La victoria de la coalición opositora Juntos por el Cambio en los comicios de medio término le quitó al peronismo oficialista el control del Senado e influencia en distritos trascendentales, lo que afectará la capacidad de gestión del mandatario Alberto Fernández.
La coalición de centroizquierda que gobierna Argentina quedó al borde de una crisis política tras la cachetada electoral que sufrió este domingo, que la obligará a buscar consensos con la oposición para dejar atrás una prolongada crisis económica.
La victoria de la coalición opositora Juntos por el Cambio en los comicios de medio término le quitó al peronismo oficialista el control del Senado e influencia en distritos trascendentales, lo que afectará la capacidad de gestión del mandatario Alberto Fernández.
"El Gobierno tiene serios problemas. Es un presidente que está totalmente vaciado de poder. Segundo, no tiene gestión. Tercero, es una coalición que está rota. Eso en una situación con casi la mitad de la población en la pobreza", dijo a Reuters la analista Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit.
El Parlamento debería tratar próximamente reformas judiciales y económicas así como un eventual acuerdo para renegociar una deuda de 45.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que necesitarán el consenso opositor.
El Gobierno "empieza a depender de las negociaciones con eventuales aliados y, cuando vos entrás en este tipo de negociaciones, empiezan a salir caras para el oficialismo de turno", explicó el analista Carlos Fara.
En un mensaje grabado tras la derrota electoral, el presidente Fernández sugirió que convocará al diálogo con la oposición para solucionar los problemas más acuciantes de la economía, como una inflación anual cercana al 50%.
Aunque difícilmente se rompa la coalición, el triunfo opositor por casi 10 puntos porcentuales en todo el país podría generar nuevas rispideces entre el moderado Fernández y su radical vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
Rumbo económico. El país comenzó este año a dejar atrás una larga recesión, pero no otros acuciantes problemas como la alta inflación, la escasez de divisas e inversiones y una pobreza que afecta al 40% de la población.
Muchos analistas se preguntan si el Gobierno responderá a los comicios con un giro ortodoxo que permita reducir el déficit fiscal o, por el contrario, con una radicalización hacia la izquierda que implique una expansión populista.
"Las políticas que se tienen tomar son de ajuste, no hay otra. Se puede morigerar el ajuste para que los de menos recursos lo sufran menos", dijo a Reuters Fernando Baer, economista de Quantum Finanzas.
El presidente Fernández dio algunos indicios en su discurso del domingo por la noche.
"Es necesario también seguir el ordenamiento de las cuentas del Estado, pero jamás a costa de un ajuste del gasto. El ajuste fue practicado repetidas veces en Argentina y solo profundizó la desigualdad y la pobreza", destacó Fernández.
El mandatario aseguró que profundizará sus esfuerzos para alcanzar un acuerdo sustentable con el FMI.
"El acuerdo con el FMI creo que no depende de lo político. Descuento que Juntos por el Cambio va a apoyar el acuerdo en el Congreso. No hay nadie interesado en que Argentina no firme el acuerdo", dijo el analista político Julio Burdman, de Observatorio Electoral.
Sin embargo, las declaraciones de Fernández no tranquilizarán inmediatamente a los inversores y los operadores de los inquietos mercados financieros, que recientemente vivieron una abrupta devaluación del peso local en las plazas paralelas, donde alcanzó una brecha del 100% con la cotización oficial.
Para reducir esa diferencia, los expertos consideran que una devaluación de la moneda argentina en el mercado oficial es inevitable.
"En diciembre o un poquito antes, el ritmo de la devaluación oficial lo van a acelerar para evitar que el dólar se atrase mucho respecto a la inflación", dijo Roberto Geretto, economista de Fundcorp.
El resultado de las elecciones del domingo parece haber abierto las puertas para que la oposición gane la presidencia en 2023. Sin embargo, la marcha de la economía -particularmente fluctuante en Argentina- será la clave dentro de dos años.
"Para poder pensar en un 2023, la clave va a ser el crecimiento económico del año que viene y del posterior. El Gobierno tiene que apostar todo a que la economía mejore. Si puede sostener eso, tal vez tenga futuro", añadió Burdman.