El candidato republicano se impuso sobre su rival demócrata y logró los 270 votos electorales necesarios para llegar a la Casa Blanca. Clinton, aspirante demócrata, obtuvo 218 votos.
La larga espera por los resultados finalizó y Donald Trump es el nuevo presidente de los Estados Unidos de América.
El 8 de noviembre de 2016 pasará a la historia como el día en que un magnate/showman llega a la presidencia, luego de haber alcanzado los 270 votos de los 538 que conforman el Colegio Electoral, necesarios para llegar a la Casa Blanca.
El republicano llega a la Casa Blanca luego de hacerse con estados claves para la carrera presidencial como Florida, Ohio, Carolina del Norte y Texas.
Ambos candidatos sufrieron de niveles de popularidad históricamente bajos en una elección que muchos votantes caracterizaron como una opción entre dos alternativas incómodas.
Trump, que con sus 70 años será el presidente de mayor edad en ejercer su primer mandato, sobrevivió a una campaña amarga y polarizada que se concentró mayormente en el carácter de los candidatos y en qué tan confiables serían como el presidente número 45 del país.
La presidencia será su primer cargo electivo, y con su retórica explosiva hay incertidumbre sobre cómo trabajará con el Congreso.
Trump se sumó a la carrera por la presidencia hace 17 meses y sobrevivió a una serie de golpes devastadores, incluyendo un video del 2005 en el que alardeaba sobre "agarrar" mujeres sin su permiso. El magnate pidió disculpas, pero luego otras mujeres dijeron que las había tocado inapropiadamente, acusaciones que él negó.
Durante los tres debates presidenciales que mantuvo con Clinton, fue considerado el perdedor.
Insultos, peleas. Durante la campaña, Trump insultó y se enemistó con una larga lista de personas incluyendo musulmanes, discapacitados, el senador estadounidense republicano John McCain, la presentadora de Fox News Megyn Kelly, una ex Miss Universo latina y un juez federal con ascendencia mexicana.
Trump prometió ser "el mejor presidente en cuanto a empleos que Dios haya creado", una respuesta a la aquejada clase media estadounidense. Prometió poner un arancel de un 35 por ciento sobre los bienes exportados a Estados Unidos por compañías del país ubicadas en el exterior.
A lo largo de su campaña -y especialmente en su discurso de aceptación en la Convención Nacional Republicana en julio- Trump presentó una visión sombría de un Estados Unidos debilitado frente a China, México, Rusia y Estado Islámico.
Dijo que el sueño americano estaba muerto, ahogado por los malintencionados intereses empresariales y políticos corruptos, y prometió revivirlo.
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Trump anunció que volvería hacer Estados Unidos grandioso de nuevo y ofreció vagos planes para lograr concesiones económicas de China, construir un muro en la frontera sur de Estados Unidos para mantener a los inmigrantes indocumentados fuera y hacer que México pague por él.
Propuso incluso negarle el ingreso a Estados Unidos a personas procedentes de países de Oriente Medio, una versión modificada de su propuesta previa para vetar a los musulmanes.
Su triunfo es un golpe contra el presidente Barack Obama, un demócrata que pasó semanas volando por el país en el Air Force One para hacer campaña contra él. Obama entregará el poder a Trump el 20 de enero luego de estar ocho años en el cargo.
Interrogantes. El triunfo de Trump despierta una serie de interrogantes sobre Estados Unidos dentro y fuera. Su campaña apuntó a llevar al país por un camino más aislacionista y proteccionista.
Las ideas de seguridad nacional de Trump, a las que se opone la mayoría de las voces de la elite en todo el espectro político, han incluido promesas de fortalecer las fuerzas armadas estadounidenses y a la vez evitar el involucramiento en conflictos militares en el exterior.
Además de reformular acuerdos comerciales internacionales para reducir los déficit comerciales, Trump quiere construir un muro a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México para reducir la inmigración ilegal y el tráfico de drogas. Dijo que espera que México pague por ello.
Por otra parte, ha tomado posiciones que elevan la posibilidad de perjudicar las relaciones con los aliados más cercanos de Estados Unidos en Europa, Asia y Oriente Medio.
Incluso ha prometido fortalecer las relaciones con Rusia, que se habían enfriado bajo el Gobierno de Obama durante la intervención de Vladimir Putin en la guerra civil de Siria y la anexión de la región ucraniana de Crimea.
"¿No sería bueno llevarse bien con Rusia?", dijo en varios eventos.