Un informe de inteligencia conocido por El Espectador revela los vínculos de la organización de los Beltrán Leyva con frentes guerrilleros del suroccidente de Colombia, epicentro del conflicto.
El presidente Juan Manuel Santos fue uno de los primeros en felicitar a Enrique Peña Nieto cuando se supo que dirigirá a México durante los próximos seis años.
Más allá de la diplomacia, fuentes cercanas al gobierno han dicho que Colombia está interesada en estrechar sus lazos con este país norteamericano con el fin de fortalecer su alianza contra el narcotráfico. La razón no es otra que cortar los nexos entre los carteles mexicanos y las guerrillas colombianas, cuyo matrimonio es tan peligroso que tiene en vilo a las autoridades de aquí y de allá.
Un informe de inteligencia conocido por El Espectador revela los nexos entre los frentes 6, 29, 30 y 48 de las FARC, ubicados en el suroccidente del país, el cartel de la droga mexicano de los Beltrán Leyva —dirigido por Héctor Beltrán Leyva desde la muerte de su hermano Arturo, ocurrida el 16 de diciembre de 2009, a manos de la Armada de México—, y narcotraficantes en Ecuador, Perú, Panamá y Costa Rica.
De acuerdo con el informe, las autoridades colombianas supieron a ciencia cierta cuánto se han infiltrado los carteles mexicanos en nuestro país gracias al seguimiento que se le hizo a Luis Carlos Neiva Neiva, alias Pacheco, exjefe del frente 30 de las FARC y quien, hasta su captura, el 30 de agosto de 2011, se desempeñó como el enlace de esta estructura guerrillera con los Beltrán Leyva.
Otra evidencia de la penetración de los narcotraficantes mexicanos en Colombia la dio la ‘Operación del Golfo’, realizada en septiembre de 2010 y producto de la cual fueron capturadas 11 personas, presuntamente vinculadas con el narcotráfico, entre ellas el mexicano Julio César Piña Soberanis, alias Julio, contacto del narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, alias La Barbie, en Colombia.
La investigación resalta que todos los frentes del suroccidente de Colombia han desplegado sus tentáculos hacia el exterior, pero son los frentes 30 y 48 los que tienen más vínculos en otros países.
El informe refiere que “como resultado de actividades y operaciones, se logró establecer vínculos directos entre organizaciones narcotraficantes de Ecuador, Perú, Panamá, México y Costa Rica con jefes del frente 48 de las FARC, ubicando como principales zonas de comercialización a Estados Unidos y Europa”.
Pero eso no es todo. Las autoridades tienen pistas de que el frente 48 de las FARC está coordinando acciones para “contactar no sólo a narcotraficantes del cartel de los Beltrán Leyva, sino (que tienen) la intención de lograr la visita de representantes de la mafia europea a los campamentos y zonas de procesamiento del alcaloide en territorio colombiano”.
Además advierten que “paralelamente, estas estructuras terroristas han establecido alianzas con bandas criminales y organizaciones narcotraficantes del país, en función de la articulación conjunta y mediante la unión de capacidades del tráfico internacional de estupefacientes”.
Respecto al frente 30, en el documento se asegura que “su ubicación estratégica en la región del Naya, el desdoblamiento de contactos en Costa Rica y sus conexiones internacionales, le han permitido configurarse como uno de los principales proveedores de cocaína del Pacífico”.
Una guerrilla dividida. De acuerdo con el informe, todos estos frentes del suroccidente del país se están ‘traquetizando’ a pasos agigantados y están “dedicados exclusivamente a cada una de las fases del narcotráfico, la producción, el tráfico, la distribución internacional y la ejecución de acciones terroristas contra la Fuerza Pública como mecanismo de protección de sus áreas estratégicas y del negocio ilícito”.
No es gratuito que en esta región del país la violencia esté disparada con hostigamientos diarios en Cauca y Nariño.
No obstante, aunque esta traquetización le ha dado dineros a las Farc para su campaña terrorista, ha dividido a sus frentes, que, de acuerdo con el informe, están en una lucha casi infantil porque todos quieren sacarle su tajada al tráfico de estupefacientes.
“Muchos de ellos comenzaron a confrontarse y generar disputas internas por los accesos a compradores de droga, hurto de droga, control de rutas y presencia de guerrilleros en los cultivos ilícitos”, se asevera en el documento.
Estas rencillas —que se profundizaron con la muerte del comandante del frente 30, Jorge Umenza, alias Mincho, en octubre del año pasado— habrían obligado al Comando Conjunto de Occidente, que agrupa a todos los frentes de esa región, a designar a un encargado de controlar el tráfico de estupefacientes en la zona.
En esa función habría sido nombrado alias Aldemar, comandante del frente 29 de la organización guerrillera; sin embargo, el nombramiento no habría caído bien entre los comandantes de los demás frentes e incluso uno de ellos, alias El Enano, del frente Manuel Cepeda Vargas, le habría escrito a sus superiores diciendo que no tenía confianza para seguir trabajando en el área.
Mientras que los frentes siguen sin decidirse, las autoridades de México y Colombia siguen al tanto de lo sucedido, pues saben que un ataque a un casino en Monterrey o un hostigamiento a los pueblos del Macizo Colombiano no son más que expresiones de esta relación perversa entre los carteles mexicanos y las FARC, que muestran que el narcotráfico es cada vez más un problema de índole internacional y no alcanza un país a combatirlo. Peña Nieto tomará posesión de su cargo en diciembre; mientras tanto decenas de semisumergibles cargados de cocaína seguirán viajando de Colombia a su país.