La designación de Martin Schulz como candidato de los socialdemócratas (SPD) para enfrentarse a Merkel ha revitalizado la campaña hacia los comicios alemanes de septiembre, y a los miembros del SPD que se atreven a pensar que es posible derrotar a la actual mandataria, un pilar de la región.
Berlín. El desafío que enfrenta este año en las urnas la canciller alemana Angela Merkel está llevando a los inversores globales a analizar la posibilidad de otra gran sorpresa electoral, que implicaría no sólo el cambio de una constante política en la zona euro sino también el fin de la austeridad en Europa.
La designación de Martin Schulz como candidato de los socialdemócratas (SPD) para enfrentarse a Merkel ha revitalizado la campaña hacia los comicios alemanes de septiembre, y a los miembros del SPD que se atreven a pensar que es posible derrotar a la actual mandataria, un pilar de la región.
Schulz sigue rezagado, pero las encuestas muestran que se acerca cada vez más. Un sondeo publicado recientemente sólo arrojó una brecha de seis puntos entre la alianza de Merkel y el SPD. También indicó que Schulz la supera ampliamente en popularidad individual.
Esta es una perspectiva inquietante para algunos inversores acostumbrados a la generalmente estable gestión de Merkel ante las crisis continuas de Europa, que ha contribuido a ganancias de tres dígitos desde las acciones alemanas hasta los bonos portugueses.
Hace apenas unas semanas, Larry Fink, director de la mayor gestora de activos del mundo, BlackRock, elogió "el liderazgo moral que la canciller Merkel y Alemania han jugado en un mundo cada vez más discordante", agregando que esperaba que eso continuara.
Sin embargo, Schulz, ex presidente del Parlamento Europeo, está tratando de dar cambiar la situación.
Tras haber visto cómo su partido perdía fuerza durante su tiempo como socio menor de una "gran coalición" con la alianza conservadora de Merkel, Schulz promete luchar por reglas fiscales más justas, salarios más altos, mejor educación y por superar las "profundas divisiones" que han alimentado al populismo.
Los mercados financieros verán estos mensajes como una luz verde a la relajación de las estrategias fiscales, lo que no supone problema para una gran economía con un superávit notable y seguramente sería buena noticia para las acciones europeas, aunque no tanto para los bonos si esto alienta la inflación. Una lección que los inversores aprendieron en 2016 fue que la conmoción política en torno a la victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos y el voto de Reino Unido a favor de abandonar la Unión Europea no provocaron un derrumbe de los mercados. En parte esto se debe a que las políticas fiscales favorables al crecimiento han pasado a primer plano, lejos de una excesiva dependencia en la extenuada política monetaria.
Un cambio en Alemania podría también ayudar a aliviar las tensiones internacionales por sus superávit presupuestario y comercial, que volvieron a surgir esta semana cuando el asesor comercial de Trump criticó el impulso que los exportadores alemanes reciben de un euro "ultra devaluado".
Otro interrogante para los inversores internacionales será si Schulz podría poner fin a la austeridad en Europa y apuntar al programa de impresión de dinero del Banco Central Europeo (BCE) y a unas tasas de interés en mínimos que han castigado a los ahorradores alemanes.
"Si leemos entre líneas, la administración Merkel ha apoyado mucho las acciones del BCE", dijo Tim Barker, director de Crédito de Old Mutual Global Investors.
"Si no estuviera en el poder, ¿se mantendría ese apoyo? No sabemos la respuesta".
Schulz es claramente proeuropeo, algo que no sorprende.
En 2012 dijo a la revista Der Spiegel que la introducción de "bonos en euros" comunes en el bloque de la moneda única serían la mejor manera de reducir la carga de intereses de los países endeudados en el sur, aunque dijo que esto era "un debate teórico" ya que los miembros del norte no los querían.
Los bonos griegos, italianos, españoles y portugueses han tenido un comportamiento peor este año por el nerviosismo sobre la política del BCE y el creciente sentimiento antieuro en varios países, entre ellos Francia.
Tilmann Galler, de JP Morgan Asset Management, dijo que "con el ADN europeo atravesando toda su carrera política", Schulz podría ser el antídoto.
Con todo, cualquier repunte en los mercados podría revertirse fácilmente si se volviera a abrir el grifo del endeudamiento público en los países periféricos de la zona euro.
"(Si se revierte la disciplina fiscal) tienes que revalorizar tu punto de partida para las valoraciones. Podría ser muy perjudicial", dijo Barker de Old Mutual.
El euro también podría moverse si Alemania empieza a gastar.
El gobierno ha tenido que hacer frente a la presión internacional durante años -incluyendo el FMI y la OCDE- para impulsar la demanda económica en el país con el fin de equilibrar sus exportaciones. El año pasado tuvo un superávit comercial récord de casi un cuarto de billón de euros (264.100 millones de dólares).
A pesar del entusiasmo del SPD por Schulz, sus posibilidades de derrocar a Merkel todavía parecen reducidas.
Aunque las encuestas de popularidad lo muestran en niveles superiores o incluso por encima de Merkel, las calificaciones personales no cuentan necesariamente tanto, ya que Alemania no tiene un sistema de estilo presidencial.
Una medida más significativa del apoyo partidista sigue mostrando que los conservadores de Merkel están por delante con un 34 por ciento de intención de voto, mientras que el SPD tiene el 28 por ciento.
La brecha implica que para conquistar el poder, Schulz necesitaría unirse a dos partidos más pequeños -el ecologista de los Verdes y el izquierdista Linke-, por lo que ya ha habido conversaciones exploratorias.
La perspectiva de una alianza fuertemente inclinada a la izquierda ya está alarmando a algunos conservadores, incluso aunque se trate de una posibilidad lejana. Para los partícipes del mercado, las incógnitas exigen cautela.