Tras cuatro años de trabajo arduo y con un gran acompañamiento especializado, el 24 de agosto se firmó en La Habana, Cuba, el Acuerdo de Paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de esa nación (refrendado ante la comunidad internacional el 26 de septiembre en Cartagena).
Ciudad de México. De prevalecer el no en el plebiscito de Colombia, se perdería una oportunidad histórica, ya que se trata de una ocasión única para plantear reformas estructurales mediante acuerdos y no con las armas, consideró hoy la becaria posdoctoral del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Nathaly Burbano Muñoz.
Tras cuatro años de trabajo arduo y con un gran acompañamiento especializado, el 24 de agosto se firmó en La Habana, Cuba, el Acuerdo de Paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de esa nación (refrendado ante la comunidad internacional el 26 de septiembre en Cartagena).
"Para que éste cuente con legitimidad amplia y respaldo social, el presidente Juan Manuel Santos convocó a un plebiscito (a realizarse este domingo 2 de octubre) para que los colombianos expresen si apoyan o no lo pactado y alcanzado", explicó Burbano Muñoz.
Para ello se estableció un umbral de 13 por ciento de los votos (equivalentes a cuatro millones y medio de colombianos de los 47 millones que hay en el país).
"Aunque, ¿qué pasaría si la respuesta es negativa? Nada en términos formales, pero sí se perdería lo construido con rigurosidad por las partes durante los cuatro años de arduas negociaciones y plasmado en las 297 páginas del Acuerdo, en el cual las FARC se comprometen a dejar las armas e insertarse en las estructuras políticas legales, mientras que el gobierno de Juan Manuel Santos se obliga a realizar cambios profundos en diversos rubros", expuso la doctora en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM.
El conflicto entre ambos antagonistas lleva 52 años y ha dejado más de 220.000 muertos, 45.000 desaparecidos y casi siete millones de desplazados, por lo que un conteo en las urnas favorable al sí plantearía un escenario interesante.
"El Ejecutivo tendría que respetar lo acordado y a toda la estructura gubernamental a impulsar cambios en los seis puntos estipulados en el texto redactado en la capital cubana: reforma rural integral, participación política, cese al fuego y a las hostilidades, solución al problema de las drogas ilícitas, resarcimiento a las víctimas e instrumentación y verificación de lo convenido", detalló.
El impacto más fuerte de este proceso, explicó, se dará en términos de la confianza de amplios sectores poblacionales en que éste será un parteaguas en la historia de Colombia y una de las pocas ocasiones en las que fue posible llegar a convenios serios para alcanzar reformas mediante la palabra y no por las armas.
Se trata de una oportunidad única, pues en caso de ganar el sí, el Estado (y no sólo la administración actual) y las FARC se comprometen a llevar lo pactado a la práctica; pero de prevalecer el no, tanto el gobierno como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia han aseverado que no renegociarán lo acordado e incluso éstas podrían considerar que no existen condiciones para incorporarse a la vida civil.
"Las FARC continuarían levantadas en armas por otros 50 o 100 años, lo cual iría contra los esfuerzos de amplios grupos partidarios de una salida negociada a la larga confrontación armada en el país", advirtió Burbano.
Ya antes las FARC y el gobierno de Colombia habían buscado firmar acuerdos de paz.
El primer intento data de 1984, con el entonces presidente Belisario Betancourt; el segundo se dio en 1991, bajo el mandato de César Gaviria; el tercero es de 1999, con Andrés Pastrana, y el actual bajo auspicio de Juan Manuel Santos.