Además, el esquema de coalición que fue implementado con la reforma política dio resultado en la mayor parte de las ciudades y el único partido de oposición, el Polo Democrático Alternativo, recibió un duro castigo ciudadano.
Varias sentencias dictaron los resultados de las elecciones de este domingo en Colombia. Una de las más contundentes fue la derrota del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, quien se la jugó por varios candidatos en el país, aunque su aporte no fue suficiente para que ganaran en las urnas. Además, el esquema de coalición que fue implementado con la reforma política dio resultado en la mayor parte de las ciudades y el único partido de oposición, el Polo Democrático Alternativo, recibió un duro castigo ciudadano.
En el caso de Uribe, Antioquia, su principal fortín político, le dio la espalda. El candidato al que le brindó su apoyo para la Gobernación, Carlos Mario Estrada, apenas superó el 10% de los votos y en la alcaldía de Medellín no fue diferente: Federico Gutiérrez quedó en tercer lugar, con sólo el 20% del respaldo ciudadano.
Pero la principal derrota para Uribe fue en la puja para la alcaldía de Bogotá. Enrique Peñalosa, el candidato al que acompañó en su recorrido por los barrios, fue derrotado por Gustavo Petro, uno de sus principales detractores, como parlamentario, durante sus dos períodos como presidente de la República.
Frente a este resultado, el analista político de la Universidad Javeriana Fernando Giraldo señaló que “la explicación es fácil, acá estamos hablando de la lucha por el poder que significa el manejo de los recursos públicos y en ese sentido hay una realidad y es que quien de verdad tiene influencia sobre la destinación de recursos es el presidente Juan Manuel Santos”.
Las coaliciones políticas en algunas regiones fueron contundentes. Así sucedió en Cundinamarca con Álvaro Cruz, en Barranquilla con Elsa Noguera. Por su parte, la alianza Liberal-Verde fue triunfadora en Antioquia.
Las candidaturas independientes también fueron fórmulas ganadoras. Al triunfo de Gustavo Petro en Bogotá con su movimiento Progresistas se suman el de Rodrigo Guerrero en Cali, el de Richard Aguilar en Santander, Campo Elías Terán en Cartagena, Alan Jara en el Meta y en Nariño Raúl Delgado. Estos últimos recibieron adhesiones de las fuerzas políticas en sus regiones.
Los candidatos de Uribe. Cuando el ex presidente Álvaro Uribe Vélez anunció su regreso al ruedo político se presumía que iba a ser un factor determinante en las elecciones, tal como sucedió en las disputa por la presidencia de la República con el triunfo de Juan Manuel Santos.
De sus candidatos, casi todos tuvieron duros reveses. Entre ellos, Enrique Peñalosa (Bogotá), Federico Gutiérrez (Medellín), Carlos Mario Estrada (Antioquia), Martha Pinto (Bucaramanga), Wéimar Delgado (Valle del Cauca), Hernán Gómez (Meta), Jaime Amín (Atlántico), Rosario Ricardo (Bolívar), Luis Fernando Caicedo (Tolima), Gabriel Vallejo (Caldas), fueron derrotados.
En contados lugares los candidatos que tenían el guiño de Uribe obtuvieron un buen resultado. Sucedió así con Richard Aguilar (Santander), Luis Alberto Monsalve (Cesar), Alejandro Lyons (Córdoba) y Cielo González (Huila).
La mala hora del Polo Democrático. Hace apenas ocho años el Polo Democrático era alternativa de poder de la izquierda en el país. Integrado por los más reconocidos dirigentes de ese espectro político y con gran simpatía en el electorado, se hizo a la Alcaldía de Bogotá, desde donde pensó en proyectarse como movimiento nacional. Hoy su situación es diferente. En las elecciones de este domingo, al cierre de esta edición perdía en todas las alcaldías de ciudades capitales y en gobernaciones. Conservaba, por supuesto, representación en algunos concejos, pero el electorado le pasó su cuenta de cobro por el descrédito en que terminó -de manera anticipada- el período de Samuel Moreno como alcalde de Bogotá. Y la tendrá más difícil en adelante, porque el movimiento Progresistas, su principal competidor por los votos de la izquierda, ya anunció que buscará presencia nacional.
La fuerza de los movimientos independientes. Como sucedió hace cuatro años, una vez más en las elecciones de autoridades locales y regionales se confirma que los candidatos independientes, es decir, aquellos inscritos por firmas, representan una fuerza poderosa por encima de las maquinarias partidistas. Los triunfos de Gustavo Petro en Bogotá, Rodrigo Guerrero en Cali o Alan Jara en el Meta, así lo demuestran.
Pero además, hay otros que aunque perdieron, pelearon voto a voto hasta último momento, como Luis Pérez en Medellín. Lo que se reafirma con esto es que en muchas ciudades y departamentos se siente cansancio y un consecuente divorcio de la ciudadanía con los partidos, que no han logrado concretar una estrategia para llegarles con propuestas concretas.
Sin embargo, se ha planteado también que el triunfo de los aspirantes por firmas en ciudades intermedias y menores representa un riesgo pues las firmas han sido refugio de aspirantes cuestionados, que fueron rechazados por los partidos.