Bajo la lupa de la comunidad internacional por supuestas violaciones a los derechos humanos, con una economía en recesión y renuncias de aliados políticos, Daniel Ortega, un exguerrillero izquierdista de 73 años, enfrenta su peor momento desde que retomó el poder en 2007.
Managua. En medio de su peor crisis y con una creciente desaprobación el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, celebraba el viernes el 40 aniversario de la victoria de la Revolución sandinista, que conmemora el derrocamiento del brutal dictador Anastasio Somoza en 1979.
Bajo la lupa de la comunidad internacional por supuestas violaciones a los derechos humanos para contener masivas protestas, con una economía en recesión y renuncias de aliados políticos, Ortega, un exguerrillero izquierdista de 73 años, enfrenta su peor momento desde que retomó el poder en 2007.
"La represión lo puso en el radar de la comunidad internacional, el pueblo le dio la espalda, está más debilitado que nunca", dijo a Reuters Henry Ruiz, uno de los nueve guerrilleros marxistas que, junto con Ortega, dirigieron el país tras la victoria de la Revolución sandinista.
"(Ortega) es una fiera herida, (comanda) una dictadura mañosa y peligrosa", agregó Ruiz, en su modesta casa de Managua.
Ortega, el presidente que más tiempo ha permanecido en el cargo en Nicaragua, sobrevivió el año pasado a una ola de protestas que pedían su renuncia. Sin embargo, no salió ileso y diversos organismos de derechos humanos han acusado a su gobierno del asesinato de más de 325 manifestantes.
Un sondeo de la firma CID Gallup cifró la desaprobación del mandatario en un 54% en mayo, luego de haber obtenido la reelección a fines de 2016 con el 72% de apoyo. Casi siete de cada 10 entrevistados se mostraron a favor de que Ortega no termine su mandato, que debe entregar en 2022.
Pero las protestas no sólo golpearon la base de apoyo popular de Ortega y lo pusieron bajo la lupa de la comunidad internacional, también arrastraron a la economía nicaragüense a una recesión en 2018 que, según especialistas, se agravará en 2019 por la falta de inversión extranjera y creciente desempleo.
"Está repudiado por la mayoría del pueblo y aislado internacionalmente y más de la mitad del sandinismo condena sus crímenes y quieren que se vaya. Ningún comandante guerrillero de peso estará con él celebrando", opinó la exguerrillera izquierdista Mónica Baltodano, analista política e historiadora.
Desde que empezaron las protestas antigubernamentales en abril del 2018, Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto diversas sanciones a empresas y personas vinculadas a Ortega y su círculo más cercano, incluyendo a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo.
A pesar del complejo panorama, Edén Pastora fue de los pocos comandantes que participaron en la guerra contra Somoza que acompañó a Ortega en el estrado, ubicado frente una enorme silueta de Augusto Sandino, líder de la resistencia local contra la invasión estadounidense en la primera mitad del siglo XX.
"Estamos más fuertes que nunca, lo que hubo el año pasado fue un intento de golpe de estado que ya logramos sofocar, la economía se hundió, pero vamos a sacar el país adelante", dijo Pastora.
Desde temprano, miles se agolpaban para llegar a la avenida Bolívar y ubicarse para oír el discurso de Ortega, programado para la tarde. Con el pendón blanquiazul y banderas rojas y negras del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional, los aliados de Ortega llegaban desde todas partes del pequeño país de unos 6 millones de habitantes.