El acuerdo sobre Reforma Tributaria alcanzado con la derecha, sin haber informado a todos los partidos que la integran la Nueva Mayoría, causó tensiones dentro del conglomerado político que apoyó la llegada de Michelle Bachelet a la presidencia.
El gobierno de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, busca reforzar la unidad de la Nueva Mayoría, tras el acuerdo sobre Reforma Tributaria alcanzado con la derecha, sin haber informado a todos los partidos que la integran.
Ese hecho demostró que en la Nueva Mayoría, formada en 2013 por siete partidos que apoyaron la reelección de la mandataria, hay dos posturas políticas diferentes.
La primera es la de los partidos Socialista, Democratacristiano, Por la Democracia y Radical, que formaron la llamada ex Concertación, de centroizquierda, que gobernó entre 1990 y 2010.
Con alguna excepción, sus líderes consideran que las grandes reformas que propone Bachelet: Tributaria, Educativa y la nueva Constitución, deben contar con el mayor número de votos en el Parlamento, por lo cual hay que negociar con la derecha y los legisladores independientes para que haya los mayores consensos.
A estos cuatro partidos les correspondió enfrentar el proceso de transición del régimen militar dictatorial a la democracia representativa, negociando con los partidos de la derecha las nuevas leyes, lo que se ha denominado la "democracia de los consensos" para evitar crisis políticas.
La segunda postura la representan los tres partidos restantes: Comunista, Izquierda Cristiana y Movimiento Amplio Social, de tendencia izquierdista, que se integraron a la Nueva Mayoría el pasado año, y consideran que "no hay que llegar a arreglos con la derecha" porque la coalición oficialista Gran Mayoría tiene mayoría en el Congreso.
El gobierno, por su parte, plantea que "todos los acuerdos son necesarios para las transformaciones" que el país requiere y más que los votos, lo importante es construir un proyecto de país, que responda a las demanda de la población y poder avanzar en la lucha contra las grandes desigualdades sociales que tiene Chile.
Aunque muchos partidarios del gobierno reconocen en privado que el acuerdo logrado con la derecha en materia tributaria es conveniente, no dejan de admitir que el ministro de Hacienda, Alberno Arenas, fue poco pulcro al llevar adelante esa negociación sin consultar o informar a una parte de los partidos.
Este sábado, tanto el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, como el ministro de Gobierno, Alvaro Elizalde, intentaron tranquilizar a sectores de la coalición oficialista que temen que, con la firma del acuerdo con la derecha, se vuelva a "la democracia de los consensos".
Es decir que las dirigencias de los partidos de la ex Concertación adopten acuerdos con la derecha, sin consultar al resto de las organizaciones.
Según Peñailillo, "la democracia de los consensos es de otra época, es de la época de la transición, donde era otro el contexto político", por lo que justificó el acuerdo suscrito con la oposición sobre la Reforma Tributaria, aclarando que estas tratativas no tocan el corazón de las reformas en marcha.
El objetivo principal de esa reforma es recaudar US$8.200 millones para financiar la Reforma de la Educación y apoyar a otros programas sociales.
"Nosotros estamos por los acuerdos y por los grandes acuerdos; bienvenido sea, pero nunca perdiendo el fondo de las reformas", indicó el ministro.
En los próximos días, el proyecto de ley de la Reforma Tributaria deberá volver a la Cámara de Diputados para que analice el acuerdo adoptado con la derecha.
Por su parte, el ministro de Gobierno Elizalde sostuvo que "el acuerdo tributario suscrito en el Senado mantiene intacto el corazón de la reforma y a través del trabajo del ministro de Hacienda, Alberto Arenas, se han ido sumando nuevas voluntades a esta iniciativa, que es imprescindible para el país".
Cuando en enero pasado Bachelet ganó la elección, afirmó que "es un sueño colectivo el que triunfa, es la voz de ustedes, que escuchamos a lo largo de todo Chile en estos meses, la que triunfa, es la voz de los ciudadanos que estos años marcharon en las calles, expresando con valentía sus demandas".
Las tres grandes reformas que promueve Bachelet implican cambios estructurales en el modelo chileno, por lo que tiene que lograr amplio consenso en la sociedad para que perduren en el tiempo.
Para el gobierno es importante reducir las diferencias políticas en el seno de la Nueva Mayoría porque le será complejo y difícil lograr las transformaciones que plantea su programa sin contar con la aprobación de la mayoría de los legisladores, por lo que seguramente tendrá que negociar de nuevo con la oposición de derecha.