La visita será la primera salida al extranjero del político socialista francés desde la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que consiguió imponerse a Nicolas Sarkozy.
La canciller alemana, Angela Merkel, se manifestó confiada de poder entablar una buena relación con el presidente electo de Francia, el socialista Francois Hollande, que la visitará por primera vez el próximo martes poco después de asumir sus funciones.
El resultado de esa reunión será de vital importancia para el futuro de Europa. Mientras Merkel advierte que el pacto fiscal firmado por 27 países será intocable, Hollande anuncia para su país recetas antagónicas a las propuestas del antiguo dúo Merkel-Sarkozy.
"Será una charla para conocernos, pero creo que de allí surgirá una buena cooperación", manifestó Merkel, citada por DPA.
A la pregunta sobre una "posible alianza estable con el nuevo presidente francés", dijo: "Sí, eso es lo que pienso, porque sabemos que desde el inicio de la República Federal de Alemania una buena relación franco alemana es muy importante para ambos países".
El portavoz de Merkel, Steffen Seibert, comentó que los líderes abordarán "las relaciones bilaterales y económicas, así como temas de política europea e internacional".
La visita será la primera salida al extranjero del político socialista francés desde la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en las que consiguió imponerse a Nicolas Sarkozy.
Tras señalar que Hollande será recibido con honores militares, Seibert destacó que se trata de una "fuerte señal" para la amistad franco alemana.
En contraposición a la austeridad preconizada por Merkel, Hollande insta a renegociar el pacto fiscal para poner más énfasis en el crecimiento de las economías de la eurozona.
Después de que Hollande enviara a Merkel un claro mensaje de que "Alemania sola no decide sobre Europa", la Canciller alemana deslizó que el pacto fiscal podría complementarse con una agenda para el crecimiento.
Las nuevas propuestas para luchar contra la recesión devenida de una política rígida de ajustes serán planteadas en la próxima cumbre extraordinaria de la Unión Europea (UE) el 23 de mayo en Bruselas.
Mientras que Merkel hacía votos por una buena cooperación entre germanos y galos, el ministro alemán de Exteriores, Guido Westerwelle, advertía al futuro mandatario francés que el pacto para el control de gasto público no será renegociado.
"En lo que respecta al pacto fiscal: sigue en pie", dijo Westerwelle al diario Die Welt. "Pero el otro lado de la moneda es el crecimiento. No puede ser construido en base a deuda, tiene que resultar de la competencia y de reformas estructurales".
Pero no fue el único, también mostró su molestia, con el nuevo presidente galo, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, que criticó la iniciativa de Hollande para cambiar los estatutos del Banco Central Europeo (BCE) e implicar directamente a esta institución en la política de crecimiento y creación de empleo.
"Un cambio de los estatutos sería peligroso. Puestos de trabajo y crecimiento se crean mediante la actividad empresarial. El banco emisor hace su mejor aporte preocupándose de que el dinero sea estable", afirmó Weidmann en declaraciones que publicó el diario Süddeutsche Zeitung.
Hollande ya está recibiendo en París a altos responsables de la UE, mientras desde su entorno se advierte a quienes planean despidos masivos pensando en beneficios bursátiles.
El vencedor de Sarkozy se convirtió en el numen de la izquierda europea, tanto que ya tuvo que dejar en lista de espera a algunos de los que le habían pedido audiencia, como el líder de la izquierda radical griega, Alexis Tsipras.
Antes de hacer valoraciones políticas sobre la situación en Europa, desde las filas socialistas francesas se puso mayor énfasis en la cuestión nacional, con un panorama complicado en ciernes, a la vista de los despidos masivos que planean los grandes consorcios franceses.
"Como consecuencia de la presión política, algunas compañías pospusieron sus planes de despidos", declaró Michel Sapin, consejero económico de Hollande que suena como ministro de Finanzas.
Sapin no dio detalles, pero sobre la mesa del futuro presidente están la anunciada venta de la planta de General Motors en Estrasburgo (unos mil empleos), reajustes en las plantas de Carrefour (3.000 ó 5.000 despidos, según los sindicatos), cierre de una planta de PSA-Peugeot-Citroën, el ahorro de 2.000 millones de euros en tres años en Air France-KLM y el cierre de los altos hornos de Arcelor Mittal.
Sapin recordó la promesa electoral de Hollande de reducir el 10% de la actual tasa de desempleo e hizo saber que será costoso despedir para hacer subir la cotización bursátil, y que a General Motors se le va a hacer entender "que hay una cierta moralidad en la vida económica, y que respetar a los trabajadores es uno de los valores de una gran compañía".
En el marco europeo, Hollande recibió el miércoles a Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, y hoy a Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo.
Juncker viajó a París para recordar al futuro presidente que "no se puede reabrir el pacto presupuestario" y adelantarle que "no habrá nueva negociación formal, pero es posible introducir elementos de crecimiento".