Felipe VI expresó su solidaridad con quienes se han visto "heridos en su dignidad" por la crisis económica y destacó que siente el "deber moral" de trabajar para revertir esta situación.
Los actos de proclamación del rey Felipe VI comenzaron este jueves con la colocación del fajín de capitán general de las Fuerzas Armadas por parte del rey Juan Carlos a su sucesor, al que de esta forma pasó el mando como jefe supremo de los Ejércitos, luego de entrar en vigencia el decreto de abdicación pasada la medianoche.
El nuevo monarca español recalcó en su discurso que para que la Corona sepa ganarse continuamente el aprecio, el respeto y la confianza de los ciudadanos, y se haga acreedora de "autoridad moral" debe "velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente", consignó la agencia EFE.
Felipe VI expresó su solidaridad con quienes se han visto "heridos en su dignidad" por la crisis económica y destacó que siente el "deber moral" de trabajar para revertir esta situación.
El monarca tuvo palabras de recuerdo y homenaje hacia las víctimas del terrorismo, que "perdieron su vida o sufrieron por defender" la libertad de todos.
Por eso mostró su "inmenso respeto" por las víctimas de la violencia terrorista y recalcó que "la victoria del Estado de Derecho, junto a nuestro mayor afecto, será el mejor reconocimiento a la dignidad que merecen".
Ante diputados y senadores y las principales autoridades del Estado el nuevo monarca afirmó que para que la Corona sepa ganarse el aprecio, el respeto y la confianza de los ciudadanos y se haga acreedora de "autoridad moral" debe "velar por la dignidad de la institución, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente".
"Hoy, más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren y la ejemplaridad presida nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legítima exigencia de los ciudadanos", afirmó.
También proclamó su "fe en la unidad de España" de la que la Corona es símbolo" y puntualizó que esa unidad no es "uniformidad".
"Esa España, unida y diversa, basada en la igualdad de los españoles, en la solidaridad entre sus pueblos y en el respeto a la ley, cabemos todos; caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español", dijo Felipe VI.
Para el rey, las diferentes sensibilidades no deben nunca "enfrentar, dividir o excluir" sino que deben servir para "comprender, respetar convivir y compartir".
Para eso apeló al acuerdo entre las fuerzas políticas en asuntos de "interés general" y llamó a mirar hacia adelante para seguir construyendo "juntos", la España renovada del futuro.
Felipe VI, luego, abogó expresamente por potenciar los lazos que unen el país con Iberoamérica: "Nos unen la historia y lazos muy intensos de afecto y hermandad", dijo, y subrayó que "en las últimas décadas también nos unen intereses económicos crecientes y visiones cada vez más cercanas sobre lo global".
Sobre todo "nos une nuestra lengua y nuestra cultura compartidas", que el monarca consideró "un activo de un inmenso valor que debemos potenciar con determinación y generosidad”.
En el apartado de las relaciones internacionales, en el que "España ocupa una posición privilegiada por su lugar en la geografía y en la historia del mundo", el rey aludió a la vinculación del país con Europa.
"España es Europa y nuestro deber es ayudar a construir una Europa fuerte, unida y solidaria, que preserve la cohesión social, afirme su posición en el mundo y consolide su liderazgo en los valores democráticos que compartimos", afirmó en su discurso.
Para Felipe VI Europa "no es un proyecto de política exterior, es uno de los principales proyectos para el reino, para el Estado y para la sociedad".
Otra vertiente de la política exterior española es el vínculo antiguo de cultura y de sensibilidad próximos con el Mediterráneo, Oriente Medio y los países árabes.
Ello ofrece a España "una capacidad de interlocución privilegiada, basada en el respeto y la voluntad de cooperar en tantos ámbitos de interés mutuo e internacional, en una zona de tanta relevancia estratégica, política y económica", dijo Felipe de Borbón.
Por último, dedicó un párrafo a la vigencia de un mundo cada vez más globalizado, e instó a asumir una presencia "cada vez más potente y activa en la defensa de los derechos de nuestros ciudadanos y en la promoción de nuestros intereses, con la voluntad de participar e influir más en los grandes asuntos de la agenda global y sobre todo en el marco de las Naciones Unidas".