No faltan desafíos globales para el próximo presidente de Estados Unidos, pero según académicos, su prioridad debiera ser Europa.
Si hubiera que destacar alguna iniciativa geoestratética de los ocho años de la administración Obama, ésta podría ser su llamado "pivote asiático". No hay consenso entre los analistas sobre cuán exitoso fue el esfuerzo por equilibrar las relaciones con Asia y el Pacífico, en el que algunas iniciativas, como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), siguen en el aire. Sin embargo, en algo coinciden: en que es hora de que Estados Unidos vuelva los ojos hacia Europa.
"Europa debería ser la prioridad del futuro presidente, pues es la alianza estratégica más importante que tiene Estados Unidos", afirma Erica Chenoweth, especialista en temas de seguridad internacional de la Universidad de Denver. La analista añade que el próximo presidente tendrá que poner nuevamente su foco en Europa como no se ha hecho desde la década de los años 90.
Por su parte, James Jay Carafano, experto en seguridad nacional de la Fundación Heritage, coincide en que asegurar la paz y la estabilidad en Europa debería ser uno de los intereses clave del próximo inquilino de la Casa Blanca.
Reflotar las relaciones trasatlánticas
"La cuestión prioritaria desde el punto de vista estratégico y de seguridad para Estados Unidos será la política exterior de Rusia hacia la región, ya sea en cuestiones como energía, propaganda o distintos tipos de desinformación, o las actividades militares en Ucrania u otras actividades militares que supogan un reto que enfrentar", según Carafano.
No es que reflotar las relaciones con Europa sea la única cuestión crucial para Estados Unidos; los expertos también mecionan otoros asuntos claves, como Siria y la lucha contra el terrorismo, el futuro del acuerdo nuclear con Irán, las relaciones con China, el cambio climático y detener el creciente nacionalismo.
Carafano y Chenoweth no coinciden en todo, pero ambos consideran que las relaciones trasatlánticas serán prioritarias para el nuevo presidente, no sólo por el bien de Europa, sino porque conjuntamente se pueden enfrentar numerosos desafíos internacionales. Una herramienta clave para reactivar las relaciones trasatlánticas, especialmente en su componente de seguridad, es el fortalecimiento de la OTAN.
La OTAN, vuelta a las raíces
"Estados Unidos tiene que reforzar la unidad en torno a una OTAN que se centre en la misión conjunta del organismo, que es la defensa de la comunidad trasatlántica", afirma Carafano. En eso coincide Erica Chenoweth, que considera que misiones de la OTAN como la lanzada en Libia, han sido un error. "La OTAN debiera volver a sus raíces, básicamente al acuerdo de seguridad colectivo como instrumento de seguridad", afirma.
La experta añade que las repetidas misiones de la Alianza Atlántica en regiones fuera de su área han tenido dos consecuencias negativas: "Provocaron nerviosismo en Rusia, que replanteó su propia postura militar, al mismo tiempo que distrajo su atención de su objetivo primordial, que es actuar como un escudo defensivo ante Rusia".
Los expertos se rehúsan a evaluar cuál de los dos, Hillary Clinton o Donald Trump, será el mejor presidente para la causa trasatlántica. Chenoweth advierte que Clinton está mejor posicionada para reflotar las relaciones con Europa, en buena parte debido a su experiencia como Secretaria de Estado. "Pero debo decir que me gustaría ver un mayor peso en la plataforma de política exterior, más de lo que es ahora".