Las partes reiteraron que realizarán todos los esfuerzos posibles para lograr un acuerdo definitivo en 2016, sin precisar una fecha, dejando viva la esperanza de que las partes lleguen a un convenio que dé pronto inicio a una etapa de posconflicto.
Bogotá. Hace seis meses, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, señaló el 23 de marzo como el día para la firma de un acuerdo definitivo de paz entre su gobierno y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que negocian un proceso en La Habana desde hace tres años para poner fin al conflicto armado interno de más de cinco décadas.
Tras conocerse que la fecha había sido escogida conjuntamente entre Santos y el jefe máximo de las FARC, Timoleón Jiménez, alias "Timochenko", la noticia fue recibida con entusiasmo en el mundo y más aún en el país andino, cuya guerra interna, la más antigua del continente americano, ha dejado más de 7,5 millones de víctimas, entre muertos, heridos, desaparecidos y desplazados.
Sin embargo, poco después del anuncio, los líderes del grupo armado advirtieron que esta fecha era tentativa y que posiblemente la firma no se daría hasta analizar con calma cada punto de la agenda, con el fin de firmar un buen acuerdo que garantizara una paz real y duradera.
Y la advertencia se hizo realidad este miércoles, cuando el gobierno y las FARC acordaron en La Habana extender el plazo para la firma de un acuerdo de paz dada la complejidad de los últimos dos puntos de la agenda de negociación, concretamente la zonas de concentración de la guerrilla y la fórmula para el abandono de las armas por parte de las FARC.
No obstante, las partes reiteraron que realizarán todos los esfuerzos posibles para lograr un acuerdo definitivo en 2016, sin precisar una fecha, dejando viva la esperanza de que las partes lleguen a un convenio que dé pronto inicio a una etapa de posconflicto, en la que las diferencias puedan resolverse a través del debate y no de las armas.
Incluso, los gobiernos de países como Estados Unidos, China, Alemania, Francia y España han expresado su apoyo total al proceso en los últimos meses y su intención de cooperar al país en la etapa de posconflicto que si bien representa un desafío, según los expertos traería a Colombia un importante liderazgo en temas como la economía, la inversión extranjera, el turismo y la cultura.
La Unión Europea, por ejemplo, designó un enviado especial para el Proceso de Paz en Colombia, el irlandés Eamon Gilmore, quien se dedica a hacerle seguimiento al proceso y a determinar de qué forma la UE puede contribuir a que la paz perdure en un país históricamente violento.
Por su parte, China anunció una donación de ocho millones de dólares para el posconflicto.
Otro espaldarazo sin precedentes fue el de Estados Unidos, que envió este lunes a su secretario de Estado, John Kerry, a reunirse con los negociadores de las FARC y del gobierno colombiano en Cuba.
Tras la histórica reunión, Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del gobierno, explicó algunos de los compromisos adquiridos por Kerry con los miembros de la guerrilla.
"Fue un encuentro muy productivo, primero agradecimos el apoyo de Estados Unidos al proceso de paz, luego examinamos de forma detallada la marcha de las conversaciones, lo logrado y lo que falta. Hubo anuncios concretos como la ayuda de EEUU, con relación a la seguridad de quienes dejen las armas", explicó.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas también ofreció su apoyo para este fin, Noruega apoya el proceso de desminado humanitario en todo el territorio y la ONU reiteró su disposición para el monitoreo y la verificación de los acuerdos.
Con la tranquilidad de contar con un evidente respaldo nacional e internacional al proceso, el pasado 9 de marzo el presidente Santos reconoció públicamente que podría no cumplir su promesa sobre la firma del acuerdo definitivo y que prefería esperar hasta que se alcanzara el acuerdo ideal.
"Si no hemos llegado el 23 a un buen acuerdo, yo le digo a la contraparte 'pongamos otra fecha', porque yo no voy a cumplir una fecha con un mal acuerdo... después de tanto esfuerzo, después de tanto tiempo, solo se cumplirá y firmará con las FARC un acuerdo que para los colombianos sea bueno", precisó.
Al momento reaccionó desde Cuba el líder guerrillero Joaquín Gómez, negociador de paz de las FARC en la mesa de diálogo, en la cual ya se ha logrado el consenso en los temas de reforma agraria, lucha contra el narcotráfico, participación política, justicia y víctimas.
"Nos parece que el presidente Santos ha actuado con objetividad y estamos de acuerdo con lo dicho por él, y pensamos que sí, que después del 23 puede haber un acuerdo", señaló, recordando que faltan por concretar los temas relacionados con el alto el fuego y las hostilidades bilateral y definitivo y la dejación de armas.
En una entrevista con Xinhua, la representante a la Cámara por Bogotá del Partido Alianza Verde y copresidenta de la Comisión de Paz de la Cámara, Angela Robledo, señaló que no importa que no exista una firma de acuerdo final en este día, ya que lo importante es el proceso y la clara intención de ambas partes de declarar un alto el fuego bilateral.
Agregó que la mayoría de colombianos, pese a los tropiezos del proceso de paz, apoya la iniciativa de este gobierno de poner fin a la violencia, pero no solo con la dejación de armas, sino a través de una transformación social que exige muchos cambios democráticos, estructurales, sociales y culturales en todo el territorio nacional.
"Este proceso de paz tiene que venir acompañado por profundos cambios sociales... es necesario hacer un proceso bien hecho, llevamos más de 60 años en guerra y que si se prolonga un poco está bien, porque hay que hacerlo bien, nos hemos demorado tanto y se han lucrado tan pocos de esta guerra entre hermanos y hermanas, que entendemos que el 23 de marzo no se dé este acuerdo, pero ojalá que no se demore mucho porque hay mucha esperanza en Colombia, pero al mismo tiempo mucha desconfianza", dijo.
Para Robledo, un pronunciamiento contundente sobre el alto el fuego bilateral y la dejación de armas daría inicio al fin de la guerra en Colombia que, subrayó, no se puede olvidar de la importancia de formalizar la mesa de diálogo con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, segunda fuerza rebelde más grande de Colombia, con la cual ya se han iniciado diálogos exploratorios.
Por su parte, el senador por el Partido Polo Democrático Iván Cepeda dijo a Xinhua que aunque no se firme un acuerdo definitivo este 23 de marzo, sigue defendiendo el proceso de paz porque el fin de la guerra significa ganancia para todos los colombianos y no importa cuánto tiempo tome dar ese paso.
"Nosotros creemos que hay una posibilidad de avanzar en estas semanas y estos meses, sabemos que la guerrilla y el gobierno están trabajando de una manera muy intensa en La Habana para lograr esos cambios y lograr que se produzca un acuerdo final que le ponga punto final a la confrontación armada, creemos que ese es el momento crucial en este proceso que se ha dado en los últimos años", indicó.
"Tenemos esperanza de que va a haber algún avance y no solamente con las FARC, sino también con el ELN, hay que decir que hay dos procesos, no solamente el que se adelanta con las FARC de manera pública, sino también unas conversaciones previas con el ELN", apostilló.
Cepeda opinó que el principal obstáculo para el éxito de antiguos procesos de paz en el país ha sido el fenómeno del paramilitarismo que actualmente, dijo, se encuentra activo en algunas zonas del país y que ha sido responsable de cientos de amenazas y asesinatos, por lo cual hizo un llamado al gobierno para garantizar la seguridad de quienes lideran la transformación del país.
"Sesenta años de guerra, mucha desconfianza, está el paramilitarismo, que es un factor que siempre ha impedido avanzar en los procesos de paz en Colombia, una racha, una ola de amenazas y de asesinatos contra líderes sociales... llamamos a que se garantice la seguridad, que no se vuelva a repetir la misma historia que hemos visto durante tantos procesos de paz, creo que eso se puede superar y vamos en esa dirección", aseveró.