Un estudio de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA) reveló que en dos décadas de posguerra, El Salvador reportó unos 73.000 homicidios a causa de la violencia, una cifra comparable a la del conflicto armado.
San Salvador. El Salvador celebraba este viernes la firma de los acuerdos de paz que pusieron fin en 1992 a doce años de guerra civil entre el Ejército y rebeldes de izquierda, pero en medio de una rampante violencia desatada por pandilleros y ataques a policías.
Pese a que las principales pandillas o "maras" pactaron una tregua en el 2012 que redujo significativamente la violencia, en 2014 los homicidios volvieron a repuntar con sangrientos ataques y extorsiones de estas bandas, armadas con rifles de asalto, y el asesinato de 39 policías.
El Salvador es el cuarto país del mundo con la tasa más alta de asesinatos después de Honduras, Venezuela y Belice, de acuerdo con datos de Naciones Unidas.
En lo que va del año, siete policías murieron y cientos de personas han huido de sus poblados por temor a ser atacados por los pandilleros, dedicados al narcotráfico local y a extorsionar desde empresas hasta pequeños comerciantes.
Los homicidios se dispararon el año pasado en 57% respecto al 2013, a 3,912, según cifras de la policía.
Agobiados por la violencia, unas 300 personas abandonaron esta semana sus casas en un empobrecido poblado de San Luis La Herradura, en la capital, luego que supuestos pandilleros encapuchados llegaron a amenazar con limpiar la zona si los habitantes no pagaban extorsión, conocida como "renta".
"No siento que haya paz, estamos peor que en la guerra. Es una burla para el pueblo que se celebre acuerdos de paz y nosotros estamos bien fregados", dijo un hombre que fue parte del grupo y que prefirió omitir su nombre por miedo.
El presidente Salvador Sánchez Cerén, quien asumió el año pasado el segundo mandato del ex guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), dijo que la tregua permitió a las pandillas fortalecerse por lo que asegura que la estrategia debe ser otra, como atacar los problemas sociales.
"En años anteriores disminuyó porque hubo un entendimiento entre pandillas, nosotros no quisimos seguir esa estrategia, porque eso lo que permitió es que las pandillas se incrementaran", dijo recientemente.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, dijo el viernes en la casa presidencial de El Salvador que el país necesita mantener el espíritu de los acuerdos de paz y fortalecer la reconciliación para poder llegar a un consenso.
No obstante, advirtió preocupación por "los niveles de inseguridad y violencia a lo largo de Centroamérica y El Salvador".
Guerra, deportación y pandillas. En enero de 1992, una comitiva del gobierno salvadoreño y la comandancia del FMLN firmaron en México un acta de paz que daba salida a un conflicto armado que dejó cerca de 75.000 muertos.
El acuerdo, considerado un éxito para Naciones Unidas en la resolución de conflictos, cifró nuevas esperanzas en el país y abrió la posibilidad para nuevos entendimientos políticos, electorales y económicos en un ambiente de armonía social.
Pero años después miembros de las maras, que se formaron en la ciudad de Los Ángeles con hijos de emigrantes de la guerra, fueron deportados por Estados Unidos a El Salvador, instalando un problema que se esparció a Guatemala y Honduras.
Actualmente unos 60.000 jóvenes forman parte de las pandillas en el país más pequeño de Centroamérica, que para enfrentarlas cuenta apenas con unos 22.000 efectivos de la Policía Nacional Civil (PNC) y a parte del Ejército.
Un estudio de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA) reveló que en dos décadas de posguerra, El Salvador reportó unos 73.000 homicidios a causa de la violencia, una cifra comparable a la del conflicto armado.
El director de la PNC, Mauricio Ramírez, dijo que recientes atentados a sedes policiales e intentos de secuestro de oficiales son una respuesta de las maras a los operativos que impulsan en las ciudades peligrosas.
Sin embargo, analistas consideran que no se trata solamente de ataques indiscriminados de las pandillas, sino que podría haber ajustes de cuentas entre organizaciones criminales de las que algunos policías forman parte, o también de ejecuciones extrajudiciales de pandilleros justificadas como enfrentamientos entre "mareros" y agentes.
"Tampoco es algo que se deba de descartar que algunos ataques puedan estar asociados a ajustes por vínculos con algunos de estos grupos, ya sean pandillas o estructuras delincuenciales organizadas", dijo Jeanette Aguilar, analista de la UCA.
Mientras tanto, azotados por las maras, miles de habitantes se desplazan a territorios más seguros o se organizan en defensas armadas para proteger sus localidades. Y muchos jóvenes intentan cruzar sin papeles la frontera de Estados Unidos, lo que el año pasado generó una crisis migratoria.