Según analistas, las declaraciones de Donald Trump sobre una "opción militar" en Venezuela le han dado al presidente venezolano una oportunidad para aumentar su poder. Sin embargo, otros elementos podrían ser más útiles.
Buscar un "enemigo común" a quien culpar por los males por los que un grupo o sociedad atraviesan es una de las estrategias más antiguas en el discurso político. El propósito de esta idea no es solo identificar un chivo expiatorio, sino también estimular la cohesión de militantes a través de la infusión de temor, rechazo u odio hacia un antagonista, a veces inventado y otras real.
Un ejemplo actual podría ser el presidente Nicolás Maduro, quien adoptó muchos de los instrumentos retóricos de su antecesor Hugo Chávez. Chávez siempre culpó al "imperialismo yanqui", la "burguesía" y los "oligarcas", agrupados bajo la figura de la "derecha internacional", de los fracasos que enfrentó durante su gestión.
Ahora Maduro hace lo propio, aunque de una forma algo accidental. El presidente estadounidense, Donald Trump, podría haberle dado esta oportunidad valiosa cuando la semana pasada afirmó que su gobierno no descartaba una "opción militar" en Venezuela. La declaración es ideal para reforzar la tesis chavista de que Estados Unidos es el responsable de la crisis integral que agobia a Venezuela desde hace unos meses y es la cabeza de la llamada "guerra económica". Al menos esto es lo que muchos analistas sostienen.
Además, la visita del vicepresidente Mike Pence a Colombia, Argentina, Chile y Panamá esta semana podría incluso confirmar que la declaración de Trump pudo haber sido un error y contrario a incrementar el apoyo para presionar al gobierno de Maduro, podría más bien haberle concedido una ventana para oxigenar su discurso, intentar reaglutinar su militancia y hacer frente a la coyuntura.
Como respuesta, Maduro anunció este lunes (14.08.2017) que su gobierno llevará a cabo ejercicios militares los próximos 26 y 27 de agosto: "Tenemos que prepararnos para que jamás nadie se atreva a tocar un solo palmo de tierra sagrada de Venezuela. La tierra de Venezuela es sagrada y jamás debe ser tocada por la bota yanqui imperialista”.
Maduro incluso ordenó a la recién creada Asamblea Nacional Constituyente que "inicie un proceso ante los vendepatria que han salido a pedir la intervención de Venezuela y apoyar la amenaza de Donald Trump contra la paz de la república".
Sin embargo, ¿está funcionando? La analista político Margarita López Maya indicó a DW que no debería funcionar debido a que "la popularidad de Maduro es muy baja y el rechazo a su deriva autoritaria y totalitaria es bastante grande en el país. Las bases de Maduro andan entre el 20 y 25% y no creo que el efecto político de cohesionarlas sea demasiado relevante en el contexto de fuerte persecución política, represión y desmantelamiento del estado de derecho que está sucediendo en este momento".
Según su análisis, Maduro podría consolidarse en el poder no a través del discurso político porque "ya no le importa la popularidad, no es parte de su estrategia". Tampoco le ayudarían las supuestas divisiones dentro de la oposición, a pesar de que ésta " luce impotente ante la embestida que ha sucedido en los últimos días" con las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), como el adelanto de las elecciones regionales que ahora serán celebradas en octubre de este año y no en diciembre como estaba previsto.
En su lugar, el presidente "ha hecho una muy fuerte apuesta con la ANC de consolidarse como un Estado totalitario que cuenta con la Fuerza Armada que lo está respaldando y con los poderes atrincherados en ese Estado ilegal".
Esto podría ser evidenciado con la decisión de la ANC de "asumir las competencias para legislar" de la Asamblea Nacional (Parlamento), anunciada el viernes (18.08.2017). Básicamente, la disolución del Parlamento, cuyos integrantes fueron elegidos por votación popular en 2015, pero compuesta en su mayoría por diputados opositores.
López Maya agrega que "no son sus bases lo que lo mantienen en el poder, sino el Ejército y unas tribus políticas que se han adueñado del Estado y que gozan de una cantidad de privilegios, prebendas y negocios lícitos e ilícitos".
Es decir, un discurso sobre un enemigo común que amenaza la soberanía de Venezuela y habría causado la crisis actual, facilitado por la insensatez de Trump; y la división de la oposición, acrecentada por el cerco cada vez más cerrado que le ha impuesto la ANC para incapacitarla políticamente no ayudan a Nicolás Maduro a ganar popularidad, legitimidad y poder. Sería su creciente comportamiento autoritario, instrumentalizado por la ANC y las Fuerzas Armadas, lo que lo mantendría en la presidencia, ante lo que la oposición parece inútil. El camino hacia las elecciones regionales de octubre podría guardar la respuesta definitiva.