Después de un 2010 lleno de tensiones, los líderes de la mayor superpotencia del mundo y su principal rival iniciaron una cumbre en Washington en la que el centro estará en las divergentes agendas de cada país sobre temas como las divisas, el comercio, la seguridad global y los derechos humanos.
Washington. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y su homólogo chino, Hu Jintao, se comprometieron el miércoles a trabajar para hallar un terreno común, luego de que ambos países anunciaran acuerdos de exportación por US$45.000 millones de dólares.
Después de un año de tensiones, los líderes de la mayor superpotencia del mundo y su principal rival iniciaron una cumbre en Washington en la que el centro estará en las divergentes agendas de cada país sobre temas como las divisas, el comercio, la seguridad global y los derechos humanos.
Hu fue recibido en la Casa Blanca con toda la pompa de una visita de estado, mientras Obama daba señales de que el acontecimiento era una oportunidad para demostrar que ambas naciones tienen "una enorme apuesta al éxito mutuo".
Con el fin de exhibir los beneficios de las relaciones económicas, ambos países alcanzaron acuerdos sobre exportaciones valorados en unos US$45.000 millones, que incluyen la compra de China de 200 aviones Boeing, dijo un alto funcionario estadounidense poco antes de que partiera la cumbre.
Complementación. "Pese a que nuestras naciones compiten en algunas áreas, podemos cooperar en otras", dijo Obama.
"Tratemos de aprovechar estas posibilidades juntos", agregó.
En una delicada alusión al tema de los derechos humanos en China, Obama afirmó: "La historia demuestra que las sociedades son más armoniosas, las naciones son exitosas y el mundo es más justo, cuando los derechos y los deberes de todas las naciones y toda la gente son respetados, incluyendo los derechos universales de cada ser humano".
Hu sostuvo que su visita a Estados Unidos era para "mejorar la confianza mutua" y abrir un nuevo capítulo en las relaciones, pero señaló que le molestaría cualquier alusión a presionar a China sobre sus prácticas cambiarias, de derechos humanos y otras disputas que considera temas domésticos.
"China y Estados Unidos deben respetar mutuamente las decisiones del otro", dijo Hu.
Recibimiento. Hu fue recibido con 21 salvas, honores de la guardia y la entonación de los himnos de ambos países, en una ceremonia cuidadosamente preparada como reconocimiento a la creciente estatura internacional de China.
Pero pese a las sonrisas y saludos, no se espera que la visita de Hu deje como resultado grandes avances en disputas clave para los dos países ni incluso estrechar las diferencias de manera significativa.
Algunos en Washington y Pekín están tratando a la cumbre como una prueba de cuán bien pueden trabajar ambas potencias juntas, mientras las ambiciones de China crecen al ritmo de su rápida expansión económica.
La secretaria de Estado, Hillary Clinton, instó a China a una mayor cooperación para enfrentar el programa nuclear de Corea del Norte y "su comportamiento provocador", y señaló que el Gobierno estaba presionando a Pekín "muy fuerte" para que cumpla con las sanciones de Naciones Unidas contra Irán.
"Nosotros cargamos con responsabilidades por ser la primera y segunda economías más grandes del mundo. Cargamos con responsabilidades especiales por la amenaza a la estabilidad del mundo representada por los programas nucleares de Corea del Norte e Irán", dijo Clinton a la televisión china.
"Por lo tanto, esta es una coyuntura crítica para determinar qué tan bien puede avanzar esta relación de cooperación entre nuestros dos países", agregó Clinton.
Hu ha sido reacio a ceder terreno a las demandas estadounidenses para que intensifique la presión sobre Corea del Norte, aliado de China, a fin de que abandone su programa nuclear, luego de que el régimen de Pyongyang alarmó a la región al bombardear una isla surcoreana y divulgó avances en el enriquecimiento de uranio.
Pekín tampoco ha hecho caso a las demandas para una apreciación más rápida del yuan, que podría encarecer relativamente los productos chinos y ayudaría a reducir el superávit comercial de China con Estados Unidos, que Washington estima en US$270.000 millones.
Los legisladores estadounidenses están impacientes esperando resultados sobre este tema, y si las discusiones arrojan magros resultados, podrían incrementar la presión sobre China para castigarla por manipular su moneda.
"Es crítico que el Congreso, y el resto del mundo, vea resultados durante la cumbre entre el presidente chino Hu Jintao y el presidente Obama, particularmente en lo que respecta a Corea del Norte y temas económicos", escribió Rick Larsen, copresidente del Grupo de Trabajo Estados Unidos-China de la Cámara de Representantes, en un comunicado enviado por correo electrónico.