Tras 70 horas de discusiones, lágrimas e intervenciones, el Senado de Brasil destituyó de la Presidencia a la primera mujer en llegar a este cargo. Es el fin de una era.
Culpable. Ese fue el veredicto que dictó el Senado de Brasil, tras casi 70 horas de debates, acusaciones y lágrimas. La crisis que comenzó en diciembre de 2015, cuando el Congreso decidió aceptar un proceso de impeachment contra la presidenta, Dilma Rousseff, termina con su destitución fulminante.
A partir de este miércoles, Rousseff deja el cargo que ocupa desde diciembre de 2011. Con su salida terminan 13 años de gobierno del Partido de los Trabajadores.
Esta fue la pregunta que hizo el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, quien dirigió los trámites del juicio y por la que Rousseff fue destituída: “¿Cometió la acusada, señora Presidenta de la República, Dilma Vana Rousseff, los delitos de responsabilidad correspondientes a la contratación de créditos en instituciones financieras controladas por el Estado y apertura de créditos sin autorización del Congreso Nacional que le son imputados y debe por eso ser condenada con la pérdida de su cargo y sus derechos políticos por ocho años?”.
61 senadores la encontraron culpable, mientras que 20 votaron por su inocencia. De acuerdo con la Constitución de Brasil, se necesitaban 54 votos de los 81 miembros del Senado para destituir a la mandataria.
Rousseff tiene 68 años y si es inhabilitada por ocho años, como establece la legislación brasileña, sólo podrá volver a presentarse a unas elecciones con 76 años de edad.
Michel Temer, quien asumió como presidente interino desde el 12 de mayo de 2016 cuando Rousseff fue suspendida temporalmente, asume oficialmente la presidencia.
Como nuevo presidente de Brasil, tiene previsto partir esta misma noche o durante la madrugada del jueves hacia China para asistir a la Cumbre del G20, que supondría su estreno en el ámbito internacional, inmediatamente después de ser confirmado en el poder.