En las elecciones brasileñas hay mucho en juego para los bloques regionales latinoamericanos. Con ellos, también hay mucho en juego para la Unión Europea. DW recogió impresiones de analistas de institutos europeos.
Más que interés, incertidumbre generan en el exterior las elecciones brasileñas del domingo 5 de octubre. Descartando que el candidato de centro Aecio Neves (19% en intención de voto) pueda superar a la plataforma de Marina Silva (29%) y que la actual presidenta Dilma Rousseff (38%) pueda movilizar a su electorado para ganar en primera vuelta, analistas prevén que las dos políticas se duelen en segunda vuelta el 26 de octubre.
Tanto para los proyectos regionales en América Latina como para Europa, hay mucho en juego en ese enfrentamiento. Por un lado, la actual mandataria -sucesora del carismático Lula Da Silva. Por otro, la premiada ex ministra de Medio Ambiente –heredera del ecologismo pro Amazonía-, cuya promesa de liberalismo económico, su credo pentecostal y su trayectoria sindicalista atraen, pero desconciertan a observadores extranjeros.
En el caso de Silva, “se empiezan a percibir esas incoherencias en el hipotético caso que ganara, ¿qué le llamaría más? ¿Su visión economicista? ¿O esas raíces más ecologistas, más cercanas a los pobres y a toda su historia personal, que pretende recordar al propio ascenso de Lula Da Silva en su día?”,cuestiona en conversación con DW Sergio Caballero, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid.
Continuidad o cambio. “La continuidad o el cambio de política exterior son las opciones frente al resultado electoral en las elecciones Brasileñas”, dice a DW Carola Lustig, politóloga investigadora de la Universidad de Salamanca.
“La primera se dará por medio de la diplomacia económica de Dilma, de la política de intensificación de relaciones con los países de América del Sur, África y el Sur Global. El cambio se hará con Neves o Silva, cuyas políticas buscarán aliarse a los países del Pacífico, volver a un Mercosur comercial y encontrar una relación más estrecha con Estados Unidos”, apunta.
Un chorro de aire fresco, pero incierto. La apertura económica que promete en campaña Marina Silva- nacida a la política bajo bandera ecologista- “como un chorro de aire fresco, podría dinamizar un acercamiento a la Alianza del Pacífico y dar un impulso definitivo a las negociaciones con la Unión Europea. Que estas estén ralentizadas por una economía proteccionista –que pretende desarrollar y proteger a la industria nacional- dificulta la penetración económica. Para las empresas y las inversión extranjera directa, con Silva -si de verdad se liberalizara la economía y se avanzara en un acuerdo UE-Mercosur- se abre un abanico de posibilidades muy importante”, dice Caballero.
“Con todo”, subraya el analista español, “cabe la cautela, pues Marina Silva no ha gobernado antes y se desconoce por dónde puede salir más allá de lo poco que pueda haber planteado a través de su programa electoral”.
¿Vecinos en ascuas? En el ámbito regional, las elecciones en el gigante del sur se dan a un año de las elecciones argentinas, con una Venezuela convulsionada y en un momento crucial para la economía latinoamericana, con dos bloques económicos muy distintos. Y, para la inversión extranjera, no son los países del Mercosur, sino los de la Alianza del Pacífico los que hacen mejor sus tareas.
Con todo, “dado que la integración regional también se basa en la confianza entre las personas, para Argentina y Venezuela –por proximidad y conexión- lo mejor por el momento sería que siguiera Dilma. Colombia, en cambio, apostaría por un cambio, dado que Silva plantea una fusión entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur, principalmente a través del puente de Bachelet”, dice Caballero.
Es más, también para el caso de que no se llegase a una fusión con el bloque conformado por México, Colombia, Perú y Chile, la plataforma de Marina Silva aboga “por geometrías variables, por que el Mercosur no tenga que decidir por unanimidad y de forma consensuada. Esto ha impedido que esos países tengan acuerdos comerciales con otros países, exceptuando los firmados con Egipto, Israel y Palestina”, explica Caballero, profesor también en la Universidad Nebrija de Madrid.
En su opinión, las elecciones encuentran a un Brasil, tras 12 años de gobierno del Partido de los Trabajadores, con una economía ralentizada y a un Mercosur desenganchado de la arquitectura económica internacional. “Quizá otro tipo de políticas más aperturistas fomentarían que otros países de la región se sumaran a esa economía y permitiesen que fuese realmente la locomotora de la región”, concluye el analista.
Por otro lado, dice a DW Anne Hoffmann, politóloga del GIGA (German Institute of Global and Area Studies) “no es seguro que Silva, en caso de que ganara, se acerque a la Alianza del Pacífico. Esta es muy nueva y tiene una tendencia marcadamente liberal económicamente. Si se la compara con Mercosur parece en un primer momento exitosa. Pero solo si se miran los datos económicos. Por el contrario, Mercosur se ha transformado mucho en los últimos años y se ha vuelto un proyecto multidimensional. A más tardar con la agenda social de Lula da Silva y Kirchner en el 2002, el “mercado común del sur” se transformó en un acuerdo político. Esto es muy importante para la posición brasileña en la región”.