Una economía frágil y un profundo disgusto por el estilo llamativo de Nicolas Sarkozy dominaron la campaña, aunque también está en juego el compromiso de Francia de equilibrar sus finanzas públicas.
París. Los votantes parecían preparados para darle la espalda al conservador Nicolas Sarkozy este domingo, en la primera ronda de una elección que podría otorgar a Francia su primer presidente de izquierda en 17 años, en medio de renovados temores por la crisis de deuda en la zona euro.
Una economía frágil y un profundo disgusto por el estilo llamativo de Sarkozy dominaron la campaña, aunque también está en juego el compromiso de Francia de equilibrar sus finanzas públicas, mientras el débil crecimiento amenaza las metas de reducción del déficit en la segunda economía europea.
El presidente de centroderecha, un líder impulsivo y exuberante, y su rival socialista, Francois Hollande, están cabeza a cabeza en los sondeos de opinión para la primera ronda, cerca de un 27-28%.
Pero Hollande tiene una amplia ventaja en intención de voto para la segunda vuelta del 6 de mayo entre los dos primeros candidatos.
La representante de la extrema derecha Marine Le Pen, que se opone a la inmigración y quiere que Francia abandone el euro, podría salir tercera, seguida del izquierdista Jean-Luc Melenchon y de Francois Bayrou, ubicado en el centro.
Sarkozy ha sido una figura descollante en el escenario internacional durante cinco años, liderando la respuesta europea a la crisis financiera global, dirigiendo la acción militar de Occidente en Libia y trabajando en sociedad con la poderosa canciller alemana Angela Merkel para manejar la crisis de la zona euro.
Pero, al interior de Francia, su estilo de liderazgo es criticado como vulgar y demasiado cercano a los ricos y muchos votantes están irritados por el elevado desempleo y las malas perspectivas económicas.
"Hay un fuerte rechazo a Nicolas Sarkozy", dijo un ex político conservador que dejó el partido gobernante UMP el año pasado. "Esta elección es sobre todo un rechazo a su persona, a este Gobierno omnipresente y arrogante", agregó.
Hollande, de 57 años, promete un camino fiscal responsable, pero su eje en el aumento de impuestos por sobre los recortes del gasto y su llamado a renegociar un pacto de disciplina presupuestaria europeo preocupan a algunos analistas, que creen que podría abrir una nueva fuente de tensión en la zona euro.
La votación comienza el domingo a las 8 hora local (0600 GMT) y cierra a las 18 (1600 GMT), con dos horas adicionales para las grandes ciudades.
Prevalece rechazo a Sarkozy. Francia está luchando con un débil crecimiento, un amplio déficit comercial, un persistente 10% de desempleo y frágiles finanzas públicas que llevaron a Standard & Poor's a recortar su calificación triple A en enero.
"No se puede despegar a Francia de lo que está ocurriendo en la zona euro, y esta elección justo coincide con muchas otras cosas que están exacerbando la preocupación por el voto", dijo el jefe de análisis político de Nomura Alastair Newton, destacando que Grecia celebra comicios el mismo día de la segunda ronda francesa.
Hollande ha prometido llevar el déficit a cero para el 2017, un año más tarde que Sarkozy, pero ambos están calculando pronósticos de crecimiento muy por encima de lo que esperan los economistas y podrían tener problemas para encontrar ingresos extra o reservas.
El Partido Socialista, que se sumaría a una pequeña minoría de Gobiernos de centroizquierda en Europa, dice que se ha modernizado y se ha movido al centro desde Francois Mitterrand, que presidió una oleada de nacionalizaciones y nombró a ministros comunistas.
Aunque un demagogo Melenchon ha sensibilizado a jóvenes, trabajadores fabriles y comunistas, muchos dicen que votarán más para deshacerse de Sarkozy que por entusiasmo con Hollande.
Algunos de los votantes de centro que entregaron la victoria a Sarkozy en el 2007 ahora lo ven como demasiado chillón y "no presidencial" y rechazan su postura conservadora hacia la inmigración.