El súbito deceso de Néstor Kirchner plantea un escenario novedoso, de relativa incertidumbre y complejidad en la política argentina. Si bien no existe el riesgo de ingobernabilidad, se abren posibilidades ciertas de cambios en la dimensión política y económica, en virtud de la redistribución de poder que deberá enfrentar la presidenta Cristina Fernández.

En lo político asistiremos a un periodo de transición o reacomodo en la distribución de poder entre los círculos y redes leales a la figura del ex presidente (QEPD), con aquellos que lo son a la actual presidenta argentina. En esta soterrada pugna, los niveles de confrontación serán variados, tanto al interior del gabinete como en los sectores sociales y grupos de presión que se sentirán indefensos o sin el necesario respaldo para continuar el diseño estratégico de largo plazo que impulsaba Néstor Kirchner.

Conforme pasen los días, esto quedará en evidencia, obligando a la generación de ambientes de negociación y de cambios de énfasis en la dinámica política trasandina, los que afectarán el proyecto en su conjunto como también colocará sobre la mesa la necesidad de definir el candidato que represente dicho modelo de sociedad ideado por la dupla presidencial.

Para nadie es un secreto que la gestión política descansaba en ambos y cada uno había logrado dominar los espacios de influencia necesarios para asegurar la continuidad con la candidatura presidencial de Kirchner el próximo año.

Hoy, corresponderá a Cristina Fernández demostrar que posee las capacidades para conducir este proceso por sobre los liderazgos y caudillismos propios de la política argentina. Con certeza, el mayor problema será la selección negociada del sucesor de Cristina Fernández por parte del justicialismo. Lo más probable es que ello implique la apertura hacia sectores de centro del justicialismo, evitando avanzar hacia una polarización que, sin Néstor Kirchner, puede llevar a una derrota del proyecto político que impulsaba.

En lo económico y asociado al modelo económico implementado, se abren las posibilidades ciertas de buscar espacios de negociación para enfatizar aspectos de regulación con sectores empresariales, como la de flexibilizar la posición respecto a las instituciones financieras internacionales, como una forma de disminuir la incertidumbre respecto a la capacidad de conducir un proceso que quedará con un evidente vacío de poder por la ausencia de respaldo político y de negociación por el deceso de Kirchner.

En la relación bilateral entre Argentina y Chile no se prevén mayores cambios, manteniéndose el estilo pragmático con que se han desarrollado las relaciones, con lo cual es esperable que se siga privilegiando su manejo interno antes de favorecer o potenciar las relaciones políticas con Chile, lo cual resulta coherente considerando el sólido intercambio comercial, financiero, así como el intenso flujo de bienes, servicios y personas entre ambos países.