Aunque en el último mes aparece regularmente en televisión, el líder cubano se mantiene cuidadosamente alejado de los asuntos domésticos.
La Habana. El ex presidente cubano Fidel Castro cumple 84 años este viernes, recuperado de la enfermedad que lo apartó del poder en 2006 y con reapariciones en público que dispararon especulaciones sobre su influencia política.
El anciano guerrillero que gobernó Cuba durante casi medio siglo y que a menudo confundió a 10 presidentes de Estados Unidos, ha hecho poco por disipar las dudas.
"Lo mío es decir las cosas y los acontecimientos para que cada cual decida", dijo en una entrevista con la televisión estatal venezolana divulgada esta semana.
"Los compañeros no son gente que yo deba llevar del dedo, de la mano a hacer las cosas y lo que quiero es que piensen", comentó aludiendo al Gobierno de su hermano el presidente Raúl Castro.
Fidel Castro parece dedicar hoy gran parte de su energía a alertar sobre una catástrofe nuclear si, como él cree, Estados Unidos e Israel atacaran a Irán, una batalla lejana para muchos cubanos.
"Es un ícono y lo sabe", opinó Christopher Sabatini, un experto del Council of the Americas en Washington.
"Pese a ser sólo una sombra de lo que fue, tanto física como políticamente, todos lo miramos y tratamos de leer sus mensajes secretos como si fuera una especie de profeta", dijo.
Observadores confundidos. Aunque en el último mes aparece en televisión casi día por medio, Fidel Castro se mantiene cuidadosamente alejado de los asuntos domésticos, dejando en manos de Raúl la difícil tarea de sacar a Cuba de la crisis económica.
"Para mí está muy claro el papel de Fidel: no ha dicho una palabra de las cuestiones internas del país, eso le corresponde al Gobierno. Lo suyo es la situación internacional", dijo Edilberto Morales, un jubilado en La Habana.
Nadie espera que regrese al poder, pero la recuperación del hombre que dominó la política cubana genera ruido en momentos en que Raúl Castro anuncia la apertura de nuevos espacios a la iniciativa privada, su paso más arriesgado en cuatro años.
"Las frecuentes apariciones del ex presidente Fidel Castro introducen confusión en el cálculo de los agentes económicos", dijo el analista político Arturo López Levy, de la University of Denver.
"En el análisis de muchos observadores, como mínimo, la reaparición frecuente del líder revolucionario cohibiría a los propulsores de mayores reformas de hacer explícita su agenda de cambios, retrasando el ritmo de los ajustes", sostuvo.
Muchos analistas perciben a Fidel Castro como un guardián ideológico del sistema que edificó tras su revolución de 1959, menos inclinado que su hermano a introducir reformas graduales para echar a andar la economía cubana.
Raúl, un general con fama de pragmático, dio pasos para intentar aumentar la productividad, reducir el imponente peso del Estado y darle cierta independencia al sector privado.
Funcionarios cubanos han negado divisiones entre los hermanos. Tienen, aseguran, simplemente estilos diferentes.
"La presencia de Fidel tiene dos objetivos: respaldar las políticas de Raúl mostrando que está presente y las aprueba, y contrarrestar la negativa cobertura de la prensa desviando el foco de la atención hacia los puntos débiles de Estados Unidos: la guerra y el medio ambiente", dijo un militante del gobernante Partido Comunista.
La reaparición de Fidel Castro sirvió también para levantar la moral de sus partidarios. En medio de la crisis muchos dicen sentirse reconfortados por la recuperación de quien los gobernó durante 47 años y al que algunos llaman informalmente "Papá".
Calculada resurrección pública. Lo que parece claro es que la reaparición de Fidel Castro en público fue calculada hasta en los más mínimos detalles. Volvió a ponerse el uniforme verde olivo con el que gobernó Cuba, pero sin la insignia roja y negra de Comandante en Jefe.
La semana pasada reapareció en el Parlamento después de cuatro años, pero no para discutir los problemas de Cuba sino para exponer su teoría de la apocalipsis nuclear.
Raúl Castro ha dicho que consulta las principales decisiones de Estado con su hermano, que retiene la influyente jefatura del Partido Comunista.
Además, según un empresario extranjero en La Habana, Fidel no necesita un cargo para ser influyente. "Al final de cuentas él es el árbitro de lo que vaya a ocurrir, tanto doméstica como externamente. Sus silencios son tan significativos como si hubiera dicho no", dijo.