A diferencia del liberal Pedro Pablo Kuczynski, la izquierdista Verónika Mendoza pudo posicionar más su candidatura porque aparece claramente como opositora al establishment en Perú, dicen expertos consultados por DW.
Este domingo los peruanos elegirán a su próximo presidente, o quizás, por primera vez en su historia, a una presidenta. Según el último sondeo de la firma Ipsos Apoyo, es seguro que habrá una segunda vuelta electoral. Ninguno de los candidatos supera el 50% requerido.
La candidata conservadora Keiko Fujimori -hija del ex presidente Alberto Fujimori, encarcelado por delitos de corrupción y violación de derechos humanos-, cuenta con 34,4 % de respaldo. Y con ello tiene asegurado su pase a la siguiente ronda.
Sin embargo, aún es una incógnita quién disputará con ella la presidencia. Con 16,8 % de apoyo le sigue el liberal Pedro Pablo Kuczynski y, muy cerca, con 15,5 %, se ubica la candidata de izquierda Verónika Mendoza. Mientras Kuczynski cuenta con apoyo en los sectores más acomodados, Mendoza ha logrado un fuerte respaldo en el sur del país y en sectores rurales. Un espectro del electorado que podría ser decisivo en los últimos días.
El factor novedad y el antifujimorismo. Tras la exclusión de los candidatos Guzmán y Acuña, la más beneficiada fue la candidata Mendoza. “Hay un sector del electorado que busca a alguien distinto a las propuestas tradicionales. Y por eso existe la posibilidad que surja un outsider que represente lo novedoso”, señala Fernando Tuesta, politólogo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), en entrevista con DW.
A diferencia del ex primer ministro Kuczynski, de 77 años, Mendoza, de 35, ha podido posicionar más su candidatura, porque aparece claramente como opositora al stablishment y con el apoyo de sectores desfavorecidos podría lograr un crecimiento importante.
En las últimas semanas han surgido con fuerza el fujimorismo y el antifujimorismo debido a que, según algunos expertos, en Perú solo existen esos dos partidos. “Los peruanos votan más a personas que a partidos. No se pueden distinguir a los partidos, por ejemplo, la gente vota a Kuczynski por ser un experto internacional y economista”, dice la investigadora de la Universidad Libre de Berlín Marianne Braig, consultada por DW. Asimismo, el experto Tuesta apunta que si Keiko no se apellidara Fujimori, no tendría el apoyo que registra.
Tendencias son relevantes. Braig y Tuesta coinciden en que Mendoza tiene más posibilidades que Kuczynski. “A no ser que en los últimos días, la contracampaña que quiere asociar a Mendoza con el Gobierno de Humala, con el chavismo o hasta con el terrorismo logre causar algún impacto negativo. En las elecciones peruanas, lo que se asienta en la última semana son más las tendencias y no tanto las contracampañas”, agrega el politólogo peruano.
A esta contracampaña también se sumaron distintos jerarcas católicos, intentando orientar a sus feligreses políticamente. “Un católico no puede votar por candidatos que están a favor del aborto o del matrimonio gay. Votar por ellos es pecado”, dijo el arzobispo de Arequipa, Javier del Río, en una homilía, en referencia a los candidatos Mendoza y Barnechea que proponen dichas reformas.
Consenso, clave en segunda vuelta. Pero no solamente Mendoza podría ganar por el antifujimorismo. A Kuczynski también le podría ir bien en segunda vuelta ya que los izquierdistas votarían por él en contra de Fujimori, según Tuesta.
El politólogo de la PUCP recalca que si Mendoza es elegida finalmente presidenta solo cambiarían algunas cosas, pero no tanto como se teme: “Toda segunda vuelta es una polarización. Esta será más claramente entre izquierda y derecha. Ambas tratarán de ir hacia el centro. Si cada una se queda en su ámbito, difícilmente ganará”. Incluso Keiko necesitaría consensos para hacer grandes cambios. Aunque gane la segunda vuelta, ella tendría una “mayoría artificial”, dice Tuesta.
Finalmente, para la experta alemana Braig sería “increíble que Veronika Menoza ganara la presidencia, teniendo en cuenta que en la región a la izquierda le va muy mal por los escándalos en Brasil y Venezuela. Pero, a lo mejor, sería una oportunidad para renovar y desarrollar un proyecto social demócrata.”