Después de más de medio siglo de enemistad entre los dos países, Obama ha redefinido su política en las relaciones con Cuba en los últimos 15 meses. La isla está cambiando, pero sus líderes son cautelosos.
Saul Berenthal ha esperado durante décadas la oportunidad de hacer negocios en Cuba. Pero a pesar de los avances asombrosos en las relaciones entre Washington y La Habana bajo el Gobierno del presidente Barack Obama, tiene que esperar un poco más.
Berenthal y su socio Horacio Clemmons de Alabama están cerca de convertirse en los primeros empresarios de Estados Unidos en fabricar tractores en la isla, mediante un plan para montar vehículos de bajo costo orientados a las granjas en Cuba, en su mayoría dirigidas por cooperativas privadas.
Su proyecto ha tenido la aprobación de Washington y el Gobierno comunista de Cuba ha dado señales positivas sobre la propuesta, aunque todavía tiene que otorgar el permiso.
"Es un poco una prueba de lealtad. ¿Estamos dispuestos a avanzar a través de los obstáculos para lograr lo que creemos que es una buena cosa para los cubanos y nosotros mismos?", dijo Berenthal, quien nació en 1944 en Cuba y emigró a Estados Unidos siendo estudiante en 1960, un año después de la Revolución de Fidel Castro.
Después de más de medio siglo de enemistad entre los dos países, Obama ha redefinido su política en las relaciones con Cuba en los últimos 15 meses. La isla está cambiando, pero sus líderes son cautelosos.
"Lo que se percibe en el exterior como un proceso lento es realmente la forma en que los cubanos se aseguran la confianza que hay que construir", dijo Berenthal.
Obama llegará a La Habana el domingo para una visita histórica que cierra un acercamiento con el presidente cubano, Raúl Castro. Ambos mandatarios acordaron el diciembre de 2014 relanzar los vínculos diplomáticos después de 18 meses de negociaciones secretas.
Desde entonces, La Habana ha cambiado notablemente. La cifra de visitantes procedentes de Estados Unidos se disparó hasta un 77 por ciento en 2015 y una serie de hoteles y restaurantes cuentan con reservas de toda su capacidad.
Obama lanzó esta semana una serie de nuevas regulaciones para promover aún más los viajes y el comercio de Estados Unidos hacia Cuba.
Es la quinta vez en que ha utilizado sus atribuciones ejecutivas para impulsar las relaciones con la isla, dejando de lado al Congreso controlado por los republicanos, que se niegan a levantar el embargo económico que aplica hace 54 años a Cuba.
El Gobierno cubano tiene aún que corresponder plenamente. Cuba y Estados Unidos han suscrito acuerdos sobre telecomunicaciones y el restablecimiento del servicio regular de transporte comercial aéreo, dos pactos que traen más ingresos para el país.
Las reformas emprendidas por Raúl Castro en el 2011 para "actualizar" el modelo socialista cubano, se han implementado con paso vacilante o incluso revertido. El Gobierno cubano intentó recientemente restaurar los controles de precios de los alimentos frescos en los mercados en La Habana.
Sin embargo, muchos rasgos del comunismo permanecen. La disidencia política es reprimida, las propiedades comerciales no pueden ser compradas, ni vendidas, mientras el gobierno todavía controla las importaciones y exportaciones.
No existe un mercado mayorista para la gran parte de las empresas privadas, lo que obliga a los comerciantes a comprar bienes a precio de venta estatales o recurrir al engaño o al mercado negro.
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"Cuba ha cambiado, pero necesita más", dijo Niuris Higueras, propietaria del restaurante Atelier, uno de los sitios de moda en la gastronomía de La Habana. El negocio creció un 50 por ciento durante el pasado año, comentó.
"Necesitamos establecer vínculos con el mercado de Estados Unidos. Es necesario que haya un mayor acceso a los productos de Estados Unidos en Cuba. Necesitamos Home Depot, un Walmart, un Costco. Un restaurante Depot sería fabuloso", afirmó.
Comercio. Aunque el hielo se ha roto en materia comercial, Castro insiste en que no habrá ningún cambio en el sistema político.
Los disidentes, apoyados por Washington, siguen siendo detenidos por realizar manifestaciones no autorizadas y los detractores de la política de Obama dicen que ha premiado a Castro sin recibir concesiones a cambio.
Las reformas de Castro también han contribuido al crecimiento del sector privado. En la actualidad unos 500.000 cubanos o el 10 por ciento de la fuerza de trabajo, están registrados para trabajar en empresas privadas como restaurantes, talleres de reparación de autos, rentas de casas a turistas, salones de belleza y centros de enseñanza del idioma inglés.
"Existe una presión adicional desde ahora para los cambios estructurales en el fundamento ideológico del país. Cuba tiene que hacer algo más que la reforma de los sectores comerciales y económicos. Se debe redefinir de manera agresiva la revolución", dijo John Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial EEUU-Cuba.
Pero mientras los disidentes y los críticos de Obama dan prioridad al tema de los derechos humanos, otros cubanos están más preocupados por el crecimiento económico y por mejorar las condiciones de la vida doméstica.
"Nadie está hablando de la visita en términos de democracia, derechos humanos o de la oposición. La gente tiene demasiados problemas en su vida diaria. Lo que quieren es que sus vidas mejoren y se asocia con el embargo", dijo por teléfono Anaida González, una enfermera jubilada en la central provincia cubana de Camagüey.