"El Gobierno de Cuba reconoce la justa decisión tomada por el presidente de los Estados Unidos de eliminar a Cuba de una lista en la que nunca debió ser incluida", señaló el texto, firmado por la directora general de Estados Unidos de la cancillería cubana, Josefina Vidal.
La Habana. Estados Unidos allanó el camino para el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba, cuando esta semana el presidente Barack Obama anunció al Congreso que retirará a la isla de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo.
El gobierno cubano reaccionó de inmediato al anuncio al calificar la decisión de justa, en una declaración hecha pública por la cancillería de la isla.
"El Gobierno de Cuba reconoce la justa decisión tomada por el presidente de los Estados Unidos de eliminar a Cuba de una lista en la que nunca debió ser incluida", señaló el texto, firmado por la directora general de Estados Unidos de la cancillería cubana, Josefina Vidal.
"Como el gobierno cubano ha reiterado en múltiples ocasiones, Cuba rechaza y condena todos los actos de terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, así como cualquier acción que tenga por objeto alentar, apoyar, financiar o encubrir actos terroristas", añadió la declaración.
El comunicado subrayó que "mediante esta acción, el presidente Obama ha decidido excluir a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo internacional y notificar a esos efectos al Congreso de Estados Unidos, el cual tendrá un plazo de 45 días para pronunciarse".
La declaración de la cancillería recordó que la isla ha sido víctima de centenares de actos terroristas, que han costado la vida a 3.478 personas y han incapacitado a 2.099 ciudadanos cubanos.
Según la notificación de Obama al Congreso, el presidente estadounidense certifica ahora que el gobierno cubano, en los últimos seis meses, "no ha proporcionado ningún apoyo al terrorismo internacional" y que, además, "ha proporcionado garantías de que no apoyará actos de terrorismo internacional en el futuro".
Esos eran los dos requisitos que exige la ley para sacar a Cuba de la denostada lista, un proceso que entrará en vigor 45 días después de la notificación del martes último y que el Congreso puede intentar revocar mediante una resolución conjunta, pero que su vez puede ser vetada por Obama.
Para sortear el veto presidencial, el Legislativo necesitaría de una mayoría contundente casi imposible de conseguir en este caso, ya que hay un buen número de congresistas, tanto demócratas como republicanos, que apoyan la normalización de relaciones con Cuba, una larga demanda de toda América Latina.
Desde marzo de 1982, la isla forma parte de la lista que elabora cada año el Departamento de Estado, que en la actualidad también incluye a Irán, Sudán y Siria, lo que en medio de las negociaciones bilaterales en marcha ahora es visto por la diplomacia cubana como "un contrasentido".
A esos cuatro países, Washington les prohíbe exportar o vender armamento, controla ciertas exportaciones que mejorarían sus capacidades militares y restringe la asistencia económica, aunque en el caso de Cuba esas sanciones ya están incluidas dentro del bloqueo decretado en febrero de 1962.
La salida de Cuba de ese listado, entre otros aspectos, tendría un impacto beneficioso en las transacciones financieras de la isla, pues en la actualidad los bancos estadounidenses son reacios a relacionarse con La Habana, incluso legalmente, para evitar ser investigados por las autoridades norteamericanas.
El presidente estadounidense Barack Obama, cuando el 17 de diciembre último anunció simultáneamente con el presidente cubano Raúl Castro el inicio del diálogo con La Habana, ordenó al Departamento de Estado revisar la inclusión de Cuba en esa lista.
Según analistas, la salida de Cuba de esa lista podría allanar el camino para que ambos países abran una embajada en sus respectivas capitales, entre otros aspectos.
Una alta funcionaria del Departamento de Estado se mostró optimista sobre las negociaciones para el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países, aunque no se ha fijado una fecha para una cuarta ronda de diálogos tras dos celebradas en La Habana y otra en Washington.
Los dos países tienen en marcha un inédito proceso de diálogo para restablecer sus lazos diplomáticos, rotos por la Casa Blanca en enero de 1961, pero ambas partes coinciden en que será un camino largo y no exento de problemas por las diferentes políticas que los han separado.