El secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijo en un comunicado que las personas procedentes de los siete países afectados por las medidas que tuvieran las llamadas tarjetas verdes como residentes legales permanentes de Estados Unidos podrían regresar desde el extranjero.
Washington. El Gobierno del presidente Donald Trump suavizó este domingo un elemento clave de su decisión de prohibir la entrada de refugiados y nacionales de siete países de mayoría musulmana, entre crecientes críticas incluso de algunos destacados republicanos y protestas de decenas de miles de personas en las principales ciudades estadounidenses.
Trump firmó la orden el viernes, pero la norma pareció ir evolucionando sobre la marcha. Demócratas y un creciente número de republicanos criticaron la iniciativa y líderes extranjeros lo condenaron en medio de demandas legales y tumultos en aeropuertos estadounidenses.
Los críticos con el presidente han dicho que su decisión señala de forma injusta a los musulmanes, viola la ley y la Constitución de Estados Unidos y mancha la histórica reputación del país como hospitalario con los inmigrantes.
En una nueva defensa de la norma el domingo, Trump dijo que su directiva no "iba de religión", sino que se trataba de mantener a salvo a Estados Unidos. Trump ha presentado la orden como una forma de proteger al país de la amenaza de extremistas islámicos.
El secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, dijo en un comunicado que las personas procedentes de los siete países que tuvieran las llamadas tarjetas verdes como residentes legales permanentes de Estados Unidos podrían regresar desde el extranjero.
Todos los titulares de tarjetas verdes que fueron detenidos en aeropuertos de Estados Unidos habían sido admitidos en el país el domingo por la noche, dijo a Reuters un responsable estadounidense conocedor del proceso. La fuente no pudo proporcionar una cifra de cuántas personas habían retrasado su reingreso, en algunos casos durante horas.
Frente a la Casa Blanca, donde aún quedaban gradas por el desfile inaugural de Trump el 20 de enero, se concentraron varios miles de manifestantes, con pancartas que decían "Deporten a Trump" y "El miedo es algo terrible para el alma de una nación".
También se organizaron protestas en ciudades y aeropuertos de Nueva York, Los Ángeles, Boston, Houston, Dallas y otras ciudades del país.
El presidente republicano suspendió el viernes durante cuatro meses la llegada de refugiados, vetó de forma indefinida a refugiados de Siria y durante tres meses prohibió la entrada al país de ciudadanos de Irán, Irak, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen.
Defensa de Trump. Trump defendió su iniciativa. "Para que quede claro, no es una prohibición a los musulmanes, como están informando de forma falsa los medios", dijo Trump en un comunicado el domingo.
"Esto no va de religión - esto va sobre el terror y mantener a nuestro país seguro. Hay más de 40 países diferentes en todo el mundo con mayoría musulmana que no se ven afectados por esta orden".
Añadió: "Volveremos a emitir visados a todos los países una vez que estemos seguros de que hemos revisado e implementado las políticas más seguras durante los próximos 90 días".
Los senadores estadounidenses John McCain y Lindsey Graham, destacadas voces de la política exterior republicana, dijeron en un comunicado conjunto que la orden de Trump podría hacer más para ayudar a reclutar terroristas que para mejorar la seguridad de Estados Unidos.
"Tememos que esta orden ejecutiva se convierta en una herida autoinfligida en la lucha contra el terrorismo", dijeron. "Envía una señal, intencionada o no, de que Estados Unidos no quiere que los musulmanes vengan a nuestro país", agregó. Trump criticó a los dos senadores en una declaración de Twitter, llamándolos "tristemente débiles en la inmigración".