Los triunfos electorales de Otto Pérez Molina en Guatemala y Daniel Ortega en Nicaragua revelan para el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), John Ackerman, "un desencanto democrático generalizado (...) La insatisfacción con la democracia empuja hacia al autoritarismo".
Managua/Ciudad de Guatemala. Dos veteranos de la Guerra Fría, periodo que sacudió Centroamérica, gobernarán Guatemala y Nicaragua tras haber ganado elecciones por amplia mayoría, dejando al descubierto la marcada insatisfacción ciudadana y la falta de nuevos liderazgos.
El ex guerrillero marxista Daniel Ortega obtuvo la reelección presidencial en Nicaragua con una abrumadora ventaja sobre la derecha; mientras que el general de línea dura Otto Pérez, sobre el que pesan acusaciones de abusos, puso fin a cuatro años de un gobierno de izquierda en Guatemala.
Citando un reciente estudio de Latinobarómetro, el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) John Ackerman dijo que es evidente que varios países centroamericanos, entre ellos Guatemala, están altamente insatisfechos sobre sus gobiernos.
"Esto me habla de un desencanto democrático generalizado (...) La insatisfacción con la democracia empuja hacia al autoritarismo", destacó Ackerman.
"En Guatemala vemos el regreso del general y en Nicaragua vemos el abuso de poder de los revolucionarios", agregó.
Si bien las victorias del líder sandinista en Nicaragua y del jefe del derechista Partido Patriota en Guatemala eran esperadas, vinieron a remarcar las diferentes trayectorias que las dos naciones tomaron desde la Guerra Fría.
Mientras Guatemala, apoyada inicialmente por Estados Unidos, aplastó sin piedad a la opositora izquierda en la guerra civil que duró 36 años hasta 1996, los sandinistas de Ortega sobrevivieron a la pérdida del poder en 1990 y resurgieron con fuerza durante su actual mandato.
Estado fallido. Actualmente el principal dolor de cabeza en Guatemala es la creciente violencia producto de las pandillas y la presencia de cárteles mexicanos de las drogas, que controlan el 40 por ciento de su territorio, según expertos militares estadounidenses.
Pérez, de 60 años, a quien se le vincula con crímenes de lesa humanidad en la guerra civil, ganó popularidad con sus promesas de enfrentar con energía al crimen y reducir la tasa de 41 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que equivale a tres veces a la de Nicaragua.
"En Guatemala esto es una reacción contra un Estado fallido", dijo George W. Grayson, analista estadounidense especialista en Latinoamérica. "Se quiere un candidato (...) que traiga paz y tranquilidad", agregó.
En Nicaragua, Ortega, con un discurso más suave y apoyado en abundantes programas sociales financiados con la cooperación de su aliado el presidente venezolano Hugo Chávez, logró imponer sus planes saltándose una prohibición constitucional que prohíbe la reelección consecutiva.
Los opositores de derecha pusieron el grito en el cielo cuando Ortega decidió buscar la reelección, amparado en un fallo de la Corte Suprema de Justicia que en el 2009 declaró inaplicable la prohibición. Sin embargo, no tuvieron la fuerza para impedir su candidatura.
Su más cercano contrincante fue un empresario radial de 79 años conocido por crear populares personajes en programas radiales.
"Es una oposición desarticulada que no tiene un proyecto conjunto y ante las propuestas de Ortega realmente no presentó una alternativa que tenga posibilidades de éxito electoral", dijo Jorge Mora, director de Flacso en Costa Rica.
"Ese elemento le ha servido al presidente Ortega para reelegirse, para poder modificar la Constitución y dejar las condiciones para mantenerse en el poder", agregó.
Ortega gobernará a partir del 10 enero del 2012 por cinco años más y Pérez Molina asumirá el 14 de enero por un periodo de cuatro años.