El rostro más representativo fue el de Johan Steven Martínez, un niño de 12 años, hijo del sargento Libio Martínez, secuestrado en diciembre de 1997, en un ataque a una base de comunicaciones en el que murieron varios soldados.
Bogotá. Las familias de las personas que permanecensecuestradas por la guerrilla de las FARC, en las selvas de Colombia, seaferran a lo único que les queda, la esperanza, después del anuncio delgrupo rebelde de que no realizará más liberaciones unilaterales.
Laúltima liberación ocurrió este martes, cuando las Fuerzas ArmadasRevolucionarias de Colombia (FARC) entregaron a una misión humanitariaal suboficial del Ejército Pablo Emilio Moncayo, secuestrado durantemás de 12 años.
La liberación de Moncayo siguió a la del soldado Josué Daniel Calvo, entregado el fin de semana tras un secuestro de 11 meses.
Lasliberaciones provocaron sentimientos encontrados entre los familiares,que las aplaudieron pero al mismo tiempo reflejaron la tristeza por losque continúan cautivos.
El rostro más representativo fue elde Johan Steven Martínez, un niño de 12 años, hijo del sargento LibioMartínez, secuestrado con Moncayo en diciembre de 1997, en un ataque auna base de comunicaciones en el que murieron varios soldados.
"Mesiento muy contento por él (por Moncayo), porque un ser humano tieneque permanecer libre (...), pero también me siento triste porquelastimosamente mi padre se volvió a quedar en las selvas de Colombia",dijo el niño, que nació pocos meses después del secuestro de suprogenitor a quien sólo conoce por fotografías y videos.
Despuésde la liberación de Moncayo, el sargento Martínez pasó a convertirse enuno de los secuestrados más antiguos en poder de las FARC en medio delconflicto interno.
La tragedia de Johan Steven es una más delas que han vivido o siguen enfrentando padres, madres y otrosfamiliares de rehenes, algunos de los que murieron esperando lalibertad.
De acuerdo con el gubernamental Fondelibertad, aabril del año pasado existían 125 secuestrados en Colombia y seinvestigan 614 casos de personas desaparecidas, de las que se ignora enque condición están.
Ahora, la suerte de los 22 miembros delas Fuerzas Armadas que permanecen en poder del grupo guerrillero,fundado en la década de 1960 con el propósito de tomar el poder con lasarmas, dependerá de que se logre un acuerdo para intercambiar a losrehenes por cientos de rebeldes encarcelados.
Difícil camino a la libertad. Peroesa posibilidad no ha avanzado en los casi ocho años de gobierno delpresidente Alvaro Uribe, quien recientemente dijo estar dispuesto alintercambio, pero a condición de que los rebeldes excarcelados noretornen a la guerrilla.
Otro factor que dificultaría laeventual negociación es la petición de las FARC que dentro de losexcarcelados se incluyan a varios líderes de la organizaciónextraditados a Estados Unidos, país que los califica de terroristas.
Losfamiliares opinan que si bien mantienen la esperanza, tienen reservasante un pronto acuerdo por los antecedentes que lo han obstaculizado,aunque esperan que se concrete.
"Al gobierno y a la guerrillapor favor, son 11 años y más de sufrimiento y angustia de muchas madrescolombianas que estamos en este momento celebrando la liberación deestas dos personas, pero con una tristeza inmensa de saber que nuestroshijos se quedan aún en las montañas", dijo Fabiola Monsalve, madre delsuboficial César Lasso, secuestrado hace 11 años.
Lapropuesta de intercambio de las FARC resurgió a menos de dos meses deque se realicen las elecciones para escoger al sucesor de Uribe paralos próximos cuatro años.
Las noticias para las familias delos rehenes no parecen buenas debido a que los sondeos para ganar loscomicios los encabeza el ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos,quien le propinó fuertes golpes a las FARC, incluida la muerte devarios líderes de ese grupo como Raúl Reyes.
Otro logro delahora candidato presidencial fue el rescate militar de la ex candidatapresidencial Ingrid Betancourt, tres estadounidenses y 11 efectivos delas Fuerzas Armadas.
"Esperanzas tenemos todo el tiempo, perocon un optimismo moderado", dijo Marleny Orjuela, directora de laAsociación Colombiana de Familiares de Miembros de la Fuerza PúblicaRetenidos y Liberados por Grupos Guerrilleros (Asfamipaz).
Losfamiliares esperan que en medio de las diferencias entre las partes susseres queridos no corran riesgos y ruegan para que no mueran enfermosen medio de la selva o en una fallida operación militar de rescate.
"Esperaríamosque si hay alguno de nuestros familiares que esté en delicado estado desalud no lo vayan a dejar morir como pasó con el mayor (Julián)Guevara", dijo Orjuela.
El oficial de la Policía JuliánGuevara murió enfermo en cautiverio y ahora su familia espera que laguerrilla devuelva sus restos.
"Al señor presidente yo leagradezco por ceder un poquito más, pero también le pido que no sequede en palabras, que se haga un hecho, que el intercambio humanitariose dé porque quiero conocer a mi padre", concluyó Johan Steven.