De a poco, el presidente José Mujica comienza a endurecer su discurso frente al gobierno de Cristina Fernández. En varias oportunidades de las últimas semanas se ha podido ver al mandatario en una postura más lejana a su vecina del sur.
El gobierno uruguayo vio que pasan los meses y su estrategia de cercanía en la relación con Argentina no da los frutos que esperaba. Al inicio de la administración de José Mujica, la política del abrazo y los gestos animosos de cercanía dieron sus frutos cuando se levantó el piquete al puente General San Martín, realizado por parte de activistas de Gualeguaychú en protesta por la instalación y puesta en marcha de la fábrica de pasta de celulosa de UPM (ex Botnia) en Fray Bentos. Ese gesto pareció iniciar un camino que traería buenos resultados al segundo gobierno del Frente Amplio. Pero los meses pasaron y lo que se acumularon fueron palos en la rueda.
Ahora, al presidente Mujica le cayó la ficha y, de a poco, comienza a endurecer su discurso frente al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En varias oportunidades de las últimas semanas se lo ha podido ver al mandatario en una postura más lejana a Argentina.
Según dijeron a El Observador fuentes oficiales la actitud cambiará. “Nos dimos cuenta de que no estamos consiguiendo nada haciéndonos los buenos, y que sobre todo quedamos pegados”, dijo uno de los jerarcas del gobierno consultados.
Las muestras están a la vista y parten de Mujica y su esposa, la senadora del Movimiento de Participación Popular (MPP), Lucía Topolansky.
El jueves 22, en medio del conflicto con el sindicato de la bebida por el aumento salarial por encima de las previsiones oficiales, el presidente se descolgó en declaraciones al semanario Búsqueda con una crítica a la política argentina en uno de sus puntos más débiles. “(Al kirchnerismo) se le escapó la inflación (y eso) los condujo a un toqueteo por todos lados” para encauzar los equilibrios, aseguró Mujica.
“Les puedo garantizar una cosa, los argentinos son campeones para sacar los dólares. ¡Son campeones mundiales! Los argentinos tienen desconfianza de su moneda y guardan en dólares. De alguna manera, se la ingenian para moverse”, disparó semanas atrás, y aludió a otro de los asuntos polémicos de la gestión de Fernández como el cepo cambiario.
Con el tema del turismo, una actividad afectada por las acciones de la política económica de Buenos Aires, fue Topolansky la que cruzó declaraciones con la presidenta argentina. Cristina Fernández había dicho a comienzos de noviembre que cayó la cantidad de turistas extranjeros que visitaron su país, y pasó factura a Uruguay: “Cayó un poquito, 1,7%, y deberían venir un poquito más porque con los argentinos que van a Punta del Este… podrían venir un poquito más, pero bueno…”.
La esposa del presidente no dudó y salió a retrucar: “más o menos en términos económicos lo que los argentinos nos dejan en el verano nosotros lo retornamos en el invierno. Estamos interesados en que los argentinos vengan a nuestro país porque tenemos una cantidad de gente que trabaja en relación a eso. Ahora, después, durante el invierno, hay una compensación porque hay una cantidad de uruguayos a los que les encanta ir a pasar el fin de semana en Buenos Aires”, dijo.
Otra muestra, pero en acciones concretas, se dio cuando al presidente Mujica no le tembló el pulso para descalificar a Electroingeniería, vinculada al kirchnerismo, en una licitación de UTE.
Para el senador de la Vertiente Artiguista e integrante de la comisión de Asuntos Internacionales del Senado, Enrique Rubio, la relación bilateral con Argentina siempre ha tenido momentos distintos desde 2005. “Ha habido aproximaciones y tensiones. El tema es saber administrar los acercamientos y también las tensiones, de tal manera que se obtengan determinados objetivos. Y el Uruguay desde ese punto de vista ha tenido flexibilidad”, dijo a El Observador. Desde su óptica, está “claro” que Uruguay no ha logrado todos los objetivos trazados en su vínculo con Argentina.
“No me extrañaría que el presidente utilice distintas estrategias en el vínculo con Argentina para lograr sus objetivos en materia regional, fundamentalmente en el intercambio comercial, turismo, en las cuestiones del dragado y en toda la agenda relevante”, agregó.
De la mano de Dilma. Al mismo tiempo, desde mitad de año Mujica decidió cambiar de frente y mirar más a Brasil. Al participar en la cumbre Río+20 en Río de Janeiro, el mandatario uruguayo aprovechó un encuentro bilateral con Dilma Rousseff para plantar la semilla de un acuerdo que ambos calificaron de paradigmático.
Se trata de hacer lo que no cumple el Mercosur en la práctica, pero de a dos. Cuando El Observador lo consultó por sus pretensiones con Brasil en su habitación del hotel en Río, el presidente respondió: “Ahora es un mano a mano con Brasil. Si contigo no puedo bailar, bailo con otro”.
La última parte de la frase aludía claramente a Argentina, quien en ese momento había endurecido sus medidas proteccionistas al comercio, y trancado varios de los puntos de la agenda, como el necesario (para Uruguay) dragado del canal Martín García.