De conformidad con cifras oficiales, el 42,5% de la población de Nicaragua vive en condiciones de pobreza y el 14,6% en extrema pobreza. El principal reto para la administración que surja de las elecciones este domingo es erradicar la pobreza, coinciden los políticos y economistas nicaragüenses.
La mayoría de los nicaragüenses tienen la esperanza de que después de estas elecciones el político que gane resuelva la pobreza que afecta a la mitad de la población de este país.
La mayor exigencia del pueblo "nica" es que haya empleo, que baje el costo de la vida y que el gobierno que surja siga implementando los programas que son financiados con recursos de Petrocaribe y la Alba, sin que esto signifique un compromiso más allá de lo económico.
Otra de las exigencias del pueblo nicaragüense es la reducción de impuestos y la mejora de los servicios de salud y educación.
Estos y otros fueron los temas que dominaron la atípica campaña electoral -según los críticos- carente de debates y marcada por denuncias de la oposición, algunos piquetes de violencia y el triunfalismo de los sandinistas.
El equipo de El Heraldo ha recorrido los principales centros de concentración de personas, muchas de las cuales al ser entrevistadas mantienen en reserva el nombre de sus candidatos.
Los jóvenes de 16 años, que en este país son aptos para votar, en su mayoría confiesan ser seguidores de Frente Sandinista. Las personas de clase media, entre estudiantes universitarios y profesionales, dijeron que el voto es secreto.
En las unidades de transporte urbano, que es utilizado por la gente más pobre de Managua, dominan los simpatizantes de Ortega, igual que en los mercados oriental y Mayoreo. En el casco urbano de la ciudad hay más indecisos y liberales independientes. La fortaleza del expresidente Alemán está en las provincias que aún mantienen fidelidad por el partido Liberal.
De conformidad con cifras oficiales, el 42,5% de la población de Nicaragua vive en condiciones de pobreza y el 14,6% en extrema pobreza. El principal reto para la administración que surja de estas elecciones es erradicar la pobreza, coinciden los políticos y economistas de esta nación centroamericana.
Se considera pobres en Nicaragua a quienes viven con US$2,08 al día y pobres extremos a los que viven con US$1,08 diarios. El dólar se cambia aquí en algunos lugares a 22,5 y en otros a 23 córdobas por dólar.
El desempleo está en un 6,8%, aunque un 70% de los trabajos corresponden al sector informal de la economía, según datos oficiales.
El gobierno de Ortega. La Nicaragua de Daniel Ortega ha recibido unos US$500 millones anuales (casi el 7% del PIB) de la generosidad del presidente venezolano Hugo Chávez desde 2006.
Este dinero -según los opositores- ha servido al líder sandinista para financiar programas de asistencia social como Hambre Cero, Usura Cero, Casas para el Pueblo y Plan Techo, y de paso para crear una red clientelar que ha ampliado la base popular del sandinismo.
El esquema de la cooperación venezolana es el siguiente: Managua se compromete a pagar a Caracas el 50% de la factura del petróleo en 90 días. De la otra mitad, un 25% lo destina Nicaragua a obras sociales a pagar en 23 años, con dos de carencia a un interés del 2%.
El otro 25% pasa a formar parte del fondo Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de América), del cual el país centroamericano puede también solicitar dinero.
La oposición denuncia que toda esta ayuda no está sometida a ninguna rendición de cuentas independiente y que ha sido desviada a negocios particulares del entorno del presidente Ortega y a campañas del Frente Sandinista.
Al contrario que el presidente venezolano, Ortega no ha seguido una política de intervencionismo estatal, sino que ha mantenido una buena alianza con los empresarios.
Nicaragua ha registrado un crecimiento del 4% del PIB en los últimos años, cierta estabilidad macroeconómica y un crecimiento de sus exportaciones de café y azúcar, pero la economía informal es aún enorme (ronda el 70%) y existe un grave problema de vivienda. El 17% de la población vive en la extrema pobreza.
El gobierno de Daniel Ortega, cuyo mandato está por concluir este próximo diciembre, ha sido, de acuerdo con los entendidos un híbrido entre el somozismo y el orteguismo. Ortega vive un proceso de identificación con Somoza muy fuerte. Su ambición de poder ha sido mucho más fuerte que sus principios, ha dicho Dora María Téllez, la guerrillera que tomó el Palacio del Congreso en 1978 y precipitó la Revolución en Nicaragua.
"Daniel hace lo que siempre han hecho los caudillos populistas de derecha: liquidar las instituciones y convertir a su familia en su primer círculo de lealtad". Su populismo no llega ni a rozar la pobreza de Nicaragua, que afecta al 45% de la población, ha expresado Téllez en entrevista a diarios locales.
Ortega ha sido acusado de nepotismo en vista de que los parientes del presidente están bien situados en las principales empresas del país.
Sobre el proceso electoral, la oposición se ha cansado de denunciar la ilegalidad de la candidatura de Ortega, las intimidaciones a sus candidatos, el abuso de los recursos públicos en beneficio del FSLN y que este controle todas las autoridades electorales.