los chilenos hacia la clase política.
Las protestas del año pasado, con enfrentamientos entres manifestantes y policías, huelgas y tensión, dejó poso en el ánimo ciudadano. Solo 26% se siente representado por la Alianza de Piñera y 19% por la Concertación, publicó un análisis del diario El País de Madrid. “Según un dirigente de la coalición, que gobernó por 20 años tras derrocar a Pinochet, los cuatro partidos (de la Concertación) habrían tomado caminos separados si no existiera la opción de regresar a La Moneda de la mano de la ex presidenta”, agregó el informe de este periódico español.
En breve, los chilenos tendrán en forma de voto la manera de canalizar sus sentimientos con las elecciones municipales, la primera gran prueba electoral de la administración Piñera. Una mala perfomance en estos comicios agigantaría la sombra de Bachelet y, si acaso, convencería un poco más que su retorno no tiene vuelta atrás.